martes, 7 de junio de 2011

Uno de esos días

Cada incierto tiempo se nos cuela un día un tanto así. Uno de esos días que se levanta uno cansado, con mal cuerpo, y es posible que con dos o tres décimas de algo que ni siquiera es fiebre. Unas décimas, eso es todo. El cuerpo humano es un laboratorio, una planta transformadora que necesita hacer complejas operaciones, cálculos y ajustes para restablecer un cierto equilibrio. Por eso hay días como hoy en que el organismo suelta lastre en forma de malestar; incluso temporadas con molestias abdominales de origen desconocido y localización difusa. En ese laboratorio bioquímico que llevamos dentro se generan excedentes de tal o cual sustancia, y también carencias o escasez de otras. Es entonces cuando, para solventar los desarreglos sobrevenidos, esos mecanismos de ajuste y compensación entran en fases de pleno rendimiento. O todo lo contrario: se liberalizan al máximo y adoptan la actitud pasiva y elegante del "laissez faire, laissez passer". Para esos estados carenciales, proclives a una tolerable melancolía, son preferibles los días grises a los soleados, la lluvia al calor, el silencio al ruido. Un poco de somnolencia le viene bien al cuadro clínico: cierta pesantez de párpados puede ser en un momento dado una pequeña delicia... segundos antes de quedarnos levemente traspuestos. La lectura en dosis reducidas, con pequeños intervalos, también es favorable a ese digamos bienestar del malestar. Hablo pues del mundo de las pequeñas cosas, no de los volcanes, ni de las tempestades del alma, sino de lo que sucede (o deja de suceder) en esa mínima interrupción que nos paraliza durante un estornudo. No sé si viene a cuento o no, pero, decían los griegos que "la frivolidad es necesaria para no estallar de intensidad." Y dicho esto, me retiro discretamente al refectorio.

2 comentarios:

  1. he visto esto, y por supuesto he pensado en ti. que lo disfrutes maestro de las palabras, lord de las frases

    http://fashiongonerogue.com/belle-vere-steven-meisel-vogue-italia-june-2011/

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  2. No tengo palabras. Eres malevo, grifter. Y lo sabes.

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