jueves, 28 de junio de 2012

¿y yo? ¿qué casa soy yo?

Ayer, miércoles, 27, a eso de las cinco de la tarde, estaba yo saliendo perezosamente del sopor de la siesta cuando, de pronto, se abre la puerta del dormitorio y aparece mi mujer, recién llegada a casa. Se quedó allí, inmóvil durante unos segundos: la mirada burlona, el brazo izquierdo levantado y la mano apoyada en el marco de la puerta; el derecho, 'en jarras', con el codo hacia delante y el puño en la cadera -ese cántaro de miel-, en una pose a la vez irónica y sensual, muy a lo Ava Gardner. Al fin, me pregunta, así como quien pide explicaciones, no sin cierta retranca: "¿Y yo? ¿Qué casa soy yo?"  Es evidente que, como acostumbra, ha leído ya el post del día, titulado arquitectura humana. Me hubiera quedado un buen rato mirándola en silencio, así, en esa pose tan suculenta. Pero la pregunta era directa y apremiante. No tuve que hacer ningún esfuerzo para responder sin titubeos: tú eres una casa grande de pueblo castellano, con dos plantas y cinco balcones a la calle, con gloria y con bodega, con desván y despensa, con patio y corral: en el patio, sombra fresca de parra y de higuera en los veranos, y también un lilar frondoso, tres magnolios, un rincón cuajado de lirios, algunas violetas; el corral es amplio, con altas tapias de adobe, tiene cobertizo, cuadra, pozo y palomar. Es verdad que ella es esa casa en cuerpo y alma y de pies a cabeza: con firmes cimientos y anchos muros, magnífica osamenta, amplios ventanales de ojos verdes con vistas a un paisaje extenso, limpio, despejado, con altos chopos de silencio; al fondo cae la tarde de verano más allá de las cosechadoras, buscando el rumor y la umbría del Canal de Castilla. Todo eso y más se ve desde la terraza o la mirada de la mujer que hace un instante apareció ante mí, en el despertar de la siesta, tal que Ava Gardner desafiándome con una pose de mujer y una pregunta: "¿Qué casa soy yo?" Ella es la casa grande y luminosa en la que un buen día decidí quedarme a vivir para siempre, para siempre, hace ya más de veinte años.  

4 comentarios:

  1. Luis, que buena definición de tu mujer, te ha faltado en esa gran casa, una gran biblioteca repleta de libros, por supuesto para compartir contigo.
    Te podrías dedicar a hacer estudios de personalidad con el entorno, casas, bancos, parques, catedrales, etc… por supuesto previo pago, qué te parece? yo me apunto. Besos C.R.

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  2. Te echaba de menos por aquí, querida C.R. Tu propuesta me parece tan apetecible que, en ese caso, debería ser yo quien pagara por ello. Besos. L.A.

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  3. Y tú, Luis, ¿qué casa eres tú? Yo creo que eres un castillo , pero no un castillo cualquiera de la Vieja Castilla, hueco y asomado medio derruido en lo alto de una loma, no. Eres un castillo francés, alto, macizo, lleno de vida y sabiduría, rodeado de hermosos árboles que ensalzan tu belleza interior por los deseos del viandante que contemplan la estampa de conocerte por dentro. Un castillo en el que brilla tu singular dama, para deleite de los que tenemos el gusto de compartir vuestra vida en algún momento.

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  4. Es la descripción más hermosa que recuerde haber leído. Y un texto delicioso. Espero que esa casa tan maravillosa le respondiera (a las cinco de la tarde) en justa correspondencia y en concordancia al tamaño, calidez, y belleza de la arquitectura que posee.

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