viernes, 15 de junio de 2012

la fiesta debe continuar

Cuando era más joven volvía a casa sin prisa a la hora dudosa en que los primeros bares abrían sus puertas. Anoche me bajé del taxi diez minutos antes de llegar a casa para cruzar el parque paseando sereno a  las tres menos cuarto de la mañana. Regresaba tras una experiencia singular difícilmente repetible: la fiesta de los exdelvico de la que hablaba en el post de ayer. ¿Conclusiones? Que mis temores eran infundados; que las personas a las que no veía desde hace 20 o más años no han cambiado (físicamente) tanto como cabía esperar; que las voces, como los gestos y como los andares, no cambian. Anoche pude comprobar que ellas están en general mejor y acaso más interesantes que nosotros; y también que las chicas que me gustaban me siguen gustando tanto o más que entonces (lo cual corrobora algo ya sabido: que las personas que me gustan... me gustan para siempre). También he comprobado que, en estas circunstancias, un buen abrazo dice más y mejor que casi todo lo que uno pueda decir o escuchar. Más cosas. Descubrí que había compañeros y compañeras que en algún momento, años atrás, se habían desdibujado, incluso borrado por completo de mi memoria, lo cual me fastidia un montón. ¿Por qué el olvido nos hace estas cosas? Intento consolarme con aquello que escribí hace un millón de años: "No hay olvido. No puede haberlo. / Porque no existe lo que llamábamos olvido. / Tan sólo memoria silenciada." Me horroriza la sola idea de olvidar. Por eso me aferro a lo vivido y a lo por vivir. Nabokov escribió un libro titulado precisamente Habla, memoria. Y eso era lo que yo le pedía a mi memoria anoche cuando saludaba o charlaba unos minutos con alguien. Y la memoria me hablaba hasta hacerme callar... para así poder mirar mejor y recibir más cosas que... emergían de pronto como hallazgos. Eso es la memoria instantánea: puros hallazgos, a veces deslumbrantes. Siento ahora la tentación de escribir aquí sus nombres, treinta o cuarenta nombres, uno tras otro y con todas las letras. Pero con cada nombre me llegaría un desafío muy excitante: el de expresar en menos de 140 caracteres quién y cómo es cada uno. Para entendernos: ¿cómo escribir, pongamos por caso, 'Ana Hidalgo' sin añadir detrás unas poca palabras como: 'una emoción rubia que no se ha desvanecido sino todo lo contrario, a pesar de su peluquero actual, ese ladrón de rizos.' Es sólo un ejemplo. Y del oro rizado de Ana pasaría a la pura plata viva que luce Casilda Rodríguez. O a la belleza entera que se ha hecho cargo para siempre de Susana Bernardini. Me estoy traicionando: no quería dar nombres pero, en cuanto me descuido... me soy infiel. Gracias, Quique. Gracias, María. Gracias, Mena. Gracias (también por el libro y la dedicatoria) Stanley. Gracias, guapas. Gracias, bandidos. Pero esto no puede acabar aquí; debe continuar, ¿verdad que sí? Besos.




2 comentarios:

  1. De ninguna campaña de publicidad de las que he hecho en mi vida había dudado tanto como de esta. De la oportunidad o no de provocar un reencuentro así, tantos años después, tantas historias después, tantas emociones después...¿tenemos derecho a inmiscuirnos de esta forma en la vida (pasada?) de la gente a la que hemos querido? Cientos de abrazos sinceros me han hecho ver de la forma más abrumadora que esto o era una locura.

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  2. Siempre he pensado que hay dos instituciones que me han marcado la vida:
    El Colegio Estudio y la Agencia Delvico.
    Me siento orgullosa de haber trabajado en Delvico. Me siento feliz de haberos conocido.
    Luis, da gusto leerte. No tengo palabras, en serio.
    The show must go on!!

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