lunes, 2 de abril de 2012

virgo

Algo tengo que estar haciendo mal o muy mal para contravenir de un modo tan persistente los favorables augurios de los astros. Cada sábado leo a la prestigiosa astróloga Susan Miller -"sus predicciones son las más solicitadas en Hollywood"- para conocer los pronósticos que el zodiaco me tiene asignados. Son magníficos casi siempre. Esta semana, por ejemplo, me viene de perlas: "Venus entrará en el sector profesional el martes, lo que permitirá que los demás vean a los virgo con toda su luz." Y además: "Mercurio entrará en el sector de las relaciones el miércoles", y, en consecuencia, "si daba por perdida una alianza empresarial, ahora se abre una oportunidad para encauzarla." Ya me estoy viendo, dejando que suene y suene el teléfono. Que espere Publicis; y si es Sacchi & Sacchi quien llama, que espere también. Después de todo, estamos en semana de vacaciones, y lo normal es que yo me encuentre en Bahamas o en algún remoto paraíso fiscal, donde, como es sabido, los inhibidores de frecuencia nos protegen de llamadas y preocupaciones. Allí no hay lugar para los sustos y los nervios: allí nos entregamos al daikiri y al spa, a la espuma de las olas, al masaje tántrico, a sentir la brisa dorándonos la piel a bordo de un Maserati descapotable. Que esperen, qué coño. O que vuelvan a llamar más tarde, que en este momento estoy ocupado y no puedo ponerme, ¿verdad que no, chicas? Pero todo eso lo echo yo a perder por descreído y por refractario. ¡Qué bien me hubiera ido en la vida de haber sido un tipo menos raro! De todos modos, quiero dejar constancia aquí de que los astros y el horóscopo están en lo cierto: soy yo quien, por mi mala cabeza y terquedad, incumple los pronósticos y desvía el rumbo apacible que me venía dado. Si volviese a nacer un 14 de septiembre, conservaría algunas cosas, sí, pero haría todo lo posible por ser otro, y por dar la razón a las estrellas. Quede claro que Susan Miller y el zodiaco dicen cabalmente la verdad de lo escrito: las estrellas no están equivocadas; soy yo quien no sabe coincidir con el designio de los astros y echa a perder milenios, luminarias, generaciones de astrólogos. Algún día o noche tendré que rendir cuentas al cielo de mi desobediencia, de mi arrogancia, quizá de mi desidia... Leo una frase de Carl Sagan que me tranquiliza y a la vez me entristece: califica todo ese mundo de augurios como "filigranas de la ensoñación." Qué lástima. Pero también, qué maravilla. Bueno, dejémoslo. A pesar de ser lunes, echo aquí el resto y traigo una joya de Borges: "Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno."  




3 comentarios:

  1. Quien dice que hay que seguir lo que te dicta tu horóscopo. La negación también es un camino.
    De todas formas y citando a Séneca "existe el destino, la fatalidad o el azar". Como se ve, siempre hay donde escoger.

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  2. Ay de mí. Y ay de mis comentaristas que mejoran con mucho mis textos.

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  3. Imposible mejorar al ¡maestro!

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