miércoles, 29 de febrero de 2012

29 de febreo

Oigo en la radio que hoy, 29 de febrero, es un regalo que nos hacen los astros cada cuatro años. Deberíamos celebrarlo como se celebran las cosas extraordinarias. Es un día raro al que no hay que pedirle cuentas ni tampoco rendirlas por él. Algo así como ese invitado que aparece por sorpresa a última hora y con el que nadie contaba. Tiene sus riesgos: es posible que nos pille con el paso cambiado y esté de más todo el día; un estorbo. Aunque también pudiera ser que nos coja con 'el día tonto' y le recibamos como a un príncipe (del Renacimiento, que eran los auténticos príncipes), y él se sienta tan bien hallado que nos regale horas de oro y nos haga sentir los dueños de un día recibido como una herencia de un pariente lejano. Según estemos de ánimo y disposición, según la acogida que él obtenga, así será su comportamiento: un día que estará de más a todas horas... o que pronto echaremos de menos. Por si acaso, conviene estar siempre atentos y en actitud receptiva. Ya nadie se acuerda de la parábola -Mateo, 25- de "las diez vírgenes": cinco de ellas 'necias' y cinco 'prudentes'. Mientras esperan en la noche la llegada del Esposo, las vírgenes prudentes permanecen alerta y tienen a mano el aceite para sus lámparas; las necias (o 'insensatas') se adormecen, acaso tras una jornada de vino y placeres. Pero, "tardándose el Esposo, cabecearon todas y se durmieron". A la media noche se levantaron, y las insensatas pidieron a las prudentes: "dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan". Las prudentes respondieron que acudieran a comprarlo, porque de lo contrario se quedarían sin él unas y otras. Sin embargo, sucedió entretanto que, mientras las vírgenes no cautelosas acudían a comprar aceite para sus lámparas, "llegó el Esposo", y las cinco prudentes y espabiladas vírgenes "entraron con Él a las bodas; y se cerró la puerta." Lo dice san Mateo, no yo. Bien. Ya sé que es difícil, pero vamos a intentar olvidarnos por un momento de lo que pudo suceder (5+1) tras esa puerta cerrada. Así las cosas, propongo permanecer alerta  ante lo que excede o se derrama por la comisura de los labios, más allá de la garganta y de la imaginación. Lo cierto es que no está escrito el día ni la hora de algunos prodigios por llegar, pero sabemos que una vez cada cuatro años hay un día de nadie, un día perfecto para empezar a escribir una novela de 366 páginas o iniciar  una historia de amor. Anímense los desanimados: hoy es 29 de febrero, una fecha que sólo aparece una vez cada cuatro años en el calendario. Quizá sea el día idóneo para aventurarse en el andén 9 y 3/4 de Harry Potter, o para vislumbrar el 'rayo verde' del crepúsculo que decía haber visto Cortázar.       

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