jueves, 14 de junio de 2012

exdelvicos

Esta noche tengo una fiesta. Nos vamos a reunir más de 200 personas que compartimos el haber trabajado en Delvico, la agencia de publicidad de la que hablé aquí el pasado miércoles. Estuve en Delvico en el 87 y el 88, creo recordar. Así pues, esta noche me voy a reunir con personas a las que, salvo excepciones, no veo desde hace 20 años o más. Es como para estar inquieto, ¿no? Bueno, también vale 'ilusionado', 'impaciente', 'suavemente aterrorizado.' Aún no tengo claro si ese leve terror o dulce pánico es debido a la incertidumbre ante cómo estarán Ana, Casilda, María, Mena, Julio y los demás, o si se debe al temor de cómo me verán ellos y ellas a mí, tantos siglos después. Yo en estos casos adopto una actitud senequista de aceptación del destino: lo que tenga que ser, será. Y si el paso del tiempo se pone difícil de aceptar, siempre estará esperándonos esa copa de más que alivie nuestros pesares y nos vuelva menos lúcidos pero muy graciosos por un rato. Ante estas pruebas de fuego que nos ponen los dioses, me hago preguntas: ¿soy el que fui? ¿Debería hacerme pasar por el que era entonces? Y cuando, con un poco de suerte y mucha caridad cristiana, me digan que no he cambiado tanto, ¿cómo he de tomármelo? Intuyo que con hielo y buen humor. Por cierto, me ha hecho sonreír un comentario (sin firma) al post al que antes aludía, titulado Delvico vuelve. En él dice el comentarista que cuando me conoció yo era "brillante, poeta, melancólico, irónico, perezoso." Vanidades aparte, no es fácil ser esas cinco cosas a la vez y no estar loco. Acto seguido añade una cariñosa excusatio non petita: "no es un insulto" [se refiere a 'perezoso'], "es un halago".¡Qué otra cosa iba a ser! El trabajo de un hombre perezoso tiene doble mérito y debería estar por tanto doblemente remunerado. Sabemos por experiencia -ya lo he dicho aquí- que la plegaria del ateo es la preferida del Altísimo. Pues bien, la campaña o el mero body copy del perezoso merecen generar una categoría nueva en los festivales más acreditados de publicidad & marketing & events. Incluso un festival entero donde se premiara a los perezosos más creativos del mundo en diversos idiomas. Y de igual modo que ya existe una red de ciudades lentas -slow cities-, debería haber una agencia de viajes y de encuentros para la buena gente perezosa. Dejando eso ahora aparte, estoy seguro de que pronto existirá una denominación que sintetice en un breve sintagma los conceptos 'gente guapa, encantadora, divertida, generosa, abierta y sin prejuicios' para quienes se merezcan una vez cada 20 años una bella fiesta, una noche más o menos loca, algún beso no del todo confesable. Amén. (Y a Mena).

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