jueves, 16 de febrero de 2012

date el gusto

Hoy, a través de la pantalla del ordenador, como Alicia a través del espejo, nos vamos a ir de excursión. Prepárate para correr, saltar, lanzarte al agua, seguir corriendo, pisar el acelerador, encontrar alojamiento de lujo, darte una ducha, cambiarte de ropa, volar, ponerte a la moda, escuchar música, visitar anuncios, viajar a otro continente... y además hacerlo todo con un estilo impecable de figura esbelta y cuerpo desnatado que, sin embargo, no se priva de nada, por aquello de que a nadie le amarga un dulce. Y aunque tiene final feliz, aquí, como en la vida misma, lo interesante es el recorrido, el viaje en sí, el camino. Leemos, sobre todo, para saber qué ocurre en el párrafo siguiente o qué nos está esperando a vuelta de página. Y lo mismo sucede cuando escribimos. El escritor irlandés John Boyne -El niño del pijama a rayas- dice que él escribe porque quiere saber "qué ocurre a continuación". Yo añadiría a ese "qué" el "cómo" ocurren las cosas. Porque las mismas cosas no suceden igual en uno y otro libro, en una u otra historia. Incluso no son lo mismo, no del todo, en V.O. que en la versión doblada. En el enlace que traigo a este post, el recorrido es el mismo para todos, claro, pero el ritmo, las pausas, los cambios de sentido, las sensaciones, la habilidad de cada uno... eso ya es algo muy personal y diferente en cada caso. Como todo lo que se hace por primera vez, la sorpresa continua del recorrido (¿qué ocurrirá ahora?) tiene la atracción de la aventura, del viaje a no se sabe dónde. Una cita a ciegas tiene su morbo, su inquietante expectativa, pero ¿qué decir de un viaje a ciegas? Eso de subirse a un avión y no saber si cuando bajemos de las nubes tomaremos tierra en Toronto, en Tombuctú o en Camagüey, en Ciudad del Cabo o en Ciudad de México o en Ciudad Real. Esa incertidumbre de viajar, por así decirlo, con un un venda en los ojos (de seda, claro, como en alguna escena porno ligth de la inolvidable Julia Ann) es algo en lo que todos deberíamos incurrir alguna vez... cada cierto tiempo. Pienso que volveríamos muy mejorados de ese viaje. Se me ocurren cosas. Tengo un amigo de toda la vida que es 'aviador', y con muchas horas de vuelo; creo que voy a pedirle que me organice un viaje de novios 'a cierra ojos', un viaje que le sorprenda tanto a mi mujer como a mí mismo. De momento, te dejo aquí, querido lector, con el dulce placer de este viaje virtual que te espera. Es fácil: un dedito en la flecha de la última tecla del teclado; otro, en la barra separadora. Y a partir de ahí, tú mismo.  
http://pleasurehunt.mymagnum.com/

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