martes, 8 de marzo de 2011

una multa de tráfico

Ayer hablaba aquí de viejos papeles enviados al contenedor. Lo cierto es que seguimos generando ingentes cantidades de papel. Con tiempo y paciencia se podría reconstruir la vida de un individuo a través de los papeles que ha recibido, firmado, leído, cumplimentado, archivado. La mera notificación de una multa de Tráfico ya nos está informando de que el infractor poseía por entonces tal modelo de coche (con todo lo que ello implica), que tal día, a las 18.23, viajaba a 179 kms/h por cierta carretera secundaria. ¿Qué puede llevar a alguien a correr de ese modo por una vía comarcal, probablemente estrecha y no bien pavimentada, un viernes de mayo a media tarde? Si vamos descartando improbables causas de fuerza mayor, la hipótesis más verosímil es que fuese un hombre enamorado que volaba al encuentro de su amada. Y así, tirando del hilo de los papeles guardados, el paciente detective podría reconstruir o averiguar quién sabe qué sucesos, episodios, incluso es posible que algún secreto. Porque de igual modo que la mayoría de los delitos y faltas quedan sin aclarar, es un hecho cierto que las vidas están salpicadas de pequeños (y no tan pequeños) secretos nunca descubiertos. Y bien mirado, aunque parezca cínico, es preferible que así sean las cosas. Lo contrario sería un malvivir. En especial para los damnificados. Ya sé que es abrir un melón, pero ¿qué pasa con los e-mails "eliminados"? ¿Quedan en algún lugar de la ciberconciencia, en algún purgatorio online? Lo que sí puedo asegurar es que el planeta virtual Eliminados recibe un número de entradas por milisegundo como no ha conocido el Infierno en los tiempos áureos de Sodoma y de Babilonia, de Calígula, del Divino Marqués, de Nabucodonosor... (Continuará)

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