jueves, 31 de mayo de 2012

entre invierno y verano

Las fechas varían ligeramente de un año para otro, pero siempre hay unos días a finales de mayo, primeros de junio, en que se produce la mudanza, el tránsito. Es cuando decidimos que en adelante ya no habrá vuelta atrás en las temperaturas y hay que hacer dos cosas: 1) sacar de los armarios la ropa de invierno y guardarla en el trastero; 2) sacar del trastero la ropa del verano y colgarla en los armarios. Todo ello con la consiguiente introducción de naftalina (o como ahora se llame) en los bolsillos de pantalones, americanas y prendas de abrigo, así como entre los jerseys de lana; luego viene el planchado de camisas y pantalones de verano, del que ya di cuenta aquí el pasado lunes. Sin embargo, no todo es tan drástico ni está tan claro en la división verano / invierno.  Siempre hay ropa en el armario que no termina de inclinarse por ninguno de los dos hemisferios. Son esas prendas de entretiempo que parecen haber leído y  hecho suyo el poema de Ángel González: "cuando es invierno en el Mar del Norte es verano en Valparaíso." Prendas que están mitad aquí, mitad allá, como si dijéramos bilingües, bisexuales, ambidiestras, y que interrumpen el trasiego de ropa que sale y ropa que entra. Son como esas tribus nómadas que nunca se sabe qué bandera o pasaporte les corresponde, ni queda claro de parte de quién están... o deberían estar: A menudo ello depende de la luna y de las dunas, de las estrellas que guían sus pasos en la noche, de los dibujos del fuego en la hoguera y de la música que suene en el campamento, entre las jaimas. Por unos instantes nos quedamos dudando si echar aquí o allá ese jersey fino que no está claro si ha sido confeccionado para abril o pertenece enteramente a octubre. Aunque me incomode un poco, me gusta, me cae bien todo aquello que me hace dudar. La frontera es un estado de ánimo que despereza la inteligencia y aviva el ingenio. Cada cual tendrá que examinarse y concluir en qué estado y con qué ropa se siente mejor. Yo tengo una amiga muy amiga, muy estilosa (no me quiere nada últimamente; por algo será) que es el paradigma de la mujer 'primavera-verano'. Cuanto pasa en ella -desde los andares hasta la sonrisa- va de abril a septiembre con todo el arte del mundo. Lo que quería decir es que la ropa de cada estación se parece mucho a nosotros mismos, sus dueños, en según qué momentos, meses o estados de ánimo. Y no olvidemos que existen como mínimo 365 estados de ánimo. Necesitamos, pues, otros tantos conjuntos para vestirnos cada mañana. Yo ahora tengo que vestirme para ir al centro y hacer unas gestiones (unas diligencias) y reunirme con alguien a quien hace casi medio año que no veo ni hablo ni río... ni escucho su voz. Lo dejo aquí, sin revisar ni corregir. Eso lo haré esta tarde, a mi vuelta.

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