jueves, 13 de septiembre de 2012

príncipe de las tinieblas

Anteayer, martes, decía yo que hay días en que el 'guionista' de la actualidad diríase que fuese el diablo en persona. Una seguidora de este blog comentó que unos curas polacos editan una revista dedicada "a la caza del diablo." Peliagudo asunto. No he leído aún ese artículo al que alude María Jesús, pero yo creo que la mayor dificultad está en averiguar quién es hoy el diablo. Y quiénes trabajan para él. Puestos a jugar a ese juego, lo fácil (aunque apasionante, claro) sería señalar las catacumbas del Vaticano, pero resultaría demasiado obvio, y tengo al diablo por más sutil, por más sinuoso: no sería quien es si estuviese donde todo el mundo sospecha que puede estar. Confieso que durante un tiempo creí que el diablo era Berlusconi, pero cuando empezó a evidenciarse que su templo supuestamente tenebroso de Villa Certosa no era sino un puticlub hortera de abuelo millonario hasta arriba de viagra, comprendí que su satánica majestad jamás se rebajaría a encarnarse en alguien tan vulgar. El 'divino marqués' de Sade nunca le hubiera consentido disfrutar ni una sola noche de sus 120 jornadas de Sodoma. El diablo será lo que sea, pero en cuestiones de estética y refinamiento es toda una autoridad, y Berlusconi solo un mamarracho podrido de dinero que quizá haya conseguido vender su alma al diablo, no digo que no; como cliente, vale, pero ni un paso más. A no ser que el príncipe de las tinieblas esté pasando por tales dificultades que se haya visto obligado a disfrazarse de alguien tan grotesco como il cavaliere. Así las cosas, ¿qué candidatos merecerían ser tenidos en cuenta por el gabinete del doctor Mefisto? Todos tenemos nuestras sospechas, nuestras preferencias, pero no seré yo quien dé el primer nombre. Prudencia, amigos, prudencia. Además, ¿quién me asegura a mí que uno de estos días no me veré en la necesidad de venderle mi alma? Y tal como están las cosas, la Bolsa, los Mercados... ¿a qué precio? Olvidémonos de pedir a cambio el paraíso en la tierra ni la eterna juventud ni nada por el estilo. No quiero improvisar aquí una lista apresurada de cuestiones a poner sobre la mesa en esa supuesta negociación. Prefiero meditarlo detenidamente y, si acaso, esperar al post de mañana para descubrir mis cartas. Estas cosas conviene no improvisarlas ni dejarse llevar por los arrebatos, los odios, las pasiones, la belleza inalcanzable.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario