miércoles, 23 de noviembre de 2011

el misterio de Lady B

Lady B es el pseudónimo de alguien que recientemente se ha inscrito en el registro de 'seguidores' de este blog. Ha sido la última incorporación. Solo de vez en cuando se inscribe algún nuevo inquilino. Curiosamente, la mayoría de los lectores asiduos de este diario no figura en ese listado de seguidores: los más prefieren la discreción y el anonimato. O la clandestinidad. Lo comprendo. Yo también tengo mis secretos inconfesables, mis clandestinidades. Pero el caso de la misteriosa Lady B me tiene intrigado. La imagen que ha elegido como avatar parece el retrato de una elegante dama del siglo XIX. Es posible que se trate de un cuadro conocido, no lo sé. Me gustaría verlo a un tamaño no tan minúsculo para salir de dudas y, sobre todo, poder saber o intuir algo acerca de esta enigmática seguidora. Para mayor intriga y desconcierto, el recuadro con la imagen de Lady B aparece unas veces sí y otras no. Tan pronto se da de baja de este blog como reaparece horas después. Es como si, tras haber recapacitado sobre su marcha, decidiera volver y darle una segunda oportunidad a este copy en crisis (o en lo que sea). Pero lo cierto es que las desapariciones o fugas se repiten una y otra vez. ¿Cómo debo interpretar esas intermitencias? ¿Castigos, arrepentimientos, infidelidades, reproches? Esos cambios de ánimo -ahora sí, ahora no-, por un lado tienen algo de virtual ducha escocesa, pero por otro sería como reconocer por su parte que 'ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio'. A veces, cuando abro este blog y veo que ella está... ausente, me hago preguntas. ¿Qué habrá ocurrido esta vez? ¿Le habrá sentado mal algo que dije en el post de ayer? ¿Se habrá hartado de mí y dado de alta en otro blog? Pero luego, cuando Lady B regresa con su recuadro y su bello avatar, entonces sonrío como un bobo (no como un BoBo) y me digo: "bueno, bueno, la cosa no ha sido tan grave: my lady vuelve a casa al anochecer, tras deambular varias horas por ahí, bajo la lluvia." Y me entran ganas de ofrecerle una copa de oporto. Y algún dulce.

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