miércoles, 21 de marzo de 2012

poesía

Hoy, 21 de marzo, ha sido declarado Día Mundial de la Poesía. Yo no sé quién decide estas cosas pero tampoco me importa demasiado: cualquier disculpa es buena para celebrar poesía, para leer, escribir, hablar de poesía. Pero no un día al año: todos los días, a ser posible. "Amor y poesía cada día" era el lema de Juan Ramón, quizá el poeta más grande, más alto, en lengua española de los últimos..., no sé, tres siglos. Para mí la poesía es inseparable de la luz, del vuelo, del cántico. 'Luz' porque la poesía ilumina (desde dentro) las cosas que toca; 'vuelo' porque nos levanta y nos lleva en volandas a no sabemos dónde; 'cántico' porque lo es y porque lo dijo el gran Jorge Guillén, y además lo confirmó -una mañana ya lejana, a primeros de los 80, en la facultad de Filología de la Complutense- Claudio Rodríguez: "¡miserable el momento si no es canto!" La poesía -tal como yo la veo- a veces adelgaza en extremo y sube y sube como un proyectil en busca de los astros, más allá del rayo; otras se queda aquí abajo, a ras de tierra, al borde de la copa de vino, para echar una mano y darnos a entender lo inexplicable de las cosas de este mundo. De modo que simplifico hasta el extremo de ver la poesía en dos direcciones: vertical y horizontal. Así pues habría poetas verticales y poetas horizontales; luego estarían los que siguen una línea... diagonal: o sea, ni de la poesía pura e incontaminada ni de la mera experiencia sin apenas poesía. Yo, como tiendo en general a una cierta promiscuidad, no diré que me dé igual blanco que tinto, pero sí que gusto y disfruto de unos y de otros. No faltará quien me acuse de ser veleta, ligero de cascos, acomodaticio. Lo doy por hecho y por bueno. También se dice que todo poeta tiene o debería tener su propia poética. Aunque me esté mal decirlo, queridos míos, yo soy poeta (menor, sí, muy menor, pero poeta), y tengo una idea propia acerca de la función que, en mi caso, tiene la poesía: salvar cosas del fuego. Salvarlas en la medida de lo posible de los efectos indeseados del paso del tiempo, de la incuria, del abandono, del olvido. Ya sabemos que a la postre todo quedará "en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada", pero, entretanto -entre tanto-, todos los poetas, y en especial los menores y muy menores, hacemos lo imposible para que la poesía ilumine cada día, y para que cada noche salvemos algo del fuego que abrasa los astros: recuerdos, labios, veranos, juventud, expectativas, sueños, trigos dorados, noches venideras, caricias, lumbres, conjeturas, miradas aún no sucedidas, botellas de vino de viñedos que aún no se han plantado.Y todo eso no es más que una millonésima parte de la poesía venidera. Sólo se me ocurre pedir a los dioses (o a quien sea) que hagan lo posible para que los poetas del futuro puedan escribir casi todo lo que aún no está escrito. Miércoles 21. Llueve.

2 comentarios:

  1. Simplemente magnifico. Besos. C.R.

    ResponderEliminar
  2. Comparto absolutamente el comentario. No sólo hay poesía en estrofas...

    Por cierto, leyendo, me venían a la mente los " poemas visuales ", simples dibujos, incluidos en la gran novela Los detectives salvajes de Roberto Bolaños

    ResponderEliminar