viernes, 27 de enero de 2012

el archivo del diablo

Ayer por la tarde escuché en un programa de radio algo que me llevó a la conclusión de que, en efecto, Google lo sabe todo de mí. Y de todos nosotros. Tanto a través del propio buscador como de su herramienta de correo "gmail", Google tiene procesados en su  ilimitada memoria todos mis movimientos, búsquedas, navegaciones, páginas vistas, correos enviados, recibidos, eliminados. Nadie sabe tanto de mí como Google. Ni yo mismo, puesto que yo olvido cosas y él no; él conoce todos mi pasos, y además los tiene ordenados, relacionados, cronografiados. Cuenta con miles de datos sobre mi vida, gustos, tentaciones, tendencias,  reincidencias, aficiones no declaradas... En vano elimina uno (o eso cree) pruebas, nombres, direcciones, posibles pistas, coqueteos con desconocid@s, masajes tántricos, navegaciones por aguas turbulentas... entre otras intimidades. Lo tiene todo de mí: desde los más oscuro hasta lo más sublime, si lo hubiere; y también lo más vulgar. En Google reside, además de la biblioteca universal, el archivo del diablo. Y allí, en uno de sus mil millones de desvanes, se encuentra, cifrado, mi 'retrato de Dorian Gray'. Cada día, cada noche, el retrato recibe nuevas pinceladas, aportaciones, correcciones, veladuras, sombras..., algo casi imperceptible que sugiere más que dice, matiza más que afirma, insinúa. El ciber-retrato no se detiene nunca. Un paso mío en falso -procesado al instante por Google- puede ensombrecer la mirada luminosa que había conseguido en las últimas semanas. Si entro en "el rincón del vago" o cometo plagio en un verso buscado, él toma nota con nombre, fecha y hora. Si recibo en gmail un correo... inapropiado, él se queda con el dato y lo agrega a la lista de mis deudas o al sumario de mis responsabilidades pendientes. Ahora entiendo por qué, sin yo saber el motivo, a veces, al escribir un correo o firmar un manifiesto o sumarme a una causa de "Actuable" trato de ser o parecer alguien decente o medianamente honesto. Lo hacía, lo hago, para mejorar en lo posible mi retrato en Google, para restar en él alguna pincelada a mis ojeras, y que mi sonrisa no se desdibuje del todo, y, en fin, para que mi expresión no recuerde a la del Papa Inocencio X en el retrato de Velázquez. Demasiado para un viernes.




1 comentario:

  1. Tal como lo cuentas, a mi me da un miedo......
    Besos. C.R.

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