lunes, 2 de julio de 2012
nosotros y el fútbol
1) En mi
casa se vive el fútbol con pasión. Antes de los partidos, en particular de los
grandes partidos, escrutamos las alineaciones, discrepamos o asentimos acerca
del planteamiento 4-4-2, doble pivote, rombo, falso 9, etc. A falta de media
hora para que empiece el encuentro, por toda la casa se cruzan los comentarios
radiofónicos de Carrusel Deportivo (SER) y de Tiempo de Juego (Paco González, en la Cope). Del
salón a la cocina (tal que “del Portillo a la Arganzuela”) se percibe la tensa
espera, los nervios, casi como del vestuario al pasillo que conduce al terreno
de juego. La pizza barbacoa está ya en el horno y el mantel de cuadros llega a
la mesa baja, frente al televisor panorámico LG 37’. 2) Es verdad que en España
se sobreactúa mucho con casi todo, y los éxitos deportivos (y los fracasos) se
exageran hasta unos extremos a menudo sonrojantes. Pero eso no es casual: aquí la
desmesura ‘vende’, y el exceso forma parte de nuestro paisaje
sociológico. A mí eso me desagrada, pero es así, y de nada sirve negarlo o
hacerse de nuevas. 3) Entiendo a los que, en situaciones como la que hemos vivido
las últimas tres semanas de Eurocopa a todas horas, se irritan o se indignan o
se muestran apesadumbrados, incluso abatidos, al ver a toda una sociedad anestesiada
por algo tan burdo como el ‘pan y circo’, y por el consabido ‘opio del pueblo’.
Vale. Yo no digo que eso no sea del todo así; es más: lo doy por hecho en gran
medida; pero también afirmo y reclamo la necesidad de un poco de opio cada
cierto tiempo, con mayor motivo en años de crisis. ¿Por qué el ‘opio’ está tan
mal visto? ¿No habíamos quedado en que todos los puritanismos eran anacrónicos, estreñidos, retrógrados? 4) Lo de anoche en la Final de
la Eurocopa fue de lo más hermoso que yo recuerde haber visto en
mi vida. ¡Qué maravilla! Qué manera de moverse y de tocar el balón, mejor incluso que el Brasil del 70, si cabe. Más que
centrocampistas, carrileros, interiores, mediapuntas, matas, pedritos, torres de ajedrez, etc, lo que vimos y oímos fue un grupo de
violinistas que fingían jugar al fútbol, aunque su manera de atacar la
partitura era un movimiento desplegado en acordeón. Que no se acabe nunca
la memoria. Que no perdamos el recuerdo de esta alegría efímera, de esta felicidad. Mi
hijo Ignacio, antes de cumplir los 10 años, pronunció una frase maravillosa que
nunca olvidaremos en esta casa; le dijo a su hermano mayor algo muy suyo que
quizá ya he traído aquí: "Oye, Luis, menos chulería y más Vicente del
Bosque."
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues vaya!
ResponderEliminarEs una entrada preciosa. Yo creo que ya debemos dejar de disculparnos por tener capacidad de disfrutar a pesar de todo. Y ese partido nos hizo disfrutar como nunca, así que muchas gracias a la Roja.
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