lunes, 31 de enero de 2011

la princesa está triste

Es alto y delgado. Siempre va solo, y normalmente cabizbajo; lleva coleta, sí, pero ha perdido mucho pelo en los dos o tres últimos años. Y con ello diríase que se le ha ido la prestancia y la alegría a este cuarentón ensombrecido. Cuando yo le descubrí, hace seis u ocho años, era una princesa a la que le sentaban divinamente los vestidos ajustados y los zapatos de tacón de aguja. Y si bien es cierto que su nuez siempre resultó protuberante y sus manos masculinamente grandes, lucía unos andares cadenciosos, melódicos; su rostro serio y sus ojos velados tenían un halo como de ensoñación y lejanía. En absoluto se trata de un travelazo hormonado que se ha puesto tetas y va por ahí pidiendo guerra... y cobrando por ella. No. Tan solo es o fue alguien que a veces se viste de mujer, se pinta los labios, se da sombra de ojos, elije cuidadosemente unos bonitos pendientes, unos zapatos de marca, un bolso a juego, y sale despacio a la calle, desafiando al aire y a la vulgaridad. Pero aquellos buenos tiempos quedaron atrás. Últimamente ya ni se viste ni se maquilla ni su mirada tiene otra cosa que no sea la tristeza, acaso fruto de una decepción irreparable. O unos amores contrariados. O una feroz hostilidad que acaba pasando factura. Quizá los sueños incumplidos, o el tiempo sin mesericordia, ése que hace de una mariposa azul un ser sin luz ni alas ni bonitas mañanas de domingo, tras una noche de amor o fantasía. Sin embargo, no hace mucho lo he visto con una peluca muy años 20, un chaquetón negro de peluche que le sentaba divinamente bien, unos zapatos veritiginosos y un maquillaje a lo Max Factor que le había devuelto la mirada de ensueño y es posible que también la esperanza. Quién sabe.         

viernes, 28 de enero de 2011

estamos descansando

Hoy, último viernes de enero, como ya es tradición, hacemos fiesta en el sector de la Publicidad. Es nuestro Santo Tomás de Aquino, nuestro San Raimundo de Peñafort, nuestro pequeño 4 de julio. Un día como otro cualquiera, sí, pero es nuestro día. Yo siempre he dicho que lo propio sería celebrar la fiesta de la Publicidad el Día de la Anunciación. O sea, el 25 de marzo, aunque es una festividad tan difícil de precisar que la Iglesia no se pone de acuerdo consigo misma y, de concilio en concilio, ha estado llevándola de acá para allá en el calendario. Pero lo cierto es que, según sabemos, "El Ángel del Señor Anunció a María". Y nadie puede negar que éste es uno de los pasajes más elegantes, poéticos y delicados de las Sagradas Escrituras. Demasiado, quizá, para una tropa tan apresurada como la nuestra. Por tanto, bien está que hagamos fiesta un día sin dueño, un viernes de lluvia, una mañana en la que nadie espera que se le aparezca el Ángel. Así las cosas: perdonen las molestias, estamos descansando.

jueves, 27 de enero de 2011

en pocas palabras

Hay dos (sub)géneros que me gustan particularmente: los anuncios por palabras y las erratas creativas. Un amigo, que sabe de estas aficiones mías, me ha enviado una pequeña muestra de supuestos anuncios por palabras, algunos realmente ingeniosos. Uno de ellos, muy negro, dice así: "Psicópata asesino busca chica para relación corta." Otro propone: "Cambio lindo doberman por mano ortopédica." Un tercero, además de ingenioso es ciertamente poético: "Hombre invisible busca mujer transparente para hacer cosas nunca antes vistas." Hace años leí un anuncio, al parecer publicado en el Westminster Herald, que no tiene desperdicio: "Deseo cambiar vestido de novia, ajuar y otros accesorios por pistola en buen uso." En esa frase está condensada toda una novela (que pese a las apariencias no tiene por qué acabar mal: la mujer despechada se casa finalmente con el dueño de la pistola). También recuerdo un microrrelato que me sigue pareciendo genial: su título era "La perplejidad de Edipo", y decía así: "Y entonces mi mamá me contestó: eso se lo dirás a todas." Lamento no recordar el nombre del autor. Ni tampoco el de este otro, más breve aun: "Cierra los ojos; todo lo que ves es mío." No lejos, al menos formalmente, están los aforismos, las paradojas, las muestras de ingenio. Groucho Marx, claro está, es una fuente inagotable en ese aspecto. Un poco menos conocido pero de no menor ingenio y quizá mayor calado fue el satírico vienés del primer tercio del s.XX, Karl Kraus. Escribió cosas como: "No me gusta inmiscuirme en mis asuntos privados." O bien: "La ingratitud es a menudo desproporcionada con respecto al benefico recibido." O esta otra: "Un poema es bueno hasta que uno sabe de quién es." O esta: "Muchos comparten mis opiniones conmigo; pero yo no las comparto con ellos." Conclusión: lo breve, si bueno, dos veces breve.

miércoles, 26 de enero de 2011

breve encuentro

No estaba en ningún club de Singapur; no ha sido secuestrada por ningún magnate del Golfo Pérsico; no ha ingresado en los circuitos del Este de trata de blancas, ni ha vuelto a su país, ni está declarada en paradero desconocido, ni tampoco hay en Interpol ninguna orden de busca y captura. No. Hoy, miércoles 26, a las 14.22 h., Lionella ha reaparecido en la línea 5 del Metro de Madrid. Desde el otro extremo del vagón he reconocido de inmediato su voz de ángel. Con el anhelo de un adolescente la he buscado con la mirada y he acudido tras ella. Mientras por el camino iba tratando de abrirme paso trabajosamente, sorteando bultos anónimos, pidiendo disculpas, etc, su voz de hilo de oro llegaba hasta mí en un español exótico y dulcísimo: "...escarmentar de la experiencia, pero nunca, nunca más..." Cuando finalmente llegó el  face to face... no me reconoció. Quizá mi sonrisa boba de "por fin, Lionella, el destino nos reúne" le ha llevado un segundo a tratar de hacer memoria. Y me ha devuelto la sonrisa, sí, pero mucho me temo que ha sido una dulce sonrisa amnésica. ¡Cómo es posible! No hace tanto hablé con ella casi un minuto en el andén, le di mi tarjeta ("escríbeme al mail, nunca se sabe"), intercambiamos miradas significativas... Es verdad que hoy la he visto más mujer de carne y hueso y menos donna angelicata que la primera vez, pero a pesar de la línea 5, de los bultos opacos, de los sueños incumplidos, de la vulgaridad reinante y de que ni Dios da una moneda a cambio de una hermosa canción..., a pesar de todo eso, Lionella sigue siendo un ángel. Vale, lo admito, su media melena no es de un rubio tan natural y renacentista como yo creía, ni su figura tan arcangélica, pero su mirada azul, al darme las gracias mirándome a los ojos en rumano, ha coincidido con su voz de hace tres meses, y quizá con mis sueños de dentro de tres años. Aunque todo ha sido tan breve, tan fugaz, que casi es como si no hubiera sucedido.          

martes, 25 de enero de 2011

a veces llegan cartas

Cada cierto tiempo aparece en nuestro buzón una carta del Ministerio de Trabajo, la Seguridad Social u otros entes públicos, a nombre de una señora que fue en su día propietaria del que es nuestro domicilio desde hace casi una década. Y siempre se nos plantea la misma duda: puesto que no tenemos su dirección ni teléfono ni modo de acceder o saber de ella, ¿qué hacemos con esas cartas? Y sobre todo, ¿en cuál de las seis casillas debemos "marcar con una X el motivo de su devolución"? A saber: 1. Desconocido. No sería del todo cierto; la conocimos en la notaría. 2. Rehusado. Es un poco fuerte ese indiferente desentendimiento, ¿no? Sería algo equiparable a aquella frase de una dureza mineral, cuando Don Juan Tenorio suplica in extremis el perdón al Comendador, puesto que de lo contrario se vería condenado al infierno. Y es entonces cuando el Comendador le responde: "¿Qué tengo yo, Don Juan, con tu salvación que ver?" 3. Ausente. Es obvio que sí, pero eso y nada... 4.Dirección incompleta. En absoluto; la dirección está perfecta y completa. 5. Marchó sin dejar señas. Hombre..., sí, claro; de lo contrario, no se plantearía la disquisición; y además, dicho de ese modo, parece que estuviéramos hablando de alguien que se hubiera dado a la fuga en un momento de descuido, y no es el caso. 6. Otras incidencias. Cómo no. Es el truco y a la vez el reconocimiento del fracaso de toda (mala) taxonomía. Pero el problema sigue ahí: ¿dónde poner la X? A veces en la vida nos ocurre otro tanto: no sabemos bien a qué carta quedarnos ni qué hacer con la X. Porque la X puede ser y querer decir tantas cosas... Es un enigma.

lunes, 24 de enero de 2011

fútbol es fútbol

 El pasado viernes por la noche, como tenemos por costumbre, aunque no por rutina, puse música y encendí una velas, unas lamparillas. Tras la cena, me quedé un poco abstraído mirando esas cinco llamitas en línea, pero distribuidas de un modo que, no sé por qué, me llevaron a pensar en  las delanteras legendarias de las que tanto me hablaba mi padre. Mirándolas, recordé a los míticos "héroes de Amberes": Pichichi, Acedo, Eguizábal, Patricio y Pagaza, con Belaúste a la cabeza, claro: "¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!" Evoqué también la célebre "delantera de seda" del Atlético de Madrid, con Juncosa, Ben Barek, Pérez-Payá, Carlson y Escudero. Y a "los leones" Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Y a "los cinco magníficos" del Zaragoza: Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Y de manera especial recordé con emoción a la que, según mi padre, que de fútbol lo sabía todo, ha sido la mejor delantera de todos los tiempos. Hay que ponerse en pie para escuchar estos nombres: Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento. En fin, el santoral familiar. Ya puestos, diré que la primera alineación completa que aprendí de memoria fue la del Madrid ye-yé, con Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento. Con ellos ganamos la 6ª Copa de Europa. Yo vi ese partido en blanco y negro. Luego vendrían muchas más delanteras y noches de gloria. Y las que vendrán. Dados  los antecedentes familiares, no es de extrañar la temprana querencia futbolera de mis hijos. Cuando la profesora pidió que cada niño pensara una frase de acción de gracias, casi todos eligieron la naturaleza, los animales, etc. Luisito no tuvo ninguna duda: "Doy gracias a Dios por haber creado al hombre que inventó el fútbol." Tal cual. Aquel niño es ahora un espigado adolescente que tiene muy claro su futuro: periodista deportivo. Lo será (si quiere). Y además de los grandes.

viernes, 21 de enero de 2011

no se lo digas a nadie

Al leer la noticia no he podido resistir la tentación y he cambiado el tema del post de hoy. Resulta que en Nueva York, en Berlín, en Barcelona, empieza a ser lo más cool cenar en sitios pseudoclandestinos que aparentan ser lo que en realidad no son: una falsa tintorería, una supuesta sinagoga, una tienda de chuches... donde para ser recibido hay que estar en el secreto urbano de las cosas, y además conocer la clave de acceso a las catacumbas. "Muchos son los llamados pero pocos los elegidos" sería una buena contraseña para un exclusivo garito súper fashion, oculto en los bajos de un taller de recauchutados, o en un desguace muy conocido en comisaría. Por cierto, ¿qué tal una timba de altos euros entre banqueros no fichados y cibertraficantes en una celda de máxima seguridad? Volviendo al asunto de las tintorerías con estrellas Michelin, nada supera hasta ahora la confidencia que me hizo un amigo serio, de izquierdas, alguien incapaz de  mezclar realidad e imaginación (no como otros): ante un problema con mi viejo ordenador, me habló de cierto local cercano donde encontraría todo tipo de recambios y soluciones informáticas. Y me contó a media voz que en la Xxxxxxx Xxxxxxxxxxx (o sea, en la Avenida Donostiarra) existe un puticlub donde te solucionan a buen precio problemas informáticos irresolubles. Al parecer (al parecer, insisto), al fondo de la barra, a la izquierda, hay una cortina granate que da a un pasillo angosto sin apenas luz, el cual conduce a una escalera de caracol descendente que, a su vez, desemboca en una gran superficie bien iluminada y refrigerada donde impecables informáticos gestionan y resuelven dificultades libres de impuestos. Y esto sucede no en Manhattan, ni en Tokio, en Moscú, en Singapur (un saludo, compañeros) sino aquí, a un paso, junto a la Plaza de Las Ventas. ¡Cuánto talento anda suelto por ahí! (Continuará)

PD: Por fin he resuelto, creo, la dificultad que había para dejar mensajes en este blog. Intentadlo. Y veremos.

jueves, 20 de enero de 2011

las marcas hablan

El lunes pasado citaba aquí algunas marcas que forman parte del paisaje de mi casa. Pero las marcas no son inocentes ni neutrales. Las marcas hablan mucho de sus frecuentadores. Lllevándolo al extremo, podríamos proclamar aquello de dime qué marcas de ropa usas, qué coche conduces, qué perfume te pones, qué vino compras, qué reloj llevas, qué modelo de teléfono móvil... y te diré (más o menos) quién eres. O mejor, quién quieres ser. Lo cierto es que, a sabiendas o no, vamos por ahí emitiendo un montón de signos, de mensajes, de "ideología" en el más amplio sentido. Y como yo tengo la sospecha de que el hábito sí acaba haciendo al monje, estoy casi convencido de que, por ejemplo, por muy pro saharahui que seas, si te pasas una temporada a base de Tommy Hilfiger, Ralph Laurent, Gant, Fred Perry, La Martina... acabas siendo un supermegapijo de molde que juega al golf los sábados en La Moraleja y al squash los lunes en el Reebok Sports Club (ABC de Serrano). Por favor, las copasss de los juevesss en Buda del Mar y en 69 Pétalos. De modo que hay que saber muy bien quién se quiere ser, y, sobre todo, quién no se quiere ser en ningún caso. Porque te descuidas un  poco una temporadita y, cuando quieres darte cuenta, resulta que te has convertido a la vista del público en tu peor enemigo. Y todo por no prestar suficiente atención a las marcas. Y a lo que estas dicen. Cuidadín. 

miércoles, 19 de enero de 2011

...tal vez soñar

Idea para un futuro libro de relatos. Unos laboratorios han patentado la fórmula de inocular en la mente humana sueños al gusto de cada uno. Una sencilla pastillita antes de acosatarse y... a soñar con los angelitos. O con quien sea. Cada comprimido (se presentan en cajas de 10 unidades) lleva en su interior un sueño determinado. Pero lo mejor de nuestros laboratorios es que, en su versión top, esos sueños son diseñados hasta en el más mínimo detalle por el consumidor que los encarga. Y ello le exige a este inventárselos, ponerlos por escrito, cuanto más detallados mejor, y enviarlos por mail a Suiza. Ni que decir tiene que la confidencialidad y el anonimato están garantizados. Lógicamente, según sea la complejidad de esos sueños, las pastillas tardarán más o menos tiempo en llegar al receptor. Claro que, en su versión estándar, con ensoñaciones predeteminadas que el consumidor elige entre un amplio catálogo, la cajita de 10 noches inolvidables resulta mucho más económica (ya hablaremos de PVP, promos, descuentos, programas de fidelización...) con envío exprés, etc.Yo, como soy bastante vulgar y previsible, empezaría pidiendo un dulce sueño con Angelina Jolie en Venecia: primero, un dry martini en Harri's Bar; después, Traviata en La Fenice; acto seguido, paseo por el Gran Canal hasta Rialto; sonrisas y miradas significativas a la altura del palazzo-museo de Peggy Guggemheim; finalmente, antes de volver a nuestra suite en el Danieli, Angelina y yo tomamos un bellini en la terraza del Quadri, y un negroni en la del Florian, donde, tras una versión exaltante de Fly me to the moon, la orquestina atacaría un melodioso By the Time I Get to Phenix, de Tony Gardner, extraído de un relato de Kazuo Ishiguro, perteneciente a su libro Nocturnos.  

martes, 18 de enero de 2011

el nombre de las cosas

Con las palabras sucede como con las personas: las hay bondadosas, elegantes, antipáticas, presuntuosas, indiferentes y, unas pocas, poseedoras de un atractivo irresistible. Y esto es algo que los que trabajamos en publicidad, marketing, comunicación en general, sabemos bien. O deberíamos saberlo. Pero es un hecho cierto que las palabras, más allá de su significado, pesan, huelen, murmuran, sonríen, se contonean, tienen su propia textura. Las hay espesas y dulzonas, como "bamboleo"; otras percuten el aire con afilada exactitud, como "colibrí"; algunas son perezosas y sensuales, como "frambuesa" o "muérdago"; también las hay esbeltas, como "peristilo"; o divertidas, como "martingala"; o  resbaladizas, como "alabastro." No es preciso insistir. Por eso, luchar mediante policías, jueces y altos presupuestos contra algo que llamamos ¡éxtasis!, nada menos que ¡éxtasis!, es una batalla perdida de antemano. ¡Pero, por favor, si desde que el mundo es mundo el ser humano lleva en su ADN el anhelo del éxtasis! En fin, dejémoslo. Si bajamos del cielo dos o tres escalones, nos encontramos con otra denominación genial y perversa: "drogas de diseño". ¿Acaso puede alguien rechazar hoy día algo que sea de diseño? ¡Si todo lo atractivo, moderno, cool, prestigiado, apetecible y deseable es... de diseño! Qué despropósito. Por último: ¿cómo es posible que la Iglesia siga exigiendo, en la liturgia del Bautismo, renunciar a "¡El Príncipe de las Tinieblas!" Oyendo semejante formulación ("Principe de las Tinieblas", culmen del Romanticismo), cualquiera diría que al Vaticano le escribe la estrategia El Enemigo. Y bien mirado... En fin, yo, como soy de buena familia, no quiero pensar mal, pero, caramba, ¡es que sus eminencias van provocando!

lunes, 17 de enero de 2011

ser o no ser

En mi casa somos de Mercadona y del Real Madrid, igual que en otras pueden ser de MoviStar o de El Corte Inglés. De Mercadona nos hemos ido haciendo trabajosamente, compra a compra, carro a carro; lo de ser del Madrid es algo casi genético en esta familia, previo al albedrío y al uso de razón: la mera posibilidad de optar por otros colores... ni se considera. Aquí somos (mis hijos) fanáticos de Nesquik; de hecho, la mayor trifulca doméstica que se ha vivido en esta familia  ha sido a causa de haber rellenado la lata de Nesquik con nada menos que ¡Cola Cao! Casi un motín. Y todo por una oferta (¡ay, los puntos, los puntos!), no en Mercadona ni en el SuperCor, ni en Eroski, ni en Caprabo: ¡en DIA! La crisis conduce a infidelidades como esta, a traicionar los principios más irrenunciables. Y quien esté libre de pecado... que arroje la primera marca. Por lo demás, también somos muy de la Cuatro (nada de Antena 3 y Telecinco) y durante muchos años hemos sido fans del Plus, aunque yo creo que seguimos siéndolo. En el campo de la telefonía, actualmente estamos en Orange, pero eso no quiere decir (por ahora) que lo "seamos" sentimentalmente: meros intereses comerciales. En coches, podríamos y casi deberíamos ser de BMW, pero, aunque me gusta conducir, la familia se inclina más hacia Audi, quizá porque, en efecto, "el progreso es hermoso", o porque su nombre es más ligero, pesa menos que BMW. Por último, tenemos en casa un conflicto de marca... desgarrador. Nuestra relación con el Grupo Prisa siempre ha sido excelente; ahora bien, el abandono de Paco González y su equipo de nuestro Carrusel Deportivo nos ha roto el corazón y los esquemas. Tener que elegir cada fin de semana entre el Carrusel de la SER de toda la vida y el gran Paco González... en la Cope, exige un ejercicio previo de abdominales del alma, un acto de contricción por la infidelidad (sea cual sea) que vamos a cometer. ¡Y encima para que gane el Barça!

viernes, 14 de enero de 2011

decíamos ayer

¡Hay tantos lugares en la memoria o en la imaginación para pasear... de aquí a la eternidad! A los citados en el post de ayer yo añadiría, así, de entrada, un paseo en blanco y negro por un sendero lleno de hojas caídas en el último y memorable plano de El Tercer Hombre. También recrearía uno muy dulce que tuvo lugar en Rosales, una tarde de octubre, a principios de curso, hacia mil novecientos ochenta y... uno, quizá. La Gran Vía del cielo sería exactamente la Gran Vía: el lugar más divino para caminar en compañía de algún arcángel de largas piernas, eurítmicos andares, ojos topacio, mirada ultravioleta... Tampoco estaría nada mal pasear despacio por un tramo muy concreto de la ribera del Canal de Castilla (entre Villanueva de San Mancio y Belmonte de Campos) a la caída de la tarde, quizá en el año cien mil quinientos, en compañía de quien yo me sé. Ver bajo los tilos del cielo a Marlene Dietrich caminando armoniosamente en compañía de Greta Garbo (aquellos días en Berlín; primavera de 1930) por Unter den Linden... sería tan sublime como acompañar a Billie Holiday por los callejones de Harlem minutos antes de amanecer, borrachos de blues y de bourbon, a la salida del Cotton Club. Dicho esto, me pregunto cómo serían sus andares guepardos tras una noche loca de jazz, alcohol, melancolía, humo azul... y una versión a última hora de Sophisticated Ladyhttp://www.youtube.com/watch?v=hs8w6R-Xh_E

jueves, 13 de enero de 2011

euritmia

 "Euritmia" es lo que fluye en los andares de Angelina Jolie caminando por Venecia en The Turist. En la escena a la que aludo, ella se sabe no solo vigilada sino observada de cerca y por entero, y eso la lleva a recrearse en la musicalidad que emana de sus pasos acompasados, del suave oleaje que su cuerpo dibuja en el aire al andar... No sé si me explico. En fin, era solo un ejemplo para ilustrar el concepto de "euritmia". Pero es verdad que los andares dicen tanto o más de cada uno de nosotros como la propia voz, la risa o los gestos. De hecho, los andares vienen a ser la voz de la figura, el espejo del alma de cuerpo... Algo así. Cada individuo tiene su propia firma, su letra, sus pupilas, sus huellas dactilares... y su manera de caminar. Siempre digo que conservo como oro en paño las voces y las risas de personas queridas o muy queridas, pero también  su manera de andar transitando por mi memoria. O por mi imaginación. Es curioso: las personas que me gustan, o que alguna vez me han gustado, tienen algo indecible en su manera de caminar que me atrae, o me atrajo, o ambas cosas. Hasta el punto de que si yo fuese creyente (¡ay, qué error,qué inmenso error no serlo!) organizaría en el Más Allá preciosos paseos sin prisa para los andares más queridos o admirados: en Venecia, claro está, pero también en Madison Avenue, en la abierta curva de Regent Street, en alguna mañana de primavera en Amsterdam, en un otoño sin prisa en el Hayedo de Irati (Navarra), en ciertos poemas de Leopoldo María Panero de Así se fundó Carnaby Street, en un septiembre de vendimia en la Toscana, en Cinecità, en el Chiado, en una novela futurista que carece de título, en un paseo de bellos andares que aun no se ha producido.

miércoles, 12 de enero de 2011

amor y dolor

Una mujer, en la crisis de la mediana edad, le confiesa dramáticamente a su marido, más como reproche que como elogio: "todo lo que te sucede te vuelve más atractivo." Ella es una prodigiosa Julianne Moore; él un discreto pero solvente Liam Neeson. La película, Chloe, de Atom Egoyan, es intensa, interesante, inteligente, imperfecta y perturbadora. Trata de personas de carne y hueso que aman, que dudan, que suponen, sospechan, callan, temen, sufren... Es decir, una película de verdad que avanza mientras va creciendo en ella una red de seducciones, deseos, pasiones, sentimientos y... presentimientos. Nada menos. Pues bien, Chloe  ha pasado sin pena ni gloria por la cartelera; le quedan exactamente cuatro pases: dos por la mañana y los otros dos a la hora del postre de la comida; su recaudación ha sido irrelevante, por no decir "infraordinaria". Me pregunto qué está pasando aquí, qué nos está pasando, para que una de las escasas películas realmente interesantes, inteligentes, etc, sea un fracaso de taquilla mientras banalidades olvidables (cuando no sonrojantes mamarrachadas) hacen recaudaciones millonarias. O casi. Esta tarde, a falta de dos días para desaparecer del único cine de Madrid en que aún puede verse, éramos tres los espectadores repartidos por la sala: una pareja y yo. O sea, un trío.  

martes, 11 de enero de 2011

de la felicidad

Existe al parecer un viejo probervio (chino, como casi todos los viejos probervios) que habla de la felicidad en estos términos: "si quieres ser feliz por un día, emborráchate; si quieres serlo durante un mes, mata un cerdo; si pretendes vivir feliz a a lo largo de un año, cásate; si aspiras a que la felicidad te dure toda la vida, sé jardinero." Aparte de la irónía implícita, no parece que esa manera de ver sea ningún desatino. Se entiende por "jardinero" el rodearse de cosas bellas (no necesariamente costosas) y poner en ellas cuidado, atención, dedicación, tiempo. Esa jardinería, ya sea de flores, de actitudes, de objetos, de palabras, es toda una declaración de amor a ciertas cosas (calma, paciencia, delicadeza, silencio, maduración, espera) y de renuncia a otras. Parafraseando la ya vieja canción, vivimos Malos Tiempos para la Jardinería. Pero es verdad que cada una de esas felicidades tiene su momento y sus justas dosis. Se empieza deseando la felicidad las 24 horas. Luego, sin renunciar al día a día, se instala uno por un tiempo en ese gozoso bienestar. Más adelante, se remansan los ánimos y se aspira al paraíso que habita en la sonrisa florecida, en la caricia demorada, en la curva de la felicidad que dibuja una cadera, un empeine, un párpado. Y a partir de un cierto momento, la belleza conduce a la paz; la paz se aleja de la prisa; la prisa es contraria a los otoños y a los jardines; los jardines nos llevan a la sabiduría... Desde luego, cuando me pongo oriental, me pongo muy oriental, muy antiguo chino. Y dicho esto, tampoco estaría mal cambiar los argumentarios, los claims, los cuerpos de texto... por medias frases que dentro de medio siglo nos hagan (les hagan) medianamente más felices. No niego que me encantaría dedicar media jornada laboral a recolectar viejos probervios chinos (se produzcan estos donde se produzcan), pero sé que a menudo, dadas mis inclinaciones, esos supuestos probervios, más que de China iban a parecer de... Chinatown. Por ejemplo, quién sabría decir de dónde procede este  probervio inequívocacamente chino: "Siempre se ve más claro... un poco antes de anochecer."                      

lunes, 10 de enero de 2011

marketing olfativo

Este inicio de 2011 lo recordaremos por los bares y restaurantes sin humo. Es curioso, ahora en los cafés, en las cafeterías, huele a café. Y se ve todo más nítido. Al parecer, eso no le gusta a todo el mundo. Pero es normal: estamos en España. "De qué se habla, que me opongo", solía decir Unamuno al llegar a la tertulia del café. Además, aquí los avances en general y las buenas noticias de todo tipo siempre encuentran un ruidoso sector de detractores irreductibles. Aparte de eso, la cosa tiene su aquel. Hace poco leí que va a comercializarse un ambientador con olor a tabaco, pensado para los bares que quieran dar gusto a los nostálgicos del humo. No es mala idea. El llamado "marketing olfativo" (ya se está utilizando en algunos centros pioneros) tiene porvenir. Sabemos que en el olfato reside la memoria involuntaria (Proust), y que un olor, una fragancia, se recuerda en mucha mayor medida que un texto, una imagen, incluso que un sonido. Parece razonable pensar que si una marca consigue ser asociada a una determinada fragancia... eso sería un gran avance para ella. ¿A qué olerían, pongamos por caso, el BBVA, Zara, Vodafone, Ikea, El Corte Inglés? A mí me gustaría una marca, una tienda, que oliese a una mezcla de cuero, coñac y tabaco de pipa. Pero sin humos. Aunque siempre me quedará la nostalgia por aquellos fumaderos de opio en Shanghái hacia 1930. Puro cine. Pura literatura.             

viernes, 7 de enero de 2011

tras la orgía

Tanto polvorón, tanto langostino, tanto lechazo, tanto ribera, tanto pavo relleno, tanto turrón, tanto roscón de reyes, tanto brindis... que los postres de las comidas se juntan con las meriendas, y estas con los aperitivos de las cenas, y así un día y otro y otro. Y todo ello en tal abundancia que ahora necesitamos una temporada a dieta, a base de verduras hervidas y omeprazol. Pero a dichos excesos hay que añadir otros no menores: tanta familia, tanta alegría, tantos mensajes, tantos regalos, tantos deseos, tantos abrazos que, tras semejante derroche de emociones, nos vemos obligados a someternos a una drástica restricción sentimental, a una carencia casi absoluta de calorías emocionales, hasta alcanzar el grado cero en emanaciones de esa naturaleza. En fin, que somos muy excesivos en esta tierra (no sé si también en Singapur), y tenemos por costumbre entregarnos a auténticas bacanales, tanto en lo tocante al cuerpo como en lo que afecta al espíritu. Pero ya se sabe que no hay fiesta que cien años dure, y ahora toca penitencia, ascética y reparación. El colesterol y los triglicéridos, esos pecados nuestros, nos lo exigen ya mismo. (A propósito de este blog: me aseguran unos y otros que resulta muy complicado dejar algo escrito en él. Trataré de ver el modo, si lo hay, de facilitar la publicación de comentarios).