jueves, 19 de abril de 2012

hombres en los que confiar

Lo confieso: me encanta la publicidad de barrio. Me refiero a ese 'buzoneo' de octavillas urgentes que realiza un tendero con la ayuda de un sobrino que ha hecho un cursillo de diseño gráfico en CCC. Y me atrae irresistiblemente porque esa comunicación suele ser muy directa y muy libre, sin prejuicios publicitarios ni estrategias de marketing que amaneren las formas y difuminen el contenido. Pero es que, además, en la comunicación 'poligonera' o de barrio, de pequeño comercio, a menudo se da la figura impensable del creativo oculto detrás de un mostrador, o rellenando pedidos y albaranes en el almacén. Me refiero a ese pequeño comerciante que es lo más alejado que uno pueda imaginarse de lo que entendemos por un creativo de publicidad. Pues bien, resulta que ese atareado autónomo con dificultades -sin briefing, ni brainstorming ni nada que se lo parezca-, mientras está hablando por teléfono con un proveedor (y a la vez rellenando la quiniela), apunta en la contraportada del As: "no nos cansamos de vender barato", y sigue negociando con el proveedor. Yo sé lo difícil que resulta dar con un buen titular, y más aún con un concepto ajustado. Lleva su tiempo. Por eso me asombra esa capacidad de respuesta inmediata y desprejuicida para resolver complejas cuestiones semánticas de comunicación. Cuento todo esto porque ayer recibí una octavilla /color, pésimamente maquetada, en la que aparece un titular que lleva 24 horas dando vueltas en mi cabeza; dice así: "Compramos tu problema". Cuanto más lo pienso, más claro tengo que estamos ante una construcción diabólica. ¿Cómo es posible en pura lógica "comprar un problema"? En lenguaje poético, sí, cómo no, y ahí tenemos aquella copla genial que cantaba la Piquer: "¿Quién me compra este misterio?/ Adivina, adivinanza./ ¿Por quien llora, por quién bebe, / por quién sufre La Parrala?" Dos líneas más abajo, la octavilla nos desvela que "adelantamos el dinero para tus problemas." Y entre una cosa y otra: "resolvemos embargos, deudas (capital privado), herencias, descalificación..." Y también aparece un subtitular que dice: "deja de pasarlo mal, confía en nosotros." Tal como están las cosas, me he apuntado el teléfono de quienes van a comprar mi problema para que yo consiga dormir mejor. Porque, como le dijo Cary Grant a su hija: "me retiro del cine para poder ocuparme de ti; sé que lo has pasado mal estos años, pero quiero demostrarte que hay hombres en los que siempre podrás confiar."

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