miércoles, 4 de julio de 2012

lo inacabado

Leo en un artículo de Rafael Argullol publicado en Babelia el pasado sábado: "... era mejor el non finito, la obra inacabada, la figura atrapada en la piedra. Miguel Ángel lo demuestra en varias esculturas al final de sus días." Y eso me recuerda algo que leí hace muchos años: "todo lo que queda en suspenso se transforma inmediatamente en lírico" (cito de memoria), decía en algún libro Francisco Umbral. Creo que eso es cierto. Las obras inconclusas, las historias incabadas, los amores que quedan interrumpidos, sin desenlace, adquieren una poética muy particular. Quizá lo que más nos atrae (a mí desde luego que sí) sea la expectativa que queda abierta para siempre, todo aquello que no está, que no llegó a ser... salvo en potencia. Esa es la cuestión: lo que no está físicamente, pero sí de un modo latente, 'en potencia'. Esa ambigüedad de puntos suspensivos y fronteras borrosas es lo que, quizá, le aporta un encanto indefinido a todo aquello que queda inacabado. Es muy probable, aunque discutible, que la mayoría de las obras inacabadas -partituras, cuadros, novelas, catedrales- habrían perdido parte de su encanto en el caso de haber sido concluidas. Qué gran libro de poesía se podría conseguir a base de poemas sin final, en los que a cada poema le faltaran uno, cinco, diez, veinte o más versos que no no llegaron a ser... escritos. Voy un poco más allá. Aunque sea un tópico, creo que todos hemos tenido alguna vez este pensamiento: ¿qué hubiera escrito Lorca de no haber sido asesinado a la edad de 38 años?  Sabemos que por entonces, verano del 36, se hallaba en un momento de gran madurez y creatividad, tanto en la poesía como en el teatro. ¿Qué poemas o ideas como pájaros andarían sobrevolando su cabeza durante el largo viaje en tren de Madrid a  Granada, aquel 13 de julio? ¿Como sería el 'soneto del amor oscuro' que haría el número 12, de haberlo escrito? Posiblemente no sea descabellado tener la sospecha, al menos la sospecha, de que lo mejor de Lorca estaba aún por llegar. No sé si es bendita inocencia o fruto del error de confundir la relidad con los deseos, pero yo tiendo a creer, lo confieso, que lo mejor está siempre por llegar.

1 comentario:

  1. Muy bueno Luis, veo un problema en las historias inacabadas, que probablemente se idealicen más de lo que corresponde, que la fantasía puede ir más allá de lo que probablemente sería la realidad, porque las historias idealizadas no caducan nunca y las reales sí. En las historias de amor inacabadas, que te acompañan toda la vida, les ponemos los ingrediente que más nos gustan y seguiremos pensado por siempre, lo que pudo ser y no fue, pero y si fueran acabadas? tú crees que ya real serían tan líricas y bellas? C.R.

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