lunes, 22 de octubre de 2012

lunes, parque, niebla

Esta mañana el parque estaba desierto bajo la niebla protectora; un escenario perfecto para empezar un lunes con cierto estilo cinematográfico: la luz cruda y húmeda estaba muy bien puesta en escena, propia sin duda de un buen operador. Mientras caminaba, acudían a mí posibles escenas para imposibles películas. No es por presumir, qué va, pero tengo una cierta práctica en imaginar secuencias de películas que siempre dejo inacabadas (bueno, también dejo a medio hacer otras muchas cosas: desde un poemario que pintaba bien hasta un severo propósito de enmienda). La escena tiene lugar a primera hora de la mañana en una ciudad portuaria del norte, Rotterdam,  Montreal, acaso la libre y hanseática ciudad de Hamburgo. Mientras van apareciendo los títulos de crédito, alguien camina por un parque sin nadie; algo en ese hombre nos hace pensar que ha pasado la noche en blanco, aunque no sabemos aún si viene de una noche entera de amor recién inaugurado o de una madrugada de alcohol y garitos infames o de ocho horas de insomnio sin somníferos. Para el espectador, ese caminante puede estar dirigiéndose a denunciar un robo -coche, documentación, ordenador con material sensible- en la comisaría más próxima, o bien camina hacia su apartamento tras 48 horas de amor y sexo y proyectos sin descanso, o quizá a ninguna parte, si acaso a un bar de confianza donde el café sea bueno, fuerte y barato. A medida que avance la película iremos sabiendo, por ejemplo, por qué el guionista eligió la niebla de un lunes a primera hora. También tendrá sentido el piloto giratorio, silencioso y ámbar que aparece al fondo. Sabremos asimismo el por qué de la sonrisa del hombre que camina con las manos en los bolsillos del chubasquero verde olivo. Entenderemos la relación existente entre la música que suena mientras él avanza bajo los títulos de crédito; es probable que también entendamos que esa misma música que suena es la que él va escuchando a través de los auriculares de su i pood: es el Almost Blue de Chet Baker que, a mitad del parque, se funde con la versión de Diana Krall, tan inspirada esta vez. Pero la escena queda interrumpida porque esa música no es que 'ya la toqué mañana' sino que me lleva a ayer, domingo todo el día, por fortuna lluvioso, a considerar tres opciones: abandonar a la familia y esconderme hasta las medianoche en los cines Verdi; desaparecer en algún sitio que nadie conozca y del que no dar explicación ninguna; planchar exactamente 19 camisetas de hijos, media docena de chándals, 5 pantalones míos y 6 de otros, alguna sutil blusa, 8 camisas, 4 pijamas y medio. Ciertas prendas delicadas me las reservo para otras películas, otras tardes de domingo o posts de lunes.

1 comentario:

  1. Cuando leí lo de "abandonar a la familia" pensé: será sinvergüenza el tío. Pero en seguida rectifiqué y solté una carcajada al comprobar que solo era un sueño que tuviste mientras planchabas. Ese es nuestro copy.

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