martes, 28 de febrero de 2012

sostiene Tabucchi

"Amor mío: ¿Te acuerdas de cuando no fuimos a Samarcanda?" Así comienza un relato epistolar de Antonio Tabucchi. En él nos muestra las diferencias existentes entre lo imaginario (muy concreto) y lo ilusorio (muy impreciso), o entre mentiras verdaderas y mentiras falsas. Insiste Tabucchi: "Amor mío, mentiras nos hemos dicho muchas en nuestra vida, y todas nos las hemos aceptado recíprocamente, por lo verdaderas que de verdad eran en nuestro imaginario deseante. Pero ha habido una (...) en torno a un hecho real que provocó que nos perdiéramos para siempre, porque era una mentira falsa." ¿Qué falsedad sería esa que dio al traste con una larga y bien asentada relación? Porque es cierto (está demostrado empíricamente) que hay mentiras con mucha verdad dentro que favorecen y mejoran la relación de pareja, y las relaciones en general. Pero también es verdad que una mala mentira, una mentira falsa, puede causar tanto dolor y ser tan despreciable como las de aquellos que mienten con verdades. Quizá lo que provocó el alejamiento "para siempre" de la pareja del relato fue una gran mentira urdida a base de pequeñas medias verdades. Y así un día y otro, hasta que la parte sumergida que hay en toda verdad a medias (9/10) acabó secando la flor que brota en el vertedero. Hortensias azules en el cementerio de automóviles. Pero, no. Lo que hace que se vaya apagando la luz entre dos no son las alegres mentiras (tan necesarias), ni tampoco las furias, los repentinos odios, los humillantes pero voluptuosos celos, los fuegos, las lágrimas... No. Lo que consume es el acabamiento, la pérdida, la desgana, es todo aquello que -a falta de mejor palabra- llamamos 'desamor'. Pero, volviendo a la realidad, estábamos (sin estar) en Samarcanda. Sostiene Tabucchi: "En resumidas cuentas, el verdadero viaje que no deberíamos hacer era a Samarcanda. Yo conservo de él un recuerdo inolvidable, y tan nítido, tan detallado, como solo pueden proporcionarlo las cosas vividas de verdad en la imaginación."

1 comentario:

  1. Al leer el blog de hoy me he encontrado cavilando sobre cuestiones que, a estas alturas de mi vida, parecían ya banales e intrascendentes para mi existencia cotidiana. Y he decidido escribir esta nota, pues, aunque comparto tu razonamiento (y el de Tabucchi), yo hubiera escrito mentiras verdaderas y verdades falsas. Porque ¿qué es lo que puede provocar el desamor? Probablemente todo lo que has mencionado y algo más…las verdades “falsas”, esas que piensas que son un ejercicio de sinceridad, de respeto a tu pareja, que contribuyen a asentar los cimientos de tu relación y que, poco a poco, en realidad, la van minando. Por eso, reflexionando más despacio sobre estas “cuestiones banales”, a estas alturas de mi vida, he decidido que voy a practicar más con las mentiras (verdaderas o falsas.

    Y mira tú por donde, estoy aquí filosofando, algo que a quién se le da bien es a ti.

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