lunes, 5 de marzo de 2012

agua

Como procedo de una familia de agricultores, y además de secano, mi relación con el agua es distinta a la de la mayoría. Si llueve, mi percepción no tiene nada que ver con la de un taxista, por ejemplo. Yo he crecido viendo mirar al cielo con gesto preocupado o interrogativo. Y eso marca. Y por eso, ver llover mansamente una tarde de octubre o una mañana de abril es, para mí, una de las cosas más hermosas que pueda haber en este mundo. Punto y seguido. Ayer hubo en Madrid una votación vecinal para pedir que el Canal de Isabel II siga siendo enteramente púbico. Había colas para votar. Tanto en el Barrio de la Concepción como en Princesa, a la puerta de El Corte Inglés; o en Chamberí, a la salida de misa. Yo lo vi. Había gente de todas las edades y de todos los colores. El Canal de Isabel II es una empresa pública muy madrileña que, además de un agua excelente, da 100 millones de euros de beneficios anuales. Ideologías aparte, ¿por qué convertir lo que es de todos en un negocio sólo para unos pocos? Pero esto no es más que una pequeña pieza dentro de un gran puzzle: el desprecio a 'lo público'. Observo con asombro que hay personas, grupos, segmentos sociales minoritarios pero influyentes, a los que parece molestar (y mucho) todo aquello que sea público: la sanidad pública, la enseñanza pública, la empresa pública, la televisión pública, los parques públicos, los polideportivos públicos... quizá también (tiempo al tiempo) la vía pública. ¿Cómo es posible? ¿Qué le ha pasado a esa gente para llegar a detestar de tal modo todo cuanto es público y reparte bienestar y calidad de vida entre los ciudadanos? Metro de Madrid, Parque de El Retiro, EMT, Museo del Prado, Gran Vía, Canal de Isabel II... Oyendo a algunos al respecto, diríase que es una cuestión más psiquiátrica que ideológica. En mi modesta opinión, defender los espacios y servicios públicos no es (no debería ser, al menos) motivo de controversia entre izquierdas o derechas, entre conservadores o progresistas, sino tan sólo una cuestión de convivencia, de progreso, de espacio compartido, de res pública. ¿Pero es que hay que volver a explicar lo que significó en su día la polis griega, la gobernanza de Atenas en tiempos de Pericles, el Derecho Romano (Corpus Iuris Civilis)? ¿Hay que volver a explicarlo? ¡No acabaremos nunca! Y menos con esta jodida sequía que nos está contaminando el aire de Madrid y... no sé cuántas cosas más. ¡Que llueva, por Dios, que llueva! 

1 comentario:

  1. Siento diferir de ti, copy, pero más que una cuestión psiquiátrica es económica. Y aunque, bien es cierto, estamos en un momento en el que decir que te sientes materialista (histórico se entiende), no está bien visto, sólo puedo entender esta realidad que nos ha tocado vivir, a través de su interpretación.

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