jueves, 3 de mayo de 2012

cuando todos duermen

Tras el desorden de los días anómalos, las cosas vuelven a su ser: abren sus puertas los colegios, se reanuda el correo electrónico, el Madrid gana (brillantemente) la Liga, el tráfico rodado recobra la normalidad. Volvamos pues a lo nuestro. Desde hace una semana tengo al alcance de la vista (cerca, sí, pero no de un modo atosigante) la portada de una revista mensual -Gentleman- que me gusta cada vez más; o mejor dicho, la portada del suplemento -Ladies- que este mes acompaña a esa revista. Tanto una como otra -Ladies & Gentleman- me las regaló el jueves pasado una amiga que conoce bien mis gustos y debilidades, mejor incluso que yo los suyos y las suyas. Y ahora, sin más, entro de lleno en esa portada en la que aparece la foto de una mujer de cintura para arriba, con una blusa blanca surcada de pliegues, sombras, algún botón desabrochado; ella está apoyada en una pared blanca, de yeso: los brazos levantados, la cabeza inclinada hasta tocar su hombro derecho, los párpados no del todo entornados, el gesto en paz, la dulce boca entreabierta. En los pliegues y volúmenes de esa blusa se percibe la respiración, casi que la temperatura y el tacto de esa piel sedosa y cálida que sin duda tiene en verano, a primera hora de la tarde, Marion Cotillard. Es muy hermosa esta mujer, yo creo que más incluso de lo que ella imagina. Esa foto me lleva sin remedio a una fantasía de verano. En Castilla, las horas intermedias -de las 15 a las 19 h- son duras, de calor seco, y por eso aparece la siesta como un alivio casi obligado. Pero también, cuando todos duermen en la casa, se abre un espacio habitable en el silencio del patio en sombra. Quizá por ello, el viernes pasado le envié un e-mail a esa amiga que conoce mis gustos; decía yo: "tengo aqui delante esa portada con Marion Cotillard en una pose hermosísima; para mí es una invitación a la pereza, a la quietud de las cuatro de la tarde en el patio de agosto, saboreando quizá un café con hielo. Esta foto invita a entornar los párpados y fantasear mientras el resto de la familia duerme la siesta". A la vez que esto escribo, pongo la radio y aparece un viejo conocido: Jorge Pardo; le recuerdo con Albert Amargós, Carles Benavent, Rubén Dantas, Paco de Lucía... La flauta de Jorge Pardo evoca mejor que nada la ondulación que está a punto de producirse en la cintura, camino de la cadera, antes de regresar en su viaje de vuelta por la curva del costado hacia la zona blanda de las axilas... A partir de ahí, los brazos de Marion se elevan más allá de los sueños, de la siesta, de la película que está por hacerse, por fantasearse. La semana empieza hoy, jueves; todo lo demás está por suceder.

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