martes, 28 de junio de 2011

anoche en la 2

Ese era el título -"anoche en la 2"- con el que me fui a la cama anteayer, domingo, bien pasada la una de la madrugada. Fueron tres horas de flamenco del bueno en La Unión, y, en algunos momentos, del muy bueno, del caro de verdad. Pero ayer preferí dejarlo reposar un poco. Vamos allá con ello: 1) Tomatito estuvo serio y verdadero. Hace tiempo que no lo veía: está distinto. Era un gitano alegre y guapo del barrio La Chanca (Almería) cuando acompañaba a Camarón con un toque luminoso. Recuerdo, entre otras muchas, una noche de mayo, en un bis, en que hizo unos dibujos con la guitarra que, de pura dulzura, nadie entendía por dónde iba a salir el de la Isla. Y salió al fin, arrebatándonos a todos, con un heterodoxo y descomunal: "...Y devuélveme el rosario de mi mare-eee... y quéate con too lo demás..." Bueno, pues ha pasado el tiempo y a Tomatito se le ha puesto la cara severa de las soledades, del haber aprendido a vivir sin la sombra de un dios que todo lo alumbraba y todo lo encendía. Pero lo que ha ganado en seriedad, en hondura, no lo ha perdido en luz, en sueño, en estrellas errantes que lloran lágrimas de júbilo hasta la amanecida. 2) Luego apareció muy limpiamente Carmen Linares que, con una taranta y media cartagenera, muy suyas, llevó el cante y el cántaro de la rica miel tan lejos, tan hondo... Ahí abajo, abajo, cómo rompe esta mujer la voz y la quejumbre, y cómo la recompone para venirse arriba con grandeza. Y qué decir de esos tangos de gracia y compás que Carmen nos regaló por las buenas: "La noche del aguacero / dime dónde te metiste / que no te mojaste el pelo." 3) Y estando en éstas, el escenario se queda vacío, en silencio, y de la sombra sale Miguel Poveda. No hay duda, este es el cantaor de siglo XXI. Lo tiene todo. Y además es inteligente, atrevido, generoso. Miguel Poveda cantó en La Unión a puñaladas, a raudales de cante, con un brillo en la voz de metales preciosos y, a la vez, un antiguo dolor de antepasados, de aquella pura pena que no sabe por qué. Y por si algo faltara, se acordó con grandeza del más grande de todos. Por lo que a mí respecta, Miguel Poveda for ever.

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