jueves, 23 de diciembre de 2010

esa dulce pereza

"Lo que apetece un domingo es pasarse todo el día de la cama al sofá y del sofá a la cama; y de la cama otra vez al sofá; y del sofá a la mesa...", dice Blanca Bassols (y lo dice muy bien) en la cuña de radio de Ikea. Pero eso, más que de un domingo cuaquiera es propio de un resacón brutal, quizá tras una Nochevieja salvaje. De hecho, ya existe en Facebook Resacas de la Cama al Sofá y del Sofá a la Cama. Aunque hace tanto tiempo de eso que ni me acuerdo ya de cómo eran aquellos 1 de enero, entre la cama y el sofá y la botella de agua fría. Pero de lo que yo quería hablar hoy aquí es de esa cosa tan refinada y dulce que llamamos "pereza". Y de las palabras que tienen o sienten pereza, o que conducen a ella. Pereza siente la frambuesa al pronunciarse, y el muérdago, la tumbona a la hora de la siesta, la voluptuosidad del vino de Marsala, mi cabeza aposentada entre tus muslos. Pereza es el beso demorado, el párpado al caer, la fragancia que un cuerpo desprende después del amor. Pereza es la lentitud de la mirada al recorrer el horizonte y la curva tan dulce que dibuja una cadera. Pereza es el lujo de tener varias horas en fila, varias tarde seguidas, varios discos de jazz, varias copas de vino en botellas que están por abrir. Pereza es placer... aplazado. Feliz Navidad. El lunes 27 volvemos a vernos... alegre y perezosamente.

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