lunes, 4 de junio de 2012

leer o no leer

Leer o no leer la prensa en internet cada mañana, esa es la cuestión. Mires donde mires, los artículos de opinión, los blogs, los foros... transmiten,  más allá de la innegable 'pandemia de pesimismo', un contagioso estado de cabreo que perjudica seriamente la salud. ¿Qué hacemos pues: leer o mirar para otra parte? ¿Escuchar lo que pasa o hacernos los sordos? ¿Caminar o mascar chicle? Si damos por cierto que la salud es lo primero, no hay duda de que lo mejor es nadar por la mañana y después hacer shopping (o simularlo) en la zona más chic; luego, a la hora del aperitivo -en terraza, por supuesto-, un martini te invita a vivir. Estamos ya en junio, y por tanto camisa de lino, calzado ligero y pantalón suelto que favorezca la libertad de movimientos. Si ojeamos algo mientras llega el camarero, que sea Harper's Baazar, Gentleman o cosa semejante. Mejor ver fotos de moda que leer noticias. Mejor coches deportivos en el Salón del Automóvil de Ginebra que las más recientes previsiones macroeconómicas. En fin, que mejor la colección Summertime 2012 de El Corte Inglés que el informe sobre España del Financial Times. Soy frívolo, ya lo sé, pero hoy por hoy me inspira más confianza Louis Vuitton que Luis de Guindos. Menos mal que durante dos semanas la Eurocopa va a eclipsar a la eurozona, y salir con una alineación muy ofensiva va a restar protagonismo a la austeridad y sus consecuencias recesionistas. Nadie, ni entre los más recalcitrantes neoultraconservadores, me negará que ver un dribling de Iniesta o David Silva siempre será mejor que asistir a un nuevo recorte en I+D, en Educación, en Futuro. Sin embargo, de lo que hoy quería hablar aquí es de la risa y del humor que disuelve o neutraliza los efectos del razonable pesimismo, del cabreo urticante, del amargo gesto. El sábado al mediodía -vinos y tapas- reí mucho con mis dos cuates de costumbre desde hace tantos años. El humor es una rebelión contra lo que nos atemoriza y nos somete, un modo de plantarle cara y burla a todo aquello que nos impide o nos desaconseja reír. Creo que, en efecto, tener hoy preocupación es propio de personas lúcidas, pero también creo que reír en tiempos difíciles es digno de personas audaces, atrevidas, no sé si desafiantes, acaso temerarias.  

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