lunes, 18 de junio de 2012

los chicos están bien

Están bien en general, y el que no lo estaba del todo parece que empieza a mejorar y a sonreír. Anteayer, sábado, hemos celebrado esa cena de amigos que por estas fechas es costumbre desde... no sé los años; yo no llevo la cuenta, eso lo dejo para los viciosos de los números. Es todo un caso el nuestro: somos amigos desde niños; en la adolescencia nos volvimos enteramente cómplices a base de bicicletas, guateques y veranos: estábamos a la última en discos singles y long plays. Con la primera juventud, las copas y las risas (y alguna que otra noche un poco irresponsable) muchas cosas se pusieron de nuestra parte. Pasaban los años para todos, y cada uno iba haciendo su vida, pero la amistad jamás se puso en duda entre nosotros. Novias, carreras, bodas, hijos, ideas, distancias, profesiones... Nada pudo impedir que el afecto permaneciera intacto y que las cenas de junio se celebraran con mucha alegría y buenos vinos. Y así hasta ahora. No nos vemos demasiado, es cierto, pero tampoco tenemos que explicarnos nada, porque cada vez que nos reunimos es como si retomáramos el diálogo allí donde lo habíamos dejado. Nos conocemos bien. Toño Francia siempre fue, además de guapo y aficionado a la velocidad, un buen dialéctico con el que daba gusto conversar y debatir a las tres de la mañana y más allá; con él, las diferencias acababan siempre en complicidades. Y así va a seguir siendo. David Rueda es primo mío y nunca le ha faltado un peculiar sentido de la guasa; era bueno al fútbol (no como yo) y luego ha sido y es aun mejor al golf; sin duda una de esas personas que no fallan ni fallarán nunca; se casó pronto con Isabel, que tiene una mirada preciosa y dulce. Jesús Martín Real, Jesu, fue en tiempos Chang Kai Shek, un tipo alto y delgado, voluntarioso hasta la exasperación, con un punto romántico a la hora de bailar y una locuacidad que crece y crece a medida que la noche avanza. Toño Pizarro. Docenas y docenas de cartas que nos fuimos enviando desde todas las edades, colegios, momentos, situaciones. Seguimos en ello, ahora de vez en cuando y  por e-mail; Toño es y será de por vida, además de amigo del alma, esa persona infalible en la que uno siempre podrá confiar. Alfonso Pizarro. Otro que tal. Quizá uno de los tíos más zánganos, entrañables, inteligentes y divertidos que yo me haya echado a la cara. Imposible no quererle. No estuvo en la cena del sábado (por razones de causa mayor y vuelo a Santiago de Chile), pero para todos fue como si estuviera entre nosotros. Claro que, ¿quién que se precie no tiene a alguno de los suyos 'exiliado'? Como toda buena familia, nosotros tenemos a dos de los nuestros en el dorado exilio de la Costa del Sol. Ambos -Moncho Francia, Tati Alcalde- llevan una década sin acudir a la cena de famiglia, pero sabemos que su ausencia está justificada: el año que viene, o el próximo, aparecerán por sorpresa, como los buscadores de tesoros regresaban en las grandes películas. En fin, que los chicos están bien. Y más que van a estarlo.Con estas mimbres, me atrevo a desafiar por unos minutos, por unos veraneos de entonces, al gran Rafael Sánchez Ferlosio: "¿Pero ha habido alguna vez tiempos felices?", se pregunta. Y él mismo se responde: "Los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes." Lo dudo, mi admirado Ferlosio. Nada tristes (al menos por ahora; y ya sé por dónde vas) sino todo lo contrario: alegres, divertidos, venturosos días en los que cada mañana éramos más jóvenes, y de algún modo... casi que seguimos siéndolo. 

1 comentario:

  1. Ni quise inmiscuirme en el post del viernes, pues me pareció íntimo y personal, ni tampoco debería hoy, pero... Luis no te preocupes por tu memoria y menos del olvido, pues mantienes con creces los afectos, que forman parte de lo más primario e irracional de nosotros y que por ello será lo último que pierdas

    ResponderEliminar