martes, 31 de enero de 2012

se buscan hombres

Hay algo peor a no tener claro un tema para el post del día: tener media docena; lo cual es como encontrarse con seis maneras posibles de llegar al mismo destino. Es aquello de 'lo mismo me da que me da lo mismo'. O dicho a la mexicana: 'lo mismo, nomás que diferente'. Lo tengo comprobado, cuando digo 'México' me es imposible no recordar un dicho que existe en Oaxaca: "para todo mal hay que tomar mezcal; y para todo bien, también." Y esto viene a cuento para hacer realidad lo que dijo en algún acto público el escritor mexicano Fernando del Paso: "...antes de empezar a hablar, quisiera decir una palabras." Lo cual, por un lado parece un homenaje a Mario Moreno, Cantinflas, y por otro podría ser un relato micro de Augusto Monterroso. Una de las líneas posibles para el post de hoy era la tesis de que a veces (con frecuencia, diría yo) la publicidad es superior al producto publicitado. Valga un ejemplo muy de actualidad: la agencia Shackleton ha hecho para Spanair cosas maravillosas, innovadoras, casi me atrevería a decir que geniales, pero es evidente que la marca no ha estado a la altura. Eso pasa a menudo: buenos creativos, buenos conceptos, buenas estrategias, buenas campañas... y luego, todo para nada. Pero es verdad que suele ser mejor el eslogan que el político, la idea que el programa, la marca que el producto, el tráiler que lo que anticipa. Por eso creo que un martini sabe mejor después de haber visto una docena de anuncios de Martini. Y digo esto con conocimiento de causa: el pasado domingo vi el cartel original de Zinzano, obra del gran artista gallego Luis Seoane. Pues bien, fue mirar ese diseño, esa tipografía unida a ese nombre -Zinzano-, y sentir el deseo de beber y conversar con todos cuantos con él bebieron y conversaron. Pero mi mala memoria me lleva a buscar algo de lo que ahora me acuerdo y no me acuerdo. Por fin lo encuentro. Es el anuncio que publicó Ernest Shachleton para una expedición a la Antártida en 1914: "Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de absoluta oscuridad. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito."

lunes, 30 de enero de 2012

ligerezas para un lunes


 "De todo menos aburrimiento" es el eslogan de un megacentro comercial en el que estuvimos de compras anteayer, sábado. Aunque comprar, lo que dice comprar, compramos poco, pero echamos la tarde muy entretenidos. Las Últimas Rebajas, el Remate Final, etc, era la disculpa; en realidad fuimos hasta allí a "elevar nuestro nivel de serotonina", en palabras de mi mujer. Me impresionó la frase. Dada mi tendencia a 'depresionarme' los domingos por la tarde, el chute de serotonina tenía una función preventiva, o de recarga, con 24 horas de antelación. Y es verdad que ayer salí indemne del domingo. Sin embargo mi hijo Ignacio (10 años) nos sorprendió al final de la tarde con una frase imposible de mejorar: "me duele la cabeza de aburrirme." Claro que para frase antológica la que cuenta Sabina en El País Semanal que escuchó decir a Lola Flores: [hagas lo que hagas] "abstente a las consecuencias." A diario nos llegan tantas cosas y por tantas vías que la memoria no es capaz de retener. Recuerdo una viñeta de El Roto que decía: "con las nuevas tecnologías me informo al segundo y olvido al instante." Precisamente por eso, antes de que se me olvide, voy a contar aquí un chiste que oí el otro día en la radio. "Era tan tacaño tan tacaño que cuando veía la misa en la tele y pasaban la bandeja, cambiaba de canal." Bueno, y otro en la misma línea, siguiendo con el tópico de los catalanes. "¿Qué hace un catalán cuando se le incendia la casa? Una llamada perdida a los bomberos." También he oído uno de estos días: "no estoy bostezando; me sorprendo a cámara lenta." Y esta otra noticia salida de un twitt: "se separan el hambre y las ganas de comer." Y otro twittero, este de Valladolid: "mira, no sabemos nosotros cuándo cae la Semana Santa... ¡y van a saber los mayas cuándo se acaba el mundo!" Por último, traeré aquí algo que he leído recientemente en un libro de viajes -años 40- en el que el gran reaccionario Agustín de Foxá cuenta que una elegante dama le confesó en Estocolmo con toda naturalidad: "Aquel año íbamos a tener un hijo, pero se nos ocurrió marchar a Londres a presenciar el Derby." Y no dice más. No sé si es el colmo de la frivolidad o un drama familiar propio de una película de Bergman. 

viernes, 27 de enero de 2012

el archivo del diablo

Ayer por la tarde escuché en un programa de radio algo que me llevó a la conclusión de que, en efecto, Google lo sabe todo de mí. Y de todos nosotros. Tanto a través del propio buscador como de su herramienta de correo "gmail", Google tiene procesados en su  ilimitada memoria todos mis movimientos, búsquedas, navegaciones, páginas vistas, correos enviados, recibidos, eliminados. Nadie sabe tanto de mí como Google. Ni yo mismo, puesto que yo olvido cosas y él no; él conoce todos mi pasos, y además los tiene ordenados, relacionados, cronografiados. Cuenta con miles de datos sobre mi vida, gustos, tentaciones, tendencias,  reincidencias, aficiones no declaradas... En vano elimina uno (o eso cree) pruebas, nombres, direcciones, posibles pistas, coqueteos con desconocid@s, masajes tántricos, navegaciones por aguas turbulentas... entre otras intimidades. Lo tiene todo de mí: desde los más oscuro hasta lo más sublime, si lo hubiere; y también lo más vulgar. En Google reside, además de la biblioteca universal, el archivo del diablo. Y allí, en uno de sus mil millones de desvanes, se encuentra, cifrado, mi 'retrato de Dorian Gray'. Cada día, cada noche, el retrato recibe nuevas pinceladas, aportaciones, correcciones, veladuras, sombras..., algo casi imperceptible que sugiere más que dice, matiza más que afirma, insinúa. El ciber-retrato no se detiene nunca. Un paso mío en falso -procesado al instante por Google- puede ensombrecer la mirada luminosa que había conseguido en las últimas semanas. Si entro en "el rincón del vago" o cometo plagio en un verso buscado, él toma nota con nombre, fecha y hora. Si recibo en gmail un correo... inapropiado, él se queda con el dato y lo agrega a la lista de mis deudas o al sumario de mis responsabilidades pendientes. Ahora entiendo por qué, sin yo saber el motivo, a veces, al escribir un correo o firmar un manifiesto o sumarme a una causa de "Actuable" trato de ser o parecer alguien decente o medianamente honesto. Lo hacía, lo hago, para mejorar en lo posible mi retrato en Google, para restar en él alguna pincelada a mis ojeras, y que mi sonrisa no se desdibuje del todo, y, en fin, para que mi expresión no recuerde a la del Papa Inocencio X en el retrato de Velázquez. Demasiado para un viernes.




jueves, 26 de enero de 2012

la nube

(para Z)

Guardar archivos en 'la nube' es algo difícil de entender para mí. Conste que la idea me encanta, y además me parece extraordinariamente poética. Imagino esa nube de internet como una especie de guardamuebles de dimensiones cósmicas en el que conviven en armonía materiales muy diversos, desde el título secreto de una futura obra maestra hasta el Museo del Louvre al completo, digitalizado cuadro a cuadro. Los archivos top secret del Vaticano tendrían por vecinas a las imágenes grabadas clandestinamente en una mítica orgía celebrada en  Hollywood. Declaraciones de amor, confesiones de culpabilidad, pruebas irrefutables de corrupción, canciones inéditas (o mejor dicho, inauditas), escándalos de todo tipo, recetas no publicadas de Ferran Adrià, descubrimientos como la  fórmula -encriptada, por supuesto- de 'la eterna juventud', que sería el secreto mejor guardado de los laboratorios suizos y la gran esperanza de la Vieja Europa. En español, 'estar en las nubes' es estar ausente, tener la mente en otra parte, o en ninguna parte. ¿Y en internet? ¿Dónde se encuentra esa nube -cloud computing- en la que se guardan como tesoros los más codiciados archivos informáticos? Más preguntas: ¿Cuánto pesa la nube? ¿Y cuánto peso puede soportar? ¿Cuál sería su umbral de saturación? Si esa caja fuerte virtual alcanzara tal concentración de contenidos que, de algún modo, acabara por explosionar... ¿no sería eso el fin del mundo anunciado metafóricamente por Lars von Trier en su magnífica Melancolía? Millones y millones de gigas de memoria RAM (y de la otra) se esparcirían por el silencioso espacio del post apocalipsis. Inmensos vertederos de chatarra virtual flotarían desplazándose por algún lugar o dimensión de la galaxia. Cajas negras, endecasílabos luminosos, secretos nunca revelados, porno duro, material sensible... brillarían para nadie en el azul oscuro de la noche sin límites.

                                                                                                                                                       

miércoles, 25 de enero de 2012

¡hala Madrid!

Independientemente del resultado del partido de esta noche en el Camp Nou, a mí, como aficionado, y sobre todo como madridista, este desquiciado y desquiciante Mourinho me estomaga y me abochorna. Pensaba desahogarme y decir hoy aquí unas cuantas cosas por las que detesto a este personaje delirante que nos ha caído en desgracia, pero, pensándolo mejor, no me voy a tomar la molestia de dedicarle muchos más caracteres. Solo espero que se largue lo antes posible y, como suele decirse, tanta paz lleve como descanso deja. De todos modos, yo confío en que el equipo (por su cuenta) saque a relucir la casta y, además de salir a por todas y hacer un gran partido, le dé una lección a su entrenador. La casta les viene del fondo del vestuario en el que se vistieron los Pirri, los Camacho, los Santillana, los Stielike, los Juanito... Y por supuesto, la calidad futbolística para dar un buen susto al gran Barça la tienen más que acreditada. Con un medio centro como Xabi Alonso, que es un 'metrónomo' que reparte juego en todas las direcciones y en un perfecto equilibrio de espacio y tiempo. Con un coloso como Sergio Ramos, que se eleva por encima de todo y de todos con el ímpetu necesario para derribar murallas. Con un 10 como Özil, que con el balón en los pies es resbaladizo en el área como un jabón mojado en la bañera. Con un afilado estilete como Di María, tan veloz y directo al corazón que parece no pisar el suelo cuando huele la sangre. Con la magia negra de Marcelo, que cuando entra en éxtasis produce un vértigo de catarata amazónica. Con un tándem tan letal como Benzema e Huiguaín, con los que nunca sabes por dónde te vana venir los tiros. Con un Cristiano que, además de emperador temido y adorado, quiere elevarse a categoría de dios y fundar una nueva religión que lleve su nombre y su efigie. Y por si algo faltara, bajo los palos está el mejor portero del mundo. Un equipo como este no puede salir jamás a ningún campo a "perder por la mínima" (tal como planteó su entrenador el partido del Bernabeu). Y hoy, menos que nunca.

martes, 24 de enero de 2012

2x1

La crisis, la cuesta de enero y el final de mes explican que la fórmula "llévese dos y pague uno" esté funcionando con toda naturalidad. Esta misma mañana he comprado en AhorraMás dos baguettes al precio de una. Y en la frutería que está a continuación aparecen numerosos rótulos anunciando diversos 2x1. Por otra parte, pero en la misma dirección, a mi correo electrónico llegan todos los días ofertas 2x1, o similares, procedentes de muy variados sectores: viajes, restaurantes, hoteles, ocio, spa, masajes (tántrico no incluido), moda, telefonía, informática... Prácticamente en todos los sectores de consumo masivo aparece el 2x1 o el -50% Dto. De lo que se deduce, con un poco de demagogia, que gastando la mitad de lo que gastábamos antes de la crisis se puede vivir igual. O casi. Para ello basta con tener un buen frigorífico y dedicarle tiempo a las ofertas del día. Y comprar ropa y calzado en las Segundas Rebajas de Zara, Springfield, Adolfo Domínguez. Y buscar los chollos en Grupalia o en Atrápalo. Y enviar los mensajes por Whats App. Y seguir yendo al cine una vez por semana, pero ahora en día del espectador. Con eso y algunos trucos más se puede vivir como un príncipe del  Renacimiento en estos tiempos difíciles del post derroche. A veces, en la vida, un poco de escasez (un poco, digo) no viene mal del todo para combatir los excesos de la abundancia y la grasa subsiguiente. Con pocos recursos y afilando la creatividad se pueden conseguir grandes momentos. Con unas pocas palabras se  puede hacer un haiku memorable. Con unas pocas notas, un  minueto exquisito. Basta un lunar bien puesto y poco más para ser la Pompadour en el baile de disfraces. Eso sí, hay que tener mucho arte y buen humor. Y volviendo al principio: si aplicamos el 2x1 como  norma de conducta, disfrutaremos el doble. Porque 2 no siempre es mejor que 1, pero es muy tentador y se presta más al juego. Un 2 en la quiniela suele repartir más dividendos. Y dos copas de buen vino dan para una buena conversación. Aunque también es cierto que donde esté un beso bien dado... que se quite el rutinario 'par de besos'. ¿O no?

lunes, 23 de enero de 2012

un segundo

Resulta que hay un segundo por ahí bailando entre el ser o el no ser. Leo -no es broma- que cerca de 700 expertos de 70 países se han reunido en Ginebra para decidir qué hacer con ese segundo excedente que es preciso ajustar cada varios años para que el tiempo atómico y el astronómico coincidan. Al parecer, la Tierra gira cada vez más despacio sobre su eje, "como una peonza", y por ello hay que corregir ese desfase, ese segundo 'bisiesto', para que todo vaya como un reloj en los telescopios espaciales, en el sistema GPS, en numerosos programas y aplicaciones. Pero corregirlo a mano, uno a uno, es costoso, y por eso algunos países como EE.UU. son partidarios de eliminarlo sin más, y aquí paz y después gloria. Gente sin escrúpulos. Gente que no conoce el matiz. Cargarse de un plumazo el 'segundo intercalar' es propio de mentes sin sutileza, puede que pragmáticas, sí, pero de brocha gorda. Un segundo es del todo irrenunciable. En un segundo caben muy a gusto no menos de una docena de récords mundiales de atletismo. Por un segundo se cierran las puertas del metro y perdemos ese tren que nos llevaría muy lejos; el siguiente viene con retraso y ya será tarde para llegar a tiempo. En un segundo se produce una chispa en el cerebro que alumbra una idea que arrojará luz sobre la oscuridad, haciendo así visible lo que era invisible. Un segundo de miradas coincidentes en el momento preciso puede dar lugar a 50 años de felicidad compartida y unos cuantos nietos (o no). Un segundo es la diferencia insalvable que se interpone a veces entre el mirar a destiempo y el ver lo que acaba literalmente de ocurrir. Un segundo acoge en su interior una locución de cinco o seis fonemas: "si tú me dices ven". En un segundo se toman decisiones que evitan un accidente, corrigen sobre la marcha un itinerario, cambian el curso de los acontecimientos. En un segundo de distracción se envía un e-mail a la persona equivocada... que resultará un acierto insospechado. Durante cien centésimas, durante mil milisegundos permanecemos en la cúspide de un éxtasis que explosiona como una supernova en la bóveda del cráneo. En fin, no soy ningún fanático de la precisión atómica en las mediciones, pero no me parece que se deba despreciar ni un solo segundo de esta vida, aunque sea un segundo cada no sé cuántos años.

viernes, 20 de enero de 2012

así es la vida

Una amiga -aquella cuya voz y manera de hablar es 'imitada' por la periodista María Guerra- me pidió que la tuviese al corriente de las posibles novedades en la relación recién descubierta entre Roger y Anita, la pareja que surgió del parque en medio del otoño (ver los posts de los días 4 y 7 de noviembre). Les atribuí esos nombres artísticos por el dálmata que sacaba ella a pasear y por la historia que surgió entre esta y el apuesto dueño de dos cokers que se cruzó en su camino una alegre mañana con vistas al futuro. Pues bien, siento tener que decirle a mi amiga y a los demás interesados que la encantadora pareja no ha vuelto a aparecer por el parque. No al menos a primera hora de la mañana, coincidiendo conmigo. Y es una lástima, porque, además de ser tal para cual, ponían una nota de glamour y estilo en nuestro parque de barrio, tan escaso en ese aspecto. Aunque una mañana, no hace mucho, oí a una joven de veintitantos que levantó  la voz para llamar a sus dos perros por sus respectivos nombres, y estos eran (lo juro) Hacker y Broker. Ante alguien que hace gala de semejante naming, es imposible no echarle un vistazo. Ella también parecía de importación, como quien viene de La Moraleja o de Aravaca y ha caído aquí por pura casualidad.Tenía un aire muy fashion (no sé si victim) y, por aquello de las afinidades, me acordé inevitablemente de Roger y Anita. De haber coincido, se hubieran hecho amigos de inmediato, y entre ellos todo sería como muy happy, con esa confianza que dan las primeras marcas, de Ralph Laurent para arriba. ¿Qué habrá sido de aquella pareja tan prometedora de felicidad y viajes de placer? Prefiero creer que irán con sus perros a otro parque, o quizá estén viviendo en Londres, por trabajo, o en un chalet en El Escorial, junto al campo de golf de La Herrería. Sea como fuere, les deseo lo mejor. Y más ahora que Lavinia ha fallecido en Downton Abbey a causa de la llamada 'gripe española', y Matthew, roto de dolor y de mala conciencia, ha rechazado la idea de unir su destino a Mary, precipitando así  la boda de esta (salvo sorpresa) con quien no desea casarse. Y lo peor de todo es que el próximo miércoles será el último capítulo de la serie. ¿Qué vamos a hacer en adelante sin los Grantham y su mundo, sin el señor Carson y los de abajo, sin la bella Sybil, que deja Downton Abbey para establecerse en Dublín con su amor plebeyo, el apuesto chauffeur de la casa?   La vida es dura.

jueves, 19 de enero de 2012

harper's bazaar

 Una buena marquesina te para en seco en medio de la calle. La portada del Harper's Bazaar de enero, adaptada al formato y medidas de las marquesinas, es de las que le obligan a uno a hacer un alto en el camino y contemplar el espectáculo. No voy a tratar de describir aquí la foto de esa portada /cartel porque nunca ha sido más cierto que una imagen vale más que mil palabras. Se trata de la modelo Candice Swanepoel, y de ella dice la revista que es "un ángel de carne y hueso y una de las protagonistas del desfile de moda más famoso del mundo, el de Victoria's Secret." El fondo blanco, la sombra que ella proyecta, el gesto, la expresión de su rostro, el vestido, el escote, la posición de los brazos, las manos en la cadera, las piernas cruzadas, los zapatos vertiginosos... Todo lleva al caminante a detenerse y contemplar lo que ha surgido delante de sus ojos: una fantasía, un sueño. Si esa marquesina estuviera junto a una terraza, a pesar del frío me hubiera sentado en la mesa más próxima a ella. A observarla detenidamente. A escucharla con los ojos. Porque esa imagen, esa portada, dice mucho. Y esa boca entreabierta también parece querer decirnos algo. O acaso acaba de pronunciar no sé qué palabra o fonema, tal vez "bazaar". O está viéndose en un espejo, ensimismada, y lo que ve en él hace que se quede sin palabras, con la boca abierta. Me sentaría en esa terraza, sí, y trataría de imaginar cómo es su voz, cómo gira levemente la cabeza y se lleva la mano al pelo (despeinándolo un poco), o cómo descabalga la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, se levanta y da unos pasos hacia la cámara, hacia la mesa invisible de la terraza inexistente. Luego gira sobre sí misma, como en la pasarela de Victoria's Secret, y vuelve a su posición de portada en la marquesina. En la parte superior se lee una frase (creo que de Coco Channel): "La moda pasa de moda, el estilo jamás." Yo me animo a escribir aquí otra: Tras contemplar a un ángel puedes presumir de haber estado unos minutos en el Paraíso. 
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www.harpersbazaar.es/actualidad-noticia/candice-swanepoel-secreto-un-angel-victoria-s-secret_407.html

miércoles, 18 de enero de 2012

puro teatro

Ayer asistí al estreno de una obra de Calderón que, al parecer, llevaba nada menos que 150 años sin ser representada en España. Su título: En la vida todo es verdad y todo mentira. No voy a contar en este reducido espacio los vaivenes de la sinopsis, claro está, ni voy a meterme en camisa de once varas en relación con lo que hay en ella de filosófico, político, moral... "Una vida vale más que un reino", afirma uno de los personajes. Lo que sí puedo decir aquí es que en esta obra de teatro total -'total' porque lo tiene todo y de todo hay en ella- se produce un constante ir y venir entre la realidad y las apariencias, entre lo que parece ser y lo que es sin parecerlo, entre verdades que mienten y mentiras que acaso esconden la verdad. Por momentos, todo parece (quizá lo sea) un juego, un acertijo, pero un juego en el que todo se dice o se desdice por partida doble: a la vez una cosa y sus antípodas, un paso a dos en contrario, una coreografía de palabras en danza y contradanza. Lo pasé bien en esa partida de ping-pong entre Heraclio y Leonido. ¿Quién es quién? ¿Y quién es hijo de quién? La resolución del enigma se aplaza una y otra vez, y entretanto la certeza cede el paso a la duda, la realidad al sueño, la incertidumbre a la magia. Y siguen los paralelismos, simetrías, duplicidades, juegos de espejos, borgianos "laberintos, retruécanos, emblemas", trescientos años antes de Borges. Tras la batalla final (ya digo que hay de todo) las cosas se ponen en su sitio: muere el tirano y el destino hace justicia salomónica: abolidas las dualidades y eliminados los antagonismos, el legítimo heredero asciende al trono y el que no lo era es perdonado; este, a su vez, en agradecimiento, se convierte en el más fiel de los vasallos de todo el reino de Trinacria. Al final, el público, unánime, ovacionó largamente a todos los actores. A la salida, ya en la calle, la noche estaba fría, pero el corazón seguía caliente.

martes, 17 de enero de 2012

¿qué caballos son aquellos...?

¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? Así se titula una novela de Lobo Antunes recién publicada. El autor cuenta que ese título está sacado a una antigua canción popular del Alentejo portugués: "¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? / Son los Reyes de Oriente que al Niño van a adorar." Me pregunto quién sería el letrista anónimo que compuso esos versos, y la respuesta ha de ser necesariamente: un poeta, y además de los grandes. El primero de los dos versos no puede ser más evocador, más fabuloso y a la vez delicado. "¿Qué caballos son aquellos...?" empieza con un misterio, con algo que se vislumbra en la lejanía y produce asombro, incluso inquietud; y el verso se completa con el prodigio de que esos caballos remotos "hacen sombra en el mar." La solución al misterio solo podía ser la que es: los Reyes Magos. O bien, tratándose de Portugal, el Rei Dom Sebastiao que, según la leyenda mesiánica, emergerá algún día con su ejército desde el fondo del océano para recuperar la grandeza perdida (en la batalla de Alcazarquivir) y no recobrada. "Don Sebastián volverá, dice la leyenda, una mañana de niebla, en su caballo blanco, venido de la isla lejana donde estuvo esperando la hora de su vuelta", escribe Pessoa. En definitiva, Don Sebastián es un Rey Mago, y por eso su caballo (y los de sus lugartenientes) "hacen sombra en el mar." Al leer ese título tan poético que Lobo Antunes ha dado a su última novela me he acordado inevitablemente de otro título del que ya hablé aquí hace algún tiempo; me refiero al de un libro delicioso de Mathias Enard: Habladles de batallas, de reyes y elefantes. Pertenece al parecer a una cita de Rudyard Kipling que dice: "Ya que son niños, habladles de batallas y de reyes, de caballos, de diablos, de elefantes y de ángeles, pero no dejéis de hablarles de amor y de cosas semejantes."

lunes, 16 de enero de 2012

seguidores

Todos somos seguidores de alguien o de algo. Y a veces el seguidor tiene alguien siguiéndole. Sin ir más lejos, este blog, como todo blog, tiene sus "seguidores" declarados, los cuales vienen a ser una especie de miembros de honor o socios compromisarios que supuestamente lo avalan. Por descontado que no todos los lectores habituales de este diario (solo una pequeña parte) se declaran "seguidores" del mismo, con su nombre y su avatar, ni tampoco todos los que figuran en él como tales son, digamos, de comunión diaria. Pero, bueno, siempre es de agradecer que sigan ahí, sin cobrar por ello ni darse de baja. Yo también soy seguidor declarado de alguno, aunque mi fidelidad no es precisamente la más ejemplar de la bloguería. Y antes, mucho antes de ser bloguero fui seguidor de futbolistas y cantantes, de actores, de actrices, de directores, de músicos, de poetas... Primero fui fan enamorado de un rayo de luz llamado 'Marisol' que me deslumbró en el cine Omy de mi niñez. Luego vendría con el 10 a la espalda Velázquez, el cerebro de aquel Madrid ye-yé que acariciaba el balón con sus pases de seda y una elegancia que solo heredaría Marcial. Ya en la adolescencia me hice forofo del jugador más carismático que ha tenidio el Pucela en los últimos cuarenta años: Lorenzo, un interior diestro parecido a lo que poco después sería Juanito, pero con una aire torero y manierista como no se ha visto cosa igual; las gradas de Zorrilla enloquecían con él. Por aquel entonces yo ya era seguidor incondicional de Serrat. Y sin dejar de serlo, el año de COU, además de Neruda y de Lorca y de Aleixandre, me arrebató Paco de Lucía con aquel LP (lo conservo) titulado Fuente y caudal. Cuando vi El gatopardo me hice seguidor entusiasta del cine de Visconti. Cuando vi Historias de Filadelfia me hice de Cary Grant, Catharine Hupburn y James Stewart. En los primeros años 80, el grito de Camarón me entró en el alma como un relámpago: lo seguí con fervor hasta el final. Igual (o más) me sucedió y me sigue sucediendo con Enrique Morente. También fui seguidor del mejor medio centro que he visto en mi vida: Fernando Redondo. De Zidane ya he confesado aquí mi devoción sin límites. De Woody Allen, también. Y de John Coltrane, y de Miles Davis, y de Billie Holiday, a la que seguiré escuchando siempre. Hay más, bastantes más, pero los dejo para otra ocasión. Se me ocurre que por cada nuevo seguidor de este blog, yo confesaré otros amores y querencias, otros seguimientos aún no declarados.

viernes, 13 de enero de 2012

downton abbey

Estoy entregado a la causa de Downton Abbey, la serie que emite Antena 3 en su 2ª temporada. Aunque soy algo perezoso para seguir las series televisivas -excepción hecha, claro está, de Modern family-, esta lo reúne todo para tenernos (a my lady le ocurre lo mismo) cada noche de miércoles pendientes de cuanto suceda en el fascinante mundo de los Grantham, una aristocrática familia inglesa, muy inglesa, en la época de la Gran Guerra del 14. Todo en Downton Abbey es admirable, empezando por el palacio donde transcurre la mayor parte de la acción y continuando por cada uno de los actores y actrices del reparto, con una Maggie Smith insuperable en el papel de Lady Violet, y un mayordomo, el señor Carson, que nada tiene que envidiar a Anthony Hopkins en Lo que queda del día. Los diálogos, los hilos de la trama, las interrelaciones personales que van profundizándose con cada episodio, la fotografía, los elegantísimos encuadres, el vestuario, la música, el ritmo con que se suceden las secuencias... todo es magnífico. Hay cosas en ella que recuerdan a otras series británicas como Arriba y abajo, o como  Retorno a Brideshead, grandes entre las grandes. Por las razones que sean (presupuesto, tradición, escuela, savoir faire...), los ingleses son imbatibles haciendo series 'de época'. Sin embargo, en España, las series históricas rara vez alcanzan la credibilidad y factura de producción deseables. La propia Antena 3 ha estrenado esta semana el primer capítulo de Toledo, ambientada en la corte de Alfonso X el Sabio, s. XIII. Bueno, pues, a pesar del visible esfuerzo en la reconstrucción histórica (y de mi disposición favorable) no pude evitar una cierta sensación de cartón piedra y guardarropía. En fin, otra vez será. Afortunadamente, nos queda Downton Abbey. Y más ahora, que Matthew, el heredero de Lord Grantham, ha recuperado por sorpresa la movilidad de las piernas ¡y la virilidad! perdidas en las trincheras de la Gran Guerra. Él es un caballero y está resuelto a casarse con la abnegada Lavinia, pero la bella e inteligente Mary sigue secretamente enamorada  de él y... todo puede suceder. Más aun cuando la abuela, Lady Violet, está moviendo los hilos sutilmente desde el refinamiento de su aristocrática sabiduría. Veremos.

jueves, 12 de enero de 2012

la plancha

Hoy le he hecho al blog novillos, o pellas, o como se diga. Mi kiosquera ayer no abrió y puso un cartel en el kiosco en el que se leía: "este establecimiento permanecerá hoy cerrado por asuntos personales". Yo debería emplear aquí una fórmula semejante, o bien inventarme una mentira muy verosímil o muy artística. Hace muchos años, un compañero mío -director creativo de la agencia en la que empecé a trabajar, Publicidad 2000- cuando estaba muy harto o no tenía ninguna gana de seguir trabajando, de pronto, llevándose las manos a la cabeza delante de todo el mundo, exclamaba: "¡Hostias, la plancha!" Y ante la expectación creada a su alrededor, añadía con expresión horrorizada: "¡Me he dejado la plancha encidida!" ¿Quién puede discutirle a alguien que vive solo una razón como esa para largarse de inmediato de la oficina? Bueno, pues, eso: que hoy me dejé la plancha encendida. Pero ya la he desenchufado. Y mañana será otro día.

miércoles, 11 de enero de 2012

espías y vampiros

Recientemente he visto El topo -o si se prefiere, Tinker Taylor Soldier Spy-, una magnífica película de espionaje basada en la famosa novela de John le Carré del mismo título. Disfruté muchísimo con esa partida de ajedrez entre Londres y Moscú, con esa atmósfera helada y a la vez agobiante que recrea el ambiente sombrío de los servicios de inteligencia durante la guerra fría. El Goerge Smiley conseguido por Gary Oldman es realmente asombroso. Reconozco que -desde aquella inolvidable Operación Cicerón, dirigida por Joseph Mankiewicz, con un soberbio James Mason- siempre he sentido debilidad por las (buenas) películas de espías. Me apasionan. ¿Y qué relación tiene esto con los vampiros? Pues muy sencillo: el director de El topo es Tomas Alfredson, el mismo que dirigió en su país, Suecia, otra gran película 'de atmósfera', la perturbadora y muy poética Déjame entrar, tan distinta a todas las películas de vampiros que yo haya visto. Y no acaban ahí las coincidencias, claro: Gary Oldman fue el maravilloso Drácula de Coppola. Cómo olvidar sus gafas de cristales azul-violeta, su sombrero de copa, chaleco y levita grises en la escena del cinematógrafo, con su voz hipnótica susurrándole a Lucy una de las frases más románticas que conozo: "He cruzado océanos de tiempo para encontrarte." Y qué decir del cuello largo, limpio y virginal de Winona Ryder. Hay escenas en que ese cuello, esa yugalar intacta, resultan de un erotismo exasperante. Aunque es bien sabido que el erotismo es consustancial a Nosferatu y en general a toda historia de vampiros. Pero también, y sobre todo, esas historias son inseparables de un romanticismo sin remedio. Al final de Déjame entrar, la niña vampira y su amigo (de unos 10 años) viajan en tren; ella va oculta en una caja. A través de golpecitos desde el interior, se comunica con su compañero utilizando el código morse.Y lo que le dice es: "te envío un beso." Y él, con el mismo sistema, responde lo mismo, o algo muy parecido. Tac-tactac-tac-tac-tac... Al evocarlo ahora, me pasa como a Ingrid Bergman en París, que "no sé si son cañonazos o los latidos de mi corazón."

martes, 10 de enero de 2012

desaprender

Lleva ya algún tiempo en los medios una campaña de ING Direct basada en el concepto "desaprender." Importado del campo de la psicología y la pedagogía, desaprender sería como desprenderse o  dejar a un lado ideas, prejuicios o hábitos adquiridos con anterioridad que impiden o dificultan una apertura de mente a nuevos conocimientos enriquecedores para el desarrollo personal. Bueno, más o menos. Dicho muy vulgarmente, sería algo así como el "antes de entrar, dejen salir." En la campaña publicitaria de ING Direct, el concepto está un poco traído por los pelos, o al menos yo lo encuentro algo forzado, pero esa es otra historia. Voy a otros desaprendizajes. He leído en la prensa que una investigación científica -realizada durante años con más de 7.000 funcionarios de ambos sexos y publicada  por el British Medical Journal- llega a la conclusión de que a partir de los 45 años se produce un deterioro creciente de las funciones cognitivas (memoria, razonamiento, fluidez idiomática...) Según ese estudio, cuyo rigor y validez no pongo en duda, yo llevo una década desaprendiendo sin prisa pero sin pausa. Quiero creer que lo que pierdo por un lado (en los columpios) lo gano por otro (en los caballitos), pero no estoy seguro de que así sea. El otro día, en una comida con poetas, me decía uno de ellos, lamentándose con ironía, tras un par de lapsus de memoria: "¿Te acuerdas de cuando decíamos las cosas de un tirón, sin que tuviéramos que pararnos a buscar una palabra, el nombre de un autor, la marca de un vino?" De modo que, al saber que el deterioro cognitivo de... Brad Pitt, por ejemplo, comenzó hace tres o cuatro años, me consuelo pensando que también él o George Clooney habrán olvidado ya, o casi, algunas pequeñas cosas que, en su momento, quizá les parecieron inolvidables. Confío en olvidar sólo aquello que no me hace bien, y dejar así espacio para los recuerdos más queridos, y para lo bueno y lo hermoso que nos llega cada día. Por cierto, ¿para cuándo el 'viagra' de la memoria?

lunes, 9 de enero de 2012

cine secreto

Se trata de algo así como una cita a ciegas con el cine, y al parecer es lo último y lo más cool de Londres. La mecánica es esta: te registras en una web y esperas a recibir los emails que te te irán dando pistas acerca de dónde será el pase, cuando tendrá lugar el encuentro, cómo debes ir vestido, qué ambiente te espera. El sitio, el vestuario, el atrezzo, los extras contratados... todo tiene relación con la secreta película -siempre una obra maestra- que vas a ver en la clandestinidad. Me parece una idea brillante y espero que muy pronto podamos vivirla también aquí. Ya me veo saliendo de incógnito, con sombrero y gabardina, aparcando mi coche frente a una gran mansión, algo alejada de la ciudad. En el recibidor -cuyas puertas de entrada "habrían permitido el paso de un rebaño de elefantes indios"- una joven y atractiva mujer me daría la bienvenida diciéndome: "Es usted muy alto", a lo que yo habría de contestar: "Ha sido sin querer." Luego un mayordomo me conduciría hasta el invernadero donde el aire es "espeso, húmedo, cargado de vapor e impregnado del perfume empalagoso de las orquideas tropicales", y, tras servirme una copa de brandy, me invitaría  a tomar asiento para asistir en unos minutos a la proyección de... Ya he dado sobradas pistas para adivinar el título de la película. Otro día (noche más bien) la cita sería en una vieja gasolinera abandonada, junto a una carretera estrecha por la que ya nadie pasa. En el museo de cera, a media noche, tendría lugar la proyección de un clásico de terror escalofriante. En el edificio de Telefónica, en la Gran Vía madrileña, veríamos una de espías y agentes dobles durante la guerra de España, con reporteros norteamericanos, brigadistas internacionales, oscuros traficantes, un baile de máscaras en el Círculo de Bellas Artes... Será la gran venganza de los cinéfilos frente al cierre de salas. Primero tomaremos los cines cerrados (o transformados) de la Gran Vía: Palacio de la Música, Cine Avenida, Pompeya, Alexandra, Azul... Después nos extenderemos como un ejército de sombras cinéfilas por toda la ciudad. Estamos listos. Esperamos la señal.

jueves, 5 de enero de 2012

30"

Hablaba ayer aquí de los anuncios de perfumes. Son ya todo un género: se caracterizan por una realización extremadamente cuidada; una sofisticación en la imagen que a menudo cae en el amaneramiento; unos cuerpos -tanto de hombre (Davidoff) como de mujer (Dolce & Gabbana)- que harían perder la cabeza a cualquiera. Lo que proponen o sugieren esos clips publicitarios a sus potenciales consumidores no es cualquier cosa: es un vuelo, un éxtasis, una fantasía erótica para la que no hay palabras. Esos microrrelatos de 30" nos transportan a un mundo fabuloso de irrealidad y ensueño, nos invitan a imaginar qué sensaciones tendríamos al pasar la yema de un dedo por la espalda estremecida o los labios siempre húmedos de... Kate Moos al borde del delirio, por ejemplo. Por momentos caemos en la tentación de imaginárnoslo; es decir, desafiamos a la naturaleza y al sentido común y nos convertimos en ángeles desobedientes que exigen su paraíso en la tierra. La mirada es poderosa: puede desencadenar terremotos, revoluciones, deseos inconfesables, compras por impulso. En 30" la mirada puede hacernos viajar más allá de Orión, traspasar todos los límites, transgredir las normas o principios más sagrados. En el reino de Phantasia todo se permite: ninfas y centauros a la orilla de un río, sátiros y lolitas en el bosque de las tormentas, sirenas y vampiros, armanis & gabbanas, vírgenes y arcángeles, hijos de Dior... Todo es posible. Una gota resbalando garganta abajo en medio de un spot puede ser una tortura y un grito de placer. Unos párpados caídos, unos labios anhelantes, pueden ser causa y a la vez efecto de extremas dulzuras y de abismos nunca vistos. Si fuera posible 'vivir' de algún modo virtual esos spots (tiempo al tiempo, presupuesto a la investigación), no resistiríamos mucho más de 30" subidos al éxtasis: una sobredosis de Emporio Armani Rapture o de Calvin Klein Man nos electrocutaría los sesos y el sexo. Nos expulsaría del paraíso, nos convertiría en polvo. No sé si polvo enamorado, pero sí al menos perfumado. 
En este enlace puede verse un atisbo de ese paraíso improbable. Cuidado, dura más de 30" 
Emporio Armani Rapture for women on Vimeo

miércoles, 4 de enero de 2012

deseados

Estos días, los bloques de anuncios en televisión son prácticamente un catálogo de perfumes. Es como si casi todos los anunciantes de otros sectores se hubiesen retirado para ceder el paso y rendir culto a sus majestades los reyes del perfume. El número de marcas o referencias en este sector ha crecido hasta saturar la pantalla en la franja horaria de mayor audiencia. Las estrellas prestan su imagen a un perfume determinado: Charlize Theron a J'adore, de Dior; Scarlett Johansson es la musa de Dolce & Gabbana; Keira Knightley es Coco, de Channel; Natalie Portman, Miss Dior Chérie; Orlando Bloom sonríe para Hugo Boss, etc. Otras y otros crean sus propias fragancias o les ceden su nombre además de su imagen: Banderas, Shakira, Beyoncé... Sin excepción alguna, todos esos anuncios venden una misma cosa con ligeras variantes: deseo. El perfume como elemento desencadenante de un erotismo irresistible que suscita un deseo avasallador. Algo así. De manera que, por poner solo un ejemplo, unas gotas de Eau de Toilette Boss te 'transfieren' de algún modo el salvaje atractivo sexual de su prescriptor, el deseado Jonathan Rhys Meyers. En algún lugar de nuestros sueños o de nuestro subconsciente (o no tan sub) se nos plantea un dilema: ¿quién quiero 'ser' por una noche: Clive Owen, Cayetano Ordóñez, el marinero de J.P. Gaultier, el guapo chico solitario de Massimo Dutti que escucha a Antony and the Johnsons? Claro que ningún hombre ha sido tan deseado y envidiado como Jacks, el de busco a Jacks. Por cierto, hace mucho tiempo que no aparece en la tele la chica de la moto y del escote que lo buscaba denodadamente cada noche durante años. ¿Qué habrá sido de ella? ¿Lo habrá encontrado al fin? Pero Jacks nunca apareció en la pantalla. Y es lógico que así sea, porque Jacks, como el halcón maltés que todos codiciaban, está hecho de la materia con que se hacen los sueños.

martes, 3 de enero de 2012

tentaciones

Todo son tentaciones, especialmente en estos días. Entran por todas partes. Ni siquiera hace falta mirar los anuncios de la televisión, ni acercarse a los escaparates de las marcas con más glamour. Basta abrir el correo electrónico y echar un vistazo a los emails del día y a los (o las) newsletters de agencias de viajes o a las propuestas de ocio y placer. Hoy mismo he recibido una de esas ofertas que uno no debería rechazar... si está en su sano juicio. Porque "9 días de crucero en Semana Santa por el Mediterráneo para toda la familia" (el subrayado es mío), a bordo de nada menos que el Grand Mistral, con camarote doble y "todo lujo de detalles", en régimen de "todo incluido" (o sea, barra libre las 24 horas), y con un descuento del 35% sobre precio de tarifa... pues a ver quién es el guapo se resiste y dice no. Claro que para tentación irresistible no hay otra como esta que me propone pasar tres noches en "Marrakech, hotel 5*: lujo en pareja." Tengo que admitirlo, a mí esas dos jotas de "lujo en pareja" me vuelven loco de pasión y embrujo, y casi que de lujuria también. ¡Qué tres noches de cinco estrellas! Porque, vamos a ver: si la pareja en sí es un puro lujo (al menos en mi caso), pues no digamos ya lo que puede ser un "lujo en pareja". Droga pura. Un escándalo de champagme francés y marihuna alahuita. Y mucho, mucho amor hasta caer rendidos al amanecer, mientras hasta nosotros llega el canto lejano del muhecín llamando a la oración... o a los sueños, los más dulces y acaso prohibidos sueños. Y todo ello a un precio que da risa, un precio tan "económico" que casi me da vergüenza ponerlo aquí. Por escandoloso, claro está. Y qué decir de esa otra oferta en la que me proponen nada menos que vivir un "Festín infinito". Inevitablemente pienso en el rey Baltasar de La Biblia, en orgías babilónicas, en Sodomas (o en Gomorras, si el aforo está completo). Pienso en fin en todo lo que me pierdo, nos perdemos, en esos lujos, esos festines, esos viajes al fondo de la noche y de los placeres más inconfesables... que nunca vivremos, ay de mí.

lunes, 2 de enero de 2012

club

Ayer, 1 de enero, Valladolid amaneció crudo y gris. Atrás quedaban noches bajo cero y días luminosos de cielos muy azules. A primera hora de la tarde, la ciudad desierta parecía Varsovia en los tiempos de la guerra fría. De vuelta a Madrid, pronto anocheció. Menos tráfico del esperado. En el coche sonaba uno de mis clásicos favoritos: Gymnopedies, Gnossiennes, de Erik Satie, en la versión suavemente jazzística de Jacques Loussier. Hay que admitir que un 1 de enero es siempre un día inhóspito, sin objeto, vacío de contenido y sin otra expectativa que un panorama diseñado para huir de este mundo... hasta el día siguiente. Por eso subí la temperatura y recurrí al disco de Satie/Loussier, para ponerme a salvo de escalofríos y desolaciones. Pero hay momentos y viajes de vuelta, a solas con nosotros mismos, en que sentimos que todo se precipita en la vida de un modo irreparable. Y eso produce una sensación o estado de vulnerabilidad, de indenfendión, como de hallarse uno a la intemperie. Y si además coincide con ese primer día del año que ni es día ni es nada.... pues peor que peor. No eran aún las siete de la tarde y hacía rato que la noche era cerrada; la niebla también. Al calor de la música, intentaba consolarme de la aceleración que adquiere el tiempo y de sus efectos. Me dejaba arropar por el piano de Loussier tratando de que todo quedara en una simple y casi dulce melancolía, y evitar así males mayores. Pero de pronto sucedió algo que cambió las cosas. En algún momento vislumbro entre la niebla, a la izquierda, junto a la carretera, una casita baja adornada con un juego de intermitentes luces navideñas, cálidas, acogedoras luces que parecen estar ahí para desear feliz navidad o año nuevo a los viajeros solitarios que cruzan la noche, etcétera. Me parece algo así como la casita encantada perdida en el bosque de los cuentos. Distingo en ella una delgada línea roja de neón, quizá una flecha, y más arriba, sobre el tejado, una caligrafía también de neón rojo que dice sencillamente: club. Sonrío por vez primera en todo el viaje. Me doy cuenta de que se ha acabado el disco y pongo al azar el CD que encuentro más a mano: suena Diana Krall interpretando en directo, entre otras, una versión del Fly Me to the Moon. Poco después levantó la niebla, pero hacía ya varios kilómetros que las cosas se veían de otro modo. Feliz 2012.