miércoles, 3 de octubre de 2012

misterios

A veces me pregunto qué pensarán de mí los lectores de este blog que no me conocen. Qué idea se habrán ido haciendo de su autor a través de los textos que dejo aquí cada día para quien los quiera leer o echar un vistazo de cuando en cuando. ¿Qué ve en este diario un lector lejano que entra a veces desde Rusia o Estados Unidos o Alemania? Los de Singapur, tan persistentes durante un tiempo, han desaparecido de las estadísticas de Blogspot, espero que no del mapa. Eso sí, a cambio, han llegado otros visitantes igualmente misteriosos y procedentes de países lejanos, aunque no todavía de desiertos remotos: el pueblo árabe en su conjunto sigue ignorándome con elegante desdén; confío en que a partir de ahora empiece a notarse la presencia de un amigo filólogo y maurófilo destinado en Rabat. Por momentos, trato de ponerme en el lugar de alguno de esos lectores desconocidos de este blog... y desconocedores de ese tal 'copy' que dice escribir  sus entradas de lunes a viernes. La primera pregunta en hacerme sería si el autor es un solo individuo o se trata de un colectivo que firma bajo el mismo pseudónimo. Pudiera ser,  al menos yo no lo descartaría de entrada. Superado ese primer obstáculo, ¿qué pensar de quien realmente escriba este diario? Pensaría que se trata de un individuo (o un 'personaje' creado por alguien o por varios) al que, para empezar, le gustan las palabras, y le gusta jugar. ¿Infantilismo, inmadurez, huida de la responsabilidad, peterpanismo? A la vista está que tiene una indisimulada afición al fútbol y al buen vino de los viernes a la caída de la tarde, y que es proclive a una cierta sentimentalidad. Que le gustan las mujeres es una evidencia, pero también lo es que hay una que le gusta más que el resto -mucho más, diríase-, sin que de ello se infiera que el resto de las mujeres que le gustan (o que puedan gustarle en adelante) le gusten poco. Por ello mismo, pensaría yo, nuestro desconocido amigo tiene su mérito al no ser realmente -como todo parece indicar que no es- un mujeriego compulsivo. Puestos a sacar conclusiones -quizá algo apresuradas, provisionales en todo caso-, yo deduciría que se trata de un tipo de mediana edad, a menudo bromista, es cierto, pero que ama el jazz y la lluvia, y también el cine y las canciones y las ciudades hermosas. Probablemente estemos ante un individuo algo frívolo, no demasiado profundo, acaso infiel en las formas pero leal en el fondo. Aunque también es cierto que yo solo entro ocasionalmente en este diario de un supuesto copy en crisis. Y además, acá, en Buenos Aires, estoy demasiado atento a mantener activo el gabinete y el diván ocupado. Ciao.

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