miércoles, 1 de diciembre de 2010

por muy poco

Elegir siempre es dramático; no por lo elegido sino por lo descartado. Si nos atenemos al mundo de las palabras, el número de opciones, de combinaciones posibles es casi ilimitado. Pero además es infinitamente más rico, más sugerente, todo aquello que no hicimos, no escribimos, no creamos... aunque estuvimos cerca de ello, muy cerca incluso, como cuando no coincidimos con alguien por una diferencia de apenas unos segundos, o por unos pocos metros de distancia que nos separaron en aquel bar de copas atestado de gente... Y ese alguien, en esa noche en que llovía de un modo tan propicio para compartir paraguas, hubiera sido determinante en nuestra vida, quizá la mujer de nuestros sueños, el hombre que hubiera cambiado nuestro destino. ¡Por qué poco  no suceden las (mejores) cosas! Es lo que decía ayer aquí: un vaso que se rompe y... altera para siempre el curso de los acontecimientos. Y si aplicamos esto al trabajo, cuántas buenas campañas, ideas, acciones, se quedaron a un tris (o a un clic) de surgir, nacer y triunfar. ¡La de leones de Cannes que no hemos ganado! ¡Toda una leonera! En cuanto a los amores... mejor ni hablar. Dice George Steiner: "un libro no escrito es algo más que un vacío. Acompaña a la obra que uno ha hecho como una sombra irónica y triste. Es una de las vidas que podríamos haber vivido, uno de los viajes que nunca emprendimos."

No hay comentarios:

Publicar un comentario