viernes, 27 de julio de 2012

veraneo

Por todas partes nos llegan propuestas para pasar unas vacaciones de ensueño y a unos precios irresistibles. Rivera Maya, Costa Dálmata, crucero por las islas griegas, 7 noches en Punta Cana, hotel 5*, por sólo 920 €, 5 noches en Fuengirola, hotel 4*, por apenas 129 €, que da incluso apuro decir un precio así. En fin, hay ofertas para todos los gustos y todos los bolsillos: ¡5 noches en el Algarve por 59 €! Yo, si pudiera, picotearía un poco de aquí, un poco de allá, no mucho calor, algo de lago Como, crucero de Copenhague a San Petersburgo con escala en los puertos del Báltico, una semanita en el concejo de Llanes, otra en San Sebastián, veinte días a la sombra de la higuera en Tierra de Campos, con buenos libros, buen crianza, buen pan y buen queso, con excursiones por el románico palentino... Y así hasta completar los tres meses reglamentarios de las vacaciones escolares que todo ciudadano debería tener garantizadas por ley: del 20 de junio al 15 de septiembre, cómo mínimo, y ni un paso atrás. Sólo así se puede 'veranear' de verdad, que es un concepto caído en desuso: el veraneo, los veraneantes... Pienso en las dachas veraniegas de las obras de Chejov, en los hoteles des Bains en Deauville o en Biarritz,  en aquellos balnearios de Karlovy Vary, Baden-Baden, Marienbad... incluso el de Cestona, que estaba muy bien, me consta. Pero, claro, para recuperar ese deseable ritmo de vida y ocio slow -es sabido el prestigio de que gozan las denominadas Slow Cities o Cittaslow- hay que adaptar el tiempo al tempo, y adecuar el calendario laboral a las aspiraciones revolucionarias de ocio y calidad de vida. O sea, menos de tres meses, nada. Y no es por presumir, pero tengo muy desarrollado ese programa laboral y su calendario correspondiente, que ya mismo pongo a disposición de los compañeros de Comisiones y UGT. En síntesis: quedarían suprimidos todos los 'puentes' y algunas fiestas no civiles (a determinar por Comunidades) y se exigiría trabajar en serio pero alegremente en horario ininterrumpido de 9.00 a 14.00 h, o bien -en función del clima, época del año, cultura, etc- de 8.00 a 13.00, o de 10.00 a 15.00 de lunes a jueves sin excepción. Pero esa es otra historia. Yo, por ahora, voy a seguir veraneando en Madrid de lunes a viernes, con maitines a las 7, caminata de 8 a 9, silencio, lectura, scriptorium, cerveza fría antes de comer, refectorio, siesta, penumbra, meditación, 20 largos de piscina, conversación telefónica, cine de verano, alguna égloga o soneto antes de apagar la luz, alguna fantasía inofensiva mientras va llegando el sueño.

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