lunes, 20 de febrero de 2012

los goya

Anoche ocupamos nuestras localidades del salón para asistir a la gala de los Goya. A las diez en punto ya estábamos listos ante la pantalla del televisor LG 37 pulgadas. Como siempre, el vestuario de las estrellas nos suscita una gran expectación. Entre las más elegantes, Goya Toledo, Marta Etura, Clara Lago y, aunque discutible el modelo, la siempre bella Pilar López de Ayala. El vestuario masculino ya se sabe que da para poco: lo mejor, discreción sin estridencias ni apreturas: los cuellos y chaquetas a estallar descalifican a cualquiera; por ejemplo, Paco León, muy bien; Asier Etxeandía, lamentable. Algunos momentos de la presentadora Eva Hache nos resultan ciertamente divertidos; otros, no tanto; pero, como es lista y tiene recursos, resuelve con oficio. Lo que no tiene arreglo es una gala del cine español -no mundial, ni siquiera europeo: español- con nada menos que ¡28 categorías! Esto es: 28 padres y madres, hijos, esposas y maridos, familias enteras, inclusos algunos llegaron a mencionar ¡sobrinos y cuñados! Y luego dicen que la familia está en peligro; los que estamos en peligro somos nosotros, los padres y telespectadores pacientes. Así pues, con 28 categorías (multiplíquese por 4 cada una de ellas), 28 presentaciones, 28 agradecimientos emocionados y 28 de todo, no es de extrañar que, entre tiempos muertos y discursos mortales, mi mujer fuese capaz de corregir casi al completo el 2º control de Literatura de 1º de bachillerato, más una docena de trabajos sobre El Lazarillo de Tormes. Entretanto, yo tuve tiempo más que sobrado para recoger la cocina y dejar preparados los desayunos con cereales, así como leer y anotar el artículo de Javier Cercas en el suplemento de El País: "el éxito y el fracaso no son sólo dos impostores; además, casi siempre son fruto de malentendidos". Pero también, a través del pinganillo radiofónico, fui enterándome del tercer y cuarto gol de Messi, de las palabras de Cándido Méndez tras las manifestaciones, del tiempo que iba a hacer hoy, mañana y pasado; también pude leer, entre otros, los artículos de Javier Marías, de Paul Krugman, de Martín Garzo: "la experiencia tiene que ver con la palabra y el relato, pues vivir es encontrar cosas que contar y compartir: el cuento de nunca acabar." A todo ello hay que añadir tres llamadas telefónicas recibidas (de esas que uno sabe cuándo empiezan pero no cuándo acaban) y varias anotaciones en las tres libretas que mantengo abiertas. Para entonces nos llegábamos aún por el "mejor maquillaje y/o peluquería". Esto no es normal. Algo está fallando aquí.

1 comentario:

  1. Supongo que, a estas alturas de la película, los lectores más asiduos ya os habréis dado cuenta de que el copy a veces es bastante exagerado. Pues eso, que me corregí unos cuantos trabajos de El Lazarillo, sí, pero nada más.
    La copy.

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