martes, 23 de octubre de 2012

si de verdad me amas, miénteme

"Si de la noche a la mañana la gente dejase de mentir, no existiría ningún matrimonio en la tierra, y en cierto modo eso sería el final de la civilización". Esta frase la pronuncia el protagonista de la obra de teatro La Verdad, de Florian Zeller, adaptada por Josep Maria Flotats. No tengo que hacer el menor esfuerzo para imaginarme a Flotats diciendo esas palabras. Parecen escritas para él, para su voz, su ironía, su prosodia culta y ligeramente impostada, así como a la francesa. No sé si me explico. Ya el subtítulo es toda una declaración de principios: La Verdad: de la las ventajas de callarla a los inconvenientes de decirla. Aparte de la gracia y el juego que lleva implícito, el asunto... se las trae. Yo no quisiera pasar aquí por un cínico redomado, ni por un frívolo evanescente, pero menos aún por un brutal dogmático de los de "muera yo, y conmigo todos los filisteos" en aras de la verdad. No, no creo que la verdad consista en contarlo todo-todo-todo, caiga quien caiga. Evacuar el 'todo-todo-todo' está muy bien para el confesionario (que con ese fin se inventó el secreto de confesión) y para el diván del psicoanalista argentino: lo sueltas, lo pagas y te vas. Pero fuera de esos evacuatorios que tanto alivian nuestras almas, contarlo todo es un grave error en muchos casos, y una crueldad sin objeto, sin recompensa ninguna en otros. Hay veces que decirle a alguien 'la verdad' no solo es contraproducente sino una canallada propia de un sádico. En esos momentos estelares de las grandes confesiones, alguien -Dios, il diabolo, un amigo, un ángel, un poco de sensatez- debería susurrarnos al oído: 'calla'. Esas verdades innecesarias que solo causan dolor, quizá le vengan bien al emisor para soltar lastre y sentirse limpio de polvo y paja (dejemos por una vez las bromas), renovado y absuelto por la diosa Sinceridad. Pero no. Sabemos que el esfuerzo sin recompensa produce melancolía. Sin embargo, qué pasa con el daño sin beneficio, con el dolor que solo ocasiona más dolor y más insomnio y amargura en los pliegues de los labios. Está claro que, con excepciones, el que hace daño con verdades es que busca hacer daño, o quizá es que no da importancia al daño que produce. En fin. Voy a tratar de salir de aquí lo mejor posible, ayudándome de otra obra, Wilt -la genial novela de Tom Sharpe-, llevada ahora al teatro en Madrid. Hay en ella una frase / moraleja que la cuña publicitaria utiliza, como no podía ser menos: "Miente para que te crean." Y añade por su cuenta: "A veces es la única manera." Para mí que le sobra la justificación. Qué afán por pedir disculpas no solicitadas. Me quedo sin espacio. Mañana más mentiras.

6 comentarios:

  1. Muy interesante, por favor mañana más. C.R.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, CR. Cuando estás dos o tres días sin aparecer por aquí, no silo te echo de menos sino que pienso(mal)que me has abandonado por otro blog más atractivo, por otro copy más interesante. Gracias por volver.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No hay otro copy más interesante (para mí) y no se puede volver si nunca te has ido. Gracias a ti siempre. C.R.

      Eliminar
  3. Qué tema más difícil has elegido hoy.
    Daría para hablar durante varias cenas, hasta los postres y orujos... Sobre los criterios de medida, sobre los límites, sobre la necesidad, sobre el origen de la necesidad, etc, etc
    Solo quería añadir una apostilla: cuando he hablado de este tema con varones, han estado siempre de acuerdo en la tesis que mantienes. Ahora bien, si los protagonistas de la elección al decir la verdad, media verdad, o el silencio, eran ellos. Cuando he preguntado, que pensaban al respecto si eran ellas, sus compañeras, las que tenían que elegir... la sonrisa de seguridad se borraba automáticamente.
    El tema que nos propones hoy tiene una mala compañía, la cultura que nos forma/deforma.

    ResponderEliminar
  4. Luis,aunque no te lo creas,todavía me tienen que ayudar para abrir tu blog. No estoy ducha como internauta.
    Acabo de leer tus escrito de ayer "si de verdad me amas, miénteme". Uuuff! has tocado mi punto flaco, tú lo sabes. Mi obsesión con meterme en la mente de la otra persona.. ese es mi dolor.
    Claro que te quiero, y mucho! Ya te lo he dicho mas veces, escribes muy bien y me gusta leerte. Que sepas que esto me ha costado mucho escribirlo.

    Un beso, Glo.

    ResponderEliminar