miércoles, 29 de junio de 2011

siesta

El mundo se podría dividir perfectamente entre los que practican la siesta y los que no. Y antes de seguir con ello tengo que declarar al respecto que no soy neutral en modo alguno. Por el contrario, soy muy beligerante: no es que practique la siesta, es que la cultivo amorosamente. ¿Pasa algo? Es cierto, soy un entusiasta, un vocacional de la siesta desde siempre. Pero no solo durante julio y agosto: todo el año. Y nada de una cabezadita en el sofá durante 10 minutos: hora y media (si no hay prórroga) en la cama, a oscuras, o en una penumbra cerrada si es verano. La siesta discurre mejor si ha habido vino durante la comida. El sopor es una bendición para el sueño. Y aunque parezca raro, el zumbido ocasional de una mosca en el cristal de la ventana puede favorecer la modorra, en plena canícula, a eso de las cuatro y media de la tarde. Pero sumergirse en la siesta, con sus voluptuosos pliegues envolventes, resulta una tarea demasiado ambiciosa para este copy (en crisis, no lo olvidemos) y para este reducido espacio: adentrarse en la siesta implica toda una oceanografía. Palabras relacionadas: Dionisos, hedonismo, placer, sensualidad, dulzura, reposo, regodeo, lentitud, penumbra, duermevela... Luego está la variante de siesta con sexo. Pero eso ya es entrar en otro mundo, en otro post, casi en otra dimensión. El sexo en siesta tiene una especificidad tan marcada, con un tempo tan suyo y un recorrido tan distinto que habría que entornar los párpados, aspirar la fragancia de un cuerpo tendido y... pulsar casi a ciegas las teclas del ordenador como quien recorre con las yemas de los dedos la curva de una cadera, la cara interna de un muslo, los rincones más recónditos, más delicados, más dulces. Y aunque pueda parecer una simpleza (y quizá lo sea) creo que cuando las cosas de pareja no han ido bien del todo últimamente, puede resultar más eficaz una buena siesta compartida que dos sesiones de psicoterapia. Claro que una cosa no excluye la otra. Que no quiero enfrentamientos ni con Pikolin ni con el Colegio de Psicólogos. Paz y amor. Especialmente a la hora de la siesta.

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