miércoles, 18 de julio de 2012

lo canalla

Ayer me puse algo sublime al escribir aquí polvo de estrellas. Para compensar, hoy me voy a echar un poco al arroyo de la mala vida. La idea de escribir este post me vino en el cine de verano -esa bendición para las cálidas noches del barrio- viendo una interesante película policiaca española: Grupo 7, de un director muy solvente, aunque desconocido para mí: Alberto Rodríguez. Hay en esa película una escena para la antología de lo canalla: el grupo de polis está tomándose unas copas en un garito sevillano de la peor reputación, en tiempos de la Expo' 92. Les acompaña La Caoba, una buena puta deslenguada, generosa y confidente. Uno de los polis, encendido por el whisky, la mira con deseo y ganas de jugar. La Caoba, que tiene muchas tablas y mucho sexo en el rostro, entra al juego y le sostiene la mirada bandida como quien acepta el desafío y dobla la apuesta. Es entonces cuando empieza a sonar la rumba Se me va, en la versión incomparable del genial Bambino. Y ahí da comienzo un juego de roneos y lujurias en los ojos para ver quién seduce más a quién. Esa breve escena tiene duende, sin duda, y logra transmitir -¡oh, milagro!- el punto de vértigo que a veces, ya muy a última hora, brilla un instante en la barra de un bar o en el hielo de un whisky. D'Angelo, Costa Fleming, La Ballesta, Desengaño, Capitán Haya, clubs de carretera donde La Magdalena espera a media noche. ¿Cómo era?  "...la novia de la flor de la saliva, la virgen del pecado..." ¿sigue viva? Pero nada tan canalla como las noches y las rumbas de Bambino en los 70. Diez años después, más o menos... ya casi de día, reír en Madrid a carcajadas, tomar en San Ginés un JB con churros, caminar despacio hasta Sol, recordar lo de Ava Gardner y el camión de la basura, dar los buenos días a las chicas malas de Montera, pedir a un travesti un fortuna, por favor, pensar el inicio de un poema mientras dura el humo, bajar al metro, observar las caras de los viajeros, leer el Marca tomando un carajillo en El Brillante (Atocha), y luego, subir la escalera, lavarte los dientes, quitarte la ropa, tenderla en la cuerda, olerte las manos, meterte en la cama y apagar la luz. Todavía tienes (o tenías) un minuto y medio para recordar esa canción corsaria, himno canalla de las madrugadas: "Soy ese vicio de tu piel / que nadie puede comprender, / soy..., soy lo prohibido." Bambino for ever.
Para quienes desconozcan quién fue Bambino, voy a dejar aquí dos, tres enlaces, a cual más representativo y macarra de ese género y esas madrugadas que yo apenas conocí, salvo ya en su, digamos, tardodecadencia.  
Bambino Se me va - YouTube
bambino voy a perder la cabeza por tu amor - YouTube
Bambino - La nave del olvido - - YouTube



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