miércoles, 25 de abril de 2012

la voz de pedro casariego

Ayer asistimos al ritual (casi un milagro en estos tiempos) de la presentación de un libro de poesía, La voz de Mallick, de Pedro Casariego Córdoba, publicado en 1981 y que ahora Eduardo Fraile -mitad monje, mitad príncipe de las bellas artes- reedita en su pequeña Tansonville, posiblemente -como la cerveza Carlsberg- la editora de poesía más bella del mundo. O al menos del mundo editorial que yo conozco. Pedro Casariego fue un poeta radical en el más puro sentido, un poeta visionario y de una lucidez que a veces puede parecernos delirante. Sus poemas discurren o gritan entre la exasperación y la belleza: "Sastres, / si lo sois, / vestid de belleza mi rabia." Pero también entre la insumisión y el deseo: "la debilidad del rebelde merece una piedad / mucho más honda / que el océano / pacífico / de los mansos." Un poeta pleno de fulguraciones y destellos que a veces deslumbran o desorientan, como cuando, en La canción de Van Horne, "tras un simbólico beso / a la simpática nadadora europea / que anuncia el refresco del año / parece dispuesto a improvisar / un saquito de brillantes / palabras." No hace falta ser ningún experto para darse uno cuenta de que Casariego entró en la casa del dolor como en su propia casa, y también queda muy claro que un poeta luminoso como él tenía que vérselas cara a cara con la oscuridad: "yo no sé si ilumino; / creo que a mi lado / todo se oscurece. / Espero que la noche que yo hago / sea una noche clara, / con una pareja de hogueras / y con un leopardo." Y así podríamos seguir casi indefinidamente entrando a saco en la obra (que es vida) de alguien que quiso marcharse siendo aún joven y hermoso, hace 19 años. Son muchos los poemas de Casariego que me emocionan; entre ellos Barnízate, unos versos de amor hermosísimos que me conmocionan profundamente: "sólo te echo de menos / cuando estás conmigo, / entonces trago más humo / tengo más miedo / veo más luces. / Van Gogh quiere pintarte los labios antes de morir." Yo sé que los ángeles existen; como existen los bellos rostros de perfil prerafaelista; como las palabras que desvelan o acarician con algo parecido al roce de una pluma que nos deja temblando. Luego viene el sueño y repara en silencio lo sucedido. Mañana será otro día.

3 comentarios:

  1. Magnifico Casariego y como tu transmites la delicadeza de su poesía, gracias a los dos. C.R.

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  2. Es una pena que nos dejara

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