miércoles, 22 de febrero de 2012

más curvas

Ayer me quedé con ganas de más curvas, de poner las manos al volante y girar despacio sintiendo el tacto del cuero y la leve inclinación del coche. Siempre me ha gustado la señal de tráfico que indica doble curva: es el aviso de una ese mayúscula dibujada en el asfalto. Giras suavemente a la izquierda; a continuación, la línea continua que prohíbe adelantar te dice hacia dónde debes inclinar la cabeza. Tiene ello algo de danza, y también de cintura y cadera. Las curvas del Duero son serenas y amplias, como las de una mujer de 40 después del placer. La curva tan abierta de Regent Street, en Londres, es de las más hermosas que yo haya visto y transitado. La bahía incomparable de Estambul al mediodía es una imagen que llevo en la memoria desde entonces: septiembre de 1990. Diez años antes, el verano del 80 tuvo unas curvas bellísimas de mucho amor a la caída de la tarde. También está la curva del signo de interrogación, que a veces deja en el aire preguntas indiscretas. O la curva delgada que ocupa una pulsera. O la del empeine. O la de tus cejas. O la de la copa de vino del viernes a eso de las nueve. También hay curva en el declive de los años. Y en la línea de poniente.Y en la loma donde tienen lugar los crepúsculos de mis veraneos en Pozo Pedro, Tierra de Campos. La curva de una daga es tan afilada como la del deseo al amanecer. Una mujer desnuda mientra duerme reúne en su estatura toda una antología poética de curvas: cintura, cadera, labios, cuello, muslos, párpados... Y también están las curvas definitivas de Brunelleschi en Florencia. Y la curva lentísima que describió, por naturales, la muleta de Rafael de Paula, aquella tarde en Las Ventas. A veces mis sueños trazan arcos abiertos, elegantes elipses, curvaturas celestes que van de una constelación a otra. Pero al final acabo volviendo a casa y me quedo en la curva unánime que encuentran mis manos al bailar, abrazados, cuando entran con toda confianza en los bolsillos traseros de unos Levi´s Curve ID que marcan la diferencia.

Post scriptum: descubro que esta entrada es la número 333. No podía ser de otro modo: un número lleno de curvas.

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