miércoles, 9 de mayo de 2012

la nada más absoluta

Hay campañas publicitarias que lo dicen todo acerca del público al que se dirigen. En publicidad, la inversión hay que rentabilizarla, y, por tanto, no suelen hacerse disparos al aire, aunque a veces el tiro se desvía del centro de la diana. No creo que sea el caso de la  actual campaña de radio de la Lotería Primitiva, y menos aún tratándose de un trabajo firmado por una agencia puntera como Shakelton, el cual ha obtenido un 'oro' del Club de Creativos (CdC). Pues bien, esas cuñas plantean con humor una aspiración muy generalizada en España ante la que no sabe uno si sonreír amargamente o burlarse del mundo, del PIB, del FMI. Porque resulta que la motivación última para jugarnos unos euros a la Primitiva -Loterías y Apuestas del Estado, Ministerio de Hacienda- es conseguir nuestra máxima aspiración: dedicarnos a "la nada más absoluta." Y lo curioso es que no sé bien si me parece desolador o... revolucionario, de puro nihilista. La verdad, no es algo que me quite el sueño, pero a veces me pregunto por qué en nuestro país goza de tal prestigio social no dar ni golpe, no esforzarse ni mucho ni poco, ni madrugar, ni hacer nada productivo, sino quedarse uno quieto... a verlas venir. Aquí, lo 'elegante' es levantarse tarde y presumir de ello ante los amigos, y no dar un palo al agua ni apretar una bombilla o alzar una persiana. Digan lo que digan, en nuestra cultura (o lo que sea) trabajar es una vulgaridad; esforzarse, una ordinariez; sudar la camiseta, un asco. Siendo yo chaval, oí en mi pueblo una expresión que también lo dice todo: "aquí... el que trabaja es porque no sirve p'a otra cosa." Todos rieron, y asintieron. Y de aquellos polvos (qué expresión) vienen estos lodos de "la nada más absoluta", premio a la creatividad y el talento. Es obvio que yo no soy ni he sido nunca puritano, ni calvinista, ni menos aún estajanovista (¡horror!), ni jamás me he tomado en serio eso de que el trabajo dignifica o nos hace libres, etc. Pero una cosa es una cosa (como "una rosa es una rosa es una rosa" de Gertrude Stein) y otra es este alarde de levantarse uno despacio al mediodía del miércoles, encender la tele, fumar un cigarrillo y después otro, maldecir la bajada de la Bolsa y el puto café frío. O mejor, 'enfriado'. Luego, en el telediario, cuando entren los deportes, aparecerán unos patriotas entusiastas (clase media-baja) con banderas y cervezas y bufandas, cantando aquello de "¡Yo soy español, español, español!" Y después de un par de tragos más lo reafirmarán con renovados bríos: "¡Yo- soy- español- español- español!" No estoy seguro de ello, pero es posible que yo también esté dispuesto a serlo y a cantarlo ante las cámaras... si me me toca la Primitiva.

1 comentario:

  1. En el subconsciente colectivo perdura la idea de hidalgo, el que vive de rentas y no trabaja, máxima aspiración de todo españolito del Siglo de Oro y por lo que se ve posterior..., aunque para conseguirlo a veces había que trabajar un poquito, el hidalgo de bragueta, aquél que procreaba un número elevado de hijos (no recuerdo cuántos), !vamos el carnet de familia numerosa 1ª especial de la actualidad¡

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