martes, 3 de enero de 2012

tentaciones

Todo son tentaciones, especialmente en estos días. Entran por todas partes. Ni siquiera hace falta mirar los anuncios de la televisión, ni acercarse a los escaparates de las marcas con más glamour. Basta abrir el correo electrónico y echar un vistazo a los emails del día y a los (o las) newsletters de agencias de viajes o a las propuestas de ocio y placer. Hoy mismo he recibido una de esas ofertas que uno no debería rechazar... si está en su sano juicio. Porque "9 días de crucero en Semana Santa por el Mediterráneo para toda la familia" (el subrayado es mío), a bordo de nada menos que el Grand Mistral, con camarote doble y "todo lujo de detalles", en régimen de "todo incluido" (o sea, barra libre las 24 horas), y con un descuento del 35% sobre precio de tarifa... pues a ver quién es el guapo se resiste y dice no. Claro que para tentación irresistible no hay otra como esta que me propone pasar tres noches en "Marrakech, hotel 5*: lujo en pareja." Tengo que admitirlo, a mí esas dos jotas de "lujo en pareja" me vuelven loco de pasión y embrujo, y casi que de lujuria también. ¡Qué tres noches de cinco estrellas! Porque, vamos a ver: si la pareja en sí es un puro lujo (al menos en mi caso), pues no digamos ya lo que puede ser un "lujo en pareja". Droga pura. Un escándalo de champagme francés y marihuna alahuita. Y mucho, mucho amor hasta caer rendidos al amanecer, mientras hasta nosotros llega el canto lejano del muhecín llamando a la oración... o a los sueños, los más dulces y acaso prohibidos sueños. Y todo ello a un precio que da risa, un precio tan "económico" que casi me da vergüenza ponerlo aquí. Por escandoloso, claro está. Y qué decir de esa otra oferta en la que me proponen nada menos que vivir un "Festín infinito". Inevitablemente pienso en el rey Baltasar de La Biblia, en orgías babilónicas, en Sodomas (o en Gomorras, si el aforo está completo). Pienso en fin en todo lo que me pierdo, nos perdemos, en esos lujos, esos festines, esos viajes al fondo de la noche y de los placeres más inconfesables... que nunca vivremos, ay de mí.

1 comentario:

  1. ¿Quién ha dicho que nunca viviremos esos placeres? Al menos yo estoy dispuest@ a ello.

    ResponderEliminar