lunes, 1 de octubre de 2012

uffffffff, alejandro!

Alejandro es poeta porque la poesía se apodera de él a cada instante; tiene pues menos mérito que otros poetas más esforzados. Alejandro camina como escribe, y al caminar convoca a su alrededor todo cuanto a un hombre pueda salirle al paso. "Los ríos acuden", leíamos en el Canto general, y con los ríos torrenciales acudían las bestias y los minerales, el cobre, los volcanes, el mar, el viento, las manzanas... A Alejandro le ocurre otro tanto, pero sin estrépito: a él se acercan las cosas en silencio, y el cobalto acude al azul como las burbujas al sifón, o como el viento se introdujo en los bolsillos de los muchachos un día de fiesta. "Los niños llevábamos el viento en los bolsillos" (...) "y olíamos muy bien, a canela y a vainilla" (...) y en sus camisas infantiles de tergal o de poliéster "cabían todas las frutas y las sombras de un verano en el que los novios aún seguían siendo jóvenes y los muertos más dulces aún no habían envejecido." Y todo esto sucede por las buenas cuando el poeta pasa por delante de una casa sin nadie, un lugar en abandono y sin testigos que le trae algún recuerdo. Lo leí el miércoles 26 o el jueves 27 en El blog de Alejandro López Andrada. Como me ocurre a menudo, me dejó tan pasmado que sólo se me ocurrió escribir en él una exclamación: "uffffffff". Esa fue mi manera de tratar de dejar por escrito  la máxima expresión en la mínima formulación, pues ya sabemos la regla que rige desde siempre en el mínimal: 'menos es más'. Con ese "ufffffff" yo quería insinuar algo como "me dejas sin palabras, Alejandro, me pasmas, "me llenas de envidia, me das la medida de mis limitaciones". Pero también, de algún modo, había un reproche encriptado en esa exclamación: vendría a decir algo como que si hubiese justicia poética en el mundo, los que más tienen más deberían repartir; y así las cosas, Alejandro tendría mucho que dar, y yo mucho que tomar... a saco. Si finalmente se produce en España la revolución francesa (o en su defecto la mexicana) que muchos esperamos, yo confío en apropiarme de una parte del excedente poético que a diario genera Alejandro López Andrada. Después de todo, él es un hombre generoso, altruista, de izquierdas, y consentirá de buen grado que un burócrata aprovechategui como yo se apropie de parte de cuanto a él le sobra, incluso casi que le perjudica... por exceso. Un abrazo, Alejandro. Ya sabes que 'los ladrones somos gente honrada'.Otro día hablaré aquí de "aaaaah", "guaaaau", "hummmmmm", "puaggggggg", "brrrrrfffff", "ooooh", "tracatrá", chispún". Habrá tanto que decir. Y si no se me ocurre nada mejor o más elocuente, diré: "uffffffff!"


3 comentarios:

  1. Bueno, pues en el caso de tal revolución... espero que se permita continuar la cadena de la apropiación de excedentes. Incluso de aquellos poco conscientes de su exceso... ;)
    Un abrazo.

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  2. Un abrazo, guapa! Qué bien lo dices.

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  3. Amigo Luis Alonso, ahora sí que me veo forzado a exclamar yo también !Ufff!, después de leer, absolutamente conmovido, los inmerecidos elogios que me dedicas. No sé, la verdad, como pagarte lo que dices, con tanta emoción, de mi modo de escribir. Me gustaría poder regalarte todo aquello que me sobra -según dices- literariamente, pero,en mi opinión, no me sobra nada, sino más bien me hacen falta muchas cosas. Lo que ocurre es que tengo la suerte, esto es verdad, de conservar los ojos puros de mi infancia a la hora de contemplar la luz natal, los caminos y las calles de mi universo íntimo. Por eso, quiero entregarte mi mirada y la inocencia profunda de mis ojos para que te aproveches de ellos ahí, en Madrid, y los lleves cogidos de la mano por la calle. Ya en serio, agradezco hondamente tus palabras, tus frases tan lindas, que me han desconcertado y me han sacado, literalmente, los colores. Recibe por todo ello, con toda mi gratitud, un abrazo inmenso de verdadero amigo.

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