viernes, 4 de noviembre de 2011

Roger y Anita

Los lectores de poesía sabemos que "tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos." También el parque tiene su mecánica y sus ritmos. Esta mañana he descubierto una prueba más de ello. Tanto a él como a ella los había visto varias veces estas últimas semanas en mi paseo diario, cada uno por su lado. Ella es la versión actualizada (y mejorada) de la "muchacha típica" de la canción de Serrat. A esa hora, entre 8.30 y 9 de la mañana, la veo con un alegre y bullicioso dálmata. Ella viste de un modo como quien viene de montar a caballo: pantalones elásticos, claros, ajustados; botas altas; barbour de color verde inglés, con gorrito a juego para la lluvia. Andará rondando los 30. Él está más cerca de los 40. Alto, delgado, buena presencia. Saca a pasear dos bonitos cockers casi idénticos. Su estética es la de alguien que va a trabajar en moto y cultiva una imagen... digamos que entre casual y sport. A primera vista, no parece de este barrio. Tampoco ella. Yo diría que ambos son más de terraza de Juan Bravo que del Barrio de la Concepción, más de El Corte Inglés de Goya que del AhorraMás o el Día o el Udaco donde yo compro las latas de Mahou a 0'50 €. Hasta hace muy poco, es casi seguro que no se conocían, pero el parque, con su mecánica y su poética, es un lugar de encuentros y coincidencias. Esta mañana los he visto juntos por primera vez. ¿Su primer día de paseo y de perros compartidos? Pudiera ser. Es más, tiendo a pensar que todo se ha precipitado durante el puente de los Santos, mientras yo estaba fuera de Madrid. Pero los hechos han ido muy deprisa ente ellos: el encuentro, la mutua simpatía, la pasión que surge sin remedio... El gesto de ella esta mañana ha sido revelador: esa cosa tan femenina de quitar con dos dedos una pizca de algo que ella ha detectado en el cuello de la cazadora de él. Esa mirada tan atenta, tan minuciosa, es muy difícil o improbable que la tenga un hombre. Al verlos hoy juntos en el parque, detenidos el uno frente al otro, me ha gustado la escena y me he alegrado por ellos. Y he pensado (a buenas horas) que lo suyo era inevitable. Es más: ella y él parecen los protagonistas de un musical de Broadway: Central Park o Hyde Park. Dos cockers y un dálmata. Roger y Anita. Treinta y cuarenta años. Otoño. Viernes. Moto. Besos. Risas. Viaje. Vino. Hotel. Amor. Despertares. Desayunos. Lunes. Parque.... Que disfruten, que disfrutéis, de un buen fin de semana.

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