lunes, 8 de octubre de 2012

maniquíes

Una cosa es ir de tiendas y otra salir a ver escaparates; hay una tercera vía: los escaparates te salen al paso a medida que caminas por la acera. Eso fue lo que me ocurrió anteayer, sábado, al mediodía. En un tramo de unos trescientos metros -calle de Alcalá- hay más de cincuenta tiendas de ropa. En algún momento, como si alguien me llamara por mi nombre, me llamó la atención un maniquí muy sexy. Y a continuación otro, y otro, y otro más, a medida que quedaban a mi altura. Empecé a fijarme no tanto en la moda de otoño como en los maniquíes que la mostraban: bellas chicas altas y dinámicas, acaso algo más delgadas de lo deseable, detenidas en un instante de ensimismamiento, como cuando nos detenemos un segundo en medio de la casa para pensar '¿dónde iba yo, y con qué fin?' Iba pasando de unas a otras, admirando sus largas piernas o sus altos hombros, sus pómulos, su cuello esbelto, su marcada cintura... Y fantaseaba con la idea de que cada uno de esos maniquíes podría tener su historia y sus anhelos, sus coqueteos bisexuales con otros maniquíes, o con otros paseantes ociosos y mirones, fáciles de seducir; aunque también tendrían sus temores de ser retirados del escaparate y de la temporada otoño-invierno, víctimas de algún ERE en el sector. Algunos de esos maniquíes, tras una noche de furia y sadismo en la trastienda, aparecen decapitados o sufren amputaciones de brazos o de piernas, o de brazos y piernas, y quedan reducidos a meros bustos -espléndidos bustos, eso sí- sin rostro, sin posibilidad de abrazar o echar a andar o sonreír a un loquito (lo llamaremos voyeur) que lleva cinco minutos mirando desde el otro lado del cristal. Observé que esta temporada, como la anterior, predomina el modelo longuilíneo pero sensual de Kate Moos. Sin embargo, en las tiendas de moda latina es JLo (Jennifer Lopez) quien inspira la figura y las medidas, incluso las miradas que nos salen al paso, desafiantes, desde sus escaparates horteras, llenos de ofertas y de sueños inconfesables. Como es casi obligado, me acordé de Daryl Hannah en Blade Runner, cuando, perseguida, se refugia en el almacén de los maniquíes y se hace pasar por uno de ellos. Por supuesto que Pris -Daryl Hannah- es una replicante, o sea un artefacto, un ingenio sin alma, pero resulta imposible no ponerse de su lado y contener la respiración cuando ella se camufla entre los maniquíes y entran en escena las linternas. De haber sobrevivido, ¿cuál sería el siguiente paso a dar por Pris y por Rutger Hauer frente al 'dios de la biomecánica'? Está claro: exigirle que dotara de vida y alma a aquellas criaturas que permanecían inacabadas, no bien articuladas, a medio hacer. ¡Oh, cielos!, me he metido sin permiso en el mundo de los autómatas. Que Dios me perdone. Y los maniquíes también.

2 comentarios:

  1. Nunca habia visto los maniquies de esa manera, como seres capaces de sentir, de expresar algun deseo y tambien poder sentir ese mismo deseo al pasar por las tiendas y verlos no solo como algo que se utiliza para mostrar la ropa de temporada. Sino el poder admirar su cuerpo, sus curvas y su sensualidad. Es interesante la forma en que lo plasmas y creo que la proxima vez que vaya a las tiendas ya las mirare desde una perspectiva totalmente diferente, e imaginare como seria si ellas tuvieran vida y pudieran expresar algun deseo o sentir...

    http://abzurdahzenizientah.blogspot.com/ - blog de poemas

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  2. No sé de dónde sales, Zenizientah,ni cómo has llegado hasta aquí, pero bienvenida en cualquier caso. Por cierto, está muy bien esa cita que incluyes en 'Poemas y algo más': "...me doy, cual barco sin amarras, a los hados."

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