jueves, 20 de septiembre de 2012

lux

Ahora entiendo por qué "nueve de cada diez estrellas prefieren Lux" y no Palmolive. Por el nombre, desde luego, pero ahora también por la magia. Por el nombre porque es radiante, se pronuncia sin esfuerzo y da gusto decirlo: Lux. Además, la sílaba 'lux' es el inicio de algo secretamente deseado, la promesa de un concepto tan apetecible como luxury, o sea, 'lujo', y también, por proximidad ineludible, 'luxuria', que viene a ser una especie de erotismo fino, de lujuria ligth, aceptable como tema de conversación en el club o en el gimnasio. Todo ello induce a una cierta actitud favorable o predisposición. Es decir, cuando, en el silencio del vaporoso cuarto de baño, la esponja rebosante de gel Lux recorre todo tu cuerpo, demorándose aquí y allá, lo que te está ocurriendo es, más que un baño o una ducha, una experiencia íntima, un masaje tántrico no declarado. Por eso, hace ya muchos años que nueve de cada diez estrellas usan Lux. Pero ahora, la magia, además de por los poros, entra por los ojos. Vamos a suponer que tú, mujer dinámica y cosmopolita, asistes a una convención de empresa en Singapur. Tras una larga jornada de powerpoints, charlas motivacionales, teambuilding, etc, decides relajarte un rato en el gimnasio o el spa del hotel antes de cenar y conectarte con tu marido para preguntarle cómo están los niños, qué han comido hoy, si ya están dormidos... y el resto del cuestionario. Pero sucede que, tras la sesión de spinning o gymjazz, te introduces en la ducha como el pecador arrepentido se arrodilla ante el confesionario. Buscas la paz. Lo que no puedes imaginar es que, tras abrir el grifo y cerrar los ojos, van a empezar a ocurrir cosas a tu alrededor. Magias, orquídeas, jardines fragantes. Bajo el agua tibia o cálida, entreabres los párpados y entrevés pétalos, corolas, peristilos... Cierras los ojos para así poder decirte "pero si no he bebido ni fumado ni..." Cuando, tras unos segundos de duda y asombro, abres los ojos de nuevo, te encuentras no ya con una orquídea en los azulejos sino con el mismísimo jardín de Venus a tu alrededor. Y ahora sí, aspiras hondo la fragancia, sientes la espuma y la esponja en tu vientre, en tus ingles, cierras despacio los párpados... y te dejas llevar por un mar de dulzura, un espacio en blanco, unos minutos sin testigos. Luego, cuando regresas, quizá algo fatigada, todo parece en orden, aunque expectante, como si nada hubiera sucedido, tal que a la espera de que decidas si te duchas o te bañas o te vas a la cama y apagas la luz. La lux. Después de una experiencia así, está claro por qué nueve de cada diez estrellas sueñan, soñamos, con lluvias, olas, ríos, cascadas, corrientes, océanos, espumas... La publicidad multisensorial es el futuro. Si no hay experiencias diversas, placeres múltiples, sinestesias... no hay nada que hacer. Ni que vender.
Una ducha con sorpresa | Blog de Noticias - Yahoo! Noticias Chile

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