jueves, 30 de diciembre de 2010

un buen día

Hoy empieza para mí una semana de vacaciones. Por eso, a diferencia de otros días, no espero a la tarde para escribir el post. A esta hora ya he llevado a cabo todas mis tareas de la jornada, dentro y fuera. Tengo la casa en orden, la cocina recogida, el periódico leído, las cosas hechas. He seleccionado una música: Conciertos de Brandenburgo, en la versión ligeramente jazzística de Jacques Loussier. Hoy es uno de esos días que apetece quedarse en casa y disfrutar de ella, de la agradable temperatura, la ropa cómoda, la luz tamizada, de la música mientras suena, del silencio que viene despúes... Siete, diez, doce horas seguidas para no hacer nada o casi: solo estar y disfrutar de ello. Mi abuela paterna solía decirme: "déjate estar." Qué expresión tan afortunada. Dejarme estar es lo que hago ahora. Tengo por aquí algunos libros para picotear acá o allá; también algunos discos, acordes con el día; algunas notas malamente escritas en papeles sueltos. En una de ellas aparece la palabra "excesos"; en otra, una frase entrecomillada leída en el periódico hace algunas semanas: "me obsesiona lo infraordinario, lo que está ahí pero no se puede ver" (qué buena palabra "infraordinario"); en una tercera nota, garabateada en un momento de supuesta lucidez, digo: "la belleza se lleva bien contigo, y a mí me encanta dejarme llevar por la belleza." En fin, un buen día para estar solo en casa.

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