martes, 22 de noviembre de 2011

la coctelera

Hoy no tengo el cuerpo para mucho ruido (virus) ni la mente para mucho esfuerzo. Uno de esos días que donde mejor se está es en un lugar llamado silencio. Pero un silencio activo, navegable, que poco o nada tiene que ver con "el silencio definitivo del corcho" de la greguería ramoniana. Y haciendo de la necesidad virtud, me viene a la (mala) memoria el final de un artículo leído recientemente y que lo tengo por aquí. Pertenece a un filósofo muy controvertido y muy de moda, muy hábil, muy ingenioso, provocador, simpático y espabilado que maneja la coctelera como nadie: Slavoj Zizek. En ese artículo, el filósofo más cool de la actualidad acaba proclamando, en relación a las protestas de los indignados en Wall Street (a las que se suma descaradamente): "Todo lo que digamos ahora nos lo podrán quitar (recuperar); todo menos nuestro silencio. Este silencio, este rechazo al diálogo, a los abrazos, es nuestro "terrorismo", tan amenazador y siniestro como debe ser." Y ya que estamos, aprovecho el viaje y reproduzco lo que dice el propio Zizek unos párrafos más arriba: "Todos conocemos la típica escena de dibujos animados: el gato llega al borde del precipicio, pero sigue andando, sin saber que ya no tiene suelo bajo los pies, y no se cae hasta que mira hacia abajo y ve el abismo. Lo que están haciendo los manifestantes es recordar a quienes tienen el poder que deben mirar hacia abajo." Qué bárbaro. Con ese estilo tan desenvuelto y esa facilidad para la coctelería, este hombre no tendría precio como creativo publicitario. Bueno, al parecer, la cosa no iría muy desencaminada: en el mundo de la cultura, de la comunicación, Zizek es ya una especie de marca reconicible en los mercados; una marca de origen esloveno, sí, aunque de alcance internacional. Y para colmo del diseño gráfico, esa marca se escribe con dos acentos circunflejos, pero hacia arriba, uno encima de cada zeta. O sea, pura exclusividad.

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