viernes, 23 de marzo de 2012

noticia

Ayer oí en la radio una de esas noticias que los periodistas suelen calificar de sorprendentes. Al parecer, la policía ha detenido en Madrid a un individuo acusado de robar 3.000 carros de supermercado. No hay error en los dígitos: tres mil. Pero ahí no acaba la cosa. El detenido alegó habérselos encontrado en la calle. La pregunta resulta inevitable: ¿pero los 3.000 carros juntos o... de uno en uno? En cualquier caso, y se mire como se mire, eso tiene mala pinta. Para complicar más las cosas, el acusado es de profesión chatarrero. Ya la palabra en sí misma tiene unas connotaciones muy poco favorecedoras, sin por ello prejuzgar, claro está, la presunción de inocencia del detenido. El oficio de chatarrero -con todos los respetos para ese gremio, tan digno como cualquier otro- parece que implica tener una personalidad huraña y apartadiza, ser un tipo desconfiado y de pocas palabras que mira de través y no tiene muchas ganas de colaborar con los detectives o con un simple curioso entrometido y preguntón. "Yo no sé nada de ese asunto y no quiero líos con la policía", responderá él a la pregunta de "pero usted borra sin problema los números de bastidor de ciertos autos, ¿no es así?" Y zanjará la cuestión, visiblemente incómodo y algo nervioso, con un: "Oiga, amigo, estoy ocupado, y ya le he dicho que yo de eso..." "Pero las pistas de esas armas robadas se dirigen hacia aquí, ¿me entiende?" "Mire, no sé de qué me está hablando, y si no le importa... Tengo mucho que hacer." Un perro lobo, atado con una cadena al parachoques de un un viejo Pontiac Sedán del 58 a medio desguazar, muestra al visitante un colmillo nada amistoso. Y así estaban los cosas en mi mente cinematográfica tras oír la noticia del chatarrero y los 3.000 carros aparecidos. Dada mi inclinación a las marcas y mis hábitos de conductor por los lineales, yo quisiera saber cuántos de esos carros son de Continente y cuántos de Carrefour, de Marcadona, de El Corte Inglés, de Eroski, de Lidl, de Caprabo, de AhorraMás, de Dia... Y no es por un mero morbo de viejo publicitario (en el sector está mal visto decir 'publicista') sino porque aquí podría aplicarse el 'dime qué carros de supermercado robas o te encuentras en la calle y te diré quién eres'. De todos modos, no hagamos leña ni fundamos los hierros del chatarrero caído en desgracia. ¿Quién no ha sentido alguna vez la tentación de llevarse un carro a casa? Y además, cada vez los hacen más ligeros, manejables, ergonómicos..., más tentadores. Pongámonos en situación: en la alta madrugada, regresas caminando despacio a casa tras largas horas de timba o puticlub, y de pronto te encuentras con un aparcamiento de carros sin vigilante. ¿Qué hacer? ¿Dejarlos ahí para que los oxide la lluvia? Lo normal es ver el modo de llevárselos uno a la chatarrería, y mañana Dios dirá. Y quien dice mañana dice el lunes 26. Está claro, ¿no? Pues eso.

2 comentarios:

  1. No dejas de sorprenderme: después de tu artículo de ayer, que me llevó a escuchar una vez más Sweet Caroline -hacía mucho que no lo hacía-, dejándome arrastrar con su melodía a los recuerdos de adolescencia, hoy consigues con un tema tan poco "espiritual" como los carritos de super provocar una sonrisa

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  2. Ay majo, se conecta uno desde tan lejos para ver si completabas la lista de ayer con algún Hit mas del Lupa o del Palmico y me veo haciendo patinetes con las ruedas para tirarnos por las cuestas de la estación.

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