jueves, 27 de septiembre de 2012

demasiado tarde

Bromeo con una seguidora de este blog acerca de sus dotes como guía turística. Ese es un tema con el que vengo coqueteando hace tiempo (en la intimidad, claro). Hasta ahora nada he dicho al respecto. Veamos. Aunque tarde, demasiado tarde, hace tres años descubrí en Viena mi verdadera vocación. Mi mujer y yo tuvimos la suerte de disfrutar de un guía turístico excepcional, un canario atractivo y culto, algo bastante coqueto -es posible que bisexual-,  con una voz hermosísima y no falto de sentido del humor. Muy pronto advertimos que, por así decirlo, le gustaban las palabras. Un tipo que pronuncia de ese modo "Palacio de Schönbrunn", sólo puede ser un consumado actor de teatro, o un enamorado de la fonética y la fonología germánica, o un locutor vocacional de la sección de cultura / historia de, para entendernos, la 'BBC' austríaca. Había que oírle. Y no digamos ya cuando pronunció por vez primera el sintagma "imperio austro-húngaro". A punto estuve de ponerme en pie en el autobús y darle una cerrada ovación. ¡Con qué regodeo concupiscente pronunció todas y cada una de las letras de ese "austro-húngaro" inolvidable! En Viena, sí, encontré mi camino de Damasco; descubrí que todos estos años de marketing y publicidad, y previamente facultad de filología, habían sido el rodeo que da una verdad incontrovertible antes de manifestarse abiertamente, como una sentencia firme frente a la que no cabe recurso de apelación: yo-tenía-que-haber-sido-guía-turístico. Muy especializado, eso sí. Por ejemplo: yo podría mostrar y contar un pequeño tramo (apenas un par de kilómetros) del Canal de Castilla en uno de sus tres ramales; o la Gran Vía madrileña, aunque no toda: de Callao a la intersección con Alcalá; o la plaza de Santa Ana y sus alrededores: plaza del Ángel, Echegaray, calle del Prado, Huertas..., poco más; casi todo el Campo Grande, tan romántico y vallisoletano, con sus pavos reales y sus nieblas de invierno y de Adviento, junto a la Acera [de] Recoletos; también hubiera podido mostrar 'el mar de Campos' en primavera, desde un mirador que yo me sé, cerca de Ampudia (Palencia); incluso, haciendo un exceso sentimental, podría atreverme a contar a los japoneses y a los austro-húngaros Medina de Rioseco casi por entero. Me pregunto cómo se dirá en japonés "Juan de Juni" o "Capilla de los Benavente". Y en austro-húngaro (si lo hubiere), "retablo de Santiago de los Caballeros", "iglesia y claustro de San Francisco", "soportales", "bares", "vino", "amigos". Qué lástima. Veo la carrera de guía turístico que me he perdido... y no puedo evitar acordarme de aquel personaje de Buñuel, en su etapa mexicana, cuando dice esa frase inmortal (cito de memoria): "Pues ya ve, don Quintín, yo iba para cinemática... y me quedé en cabaretófila." Eso mismo es lo que me ha pasado a mí.

3 comentarios:

  1. Está bien, te pega mucho tu vocación, ya sabes que nunca es tarde…. de cualquier manera tú podrías dedicarte a todo aquello que triunfara en la transmisión del buen gusto, la educación correcta, el entusiasmo, la ética, la estética, la literatura, la poesía, el arte etc., etc. Debe ser que tu verdadera vocación literaria marca el entusiasmo hacia todo tipo inclinación artística en todas sus formas, a mí me gusta que me lleves por tus periplos del arte en cualquiera de sus áreas. Gracias. C.R.

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  2. Te beso, CR, de manera anónima.

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  3. Querido copy, nunca es tarde si la dicha es buena, y no estoy pensando precisamente en ti. Podrías organizar alguno de esos itinerarios que sugieres, por ejemplo el de la Gran Vía. Seguro que un gran número de los seguidores de tu blog, tanto locales como foráneos, nos apuntaríamos sin dudarlo. ¿Podrías pensártelo y organizar una visita otoñal? ¿No os parecería estupendo contar con un guía como Luis Alonso?

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