viernes, 28 de octubre de 2011

ver llover

Pocas cosas más bellas en la vida que ver llover. Es un viejo conflicto que yo tengo con las cadenas de televisión. Cada vez que oigo en los telediarios eso de "mal tiempo: lluvias generalizadas", recuerdo con nostalgia aquel arranque de informativo de Iñaki Gabilondo: "Llega el buen tiempo: llueve en toda España." ¿Pero hay alguna duda? En un país de secano como el nuestro, amenazado por la desertización creciente, ¿se puede decir que la lluvia es 'mal tiempo'? Dejando ahora a un lado los incontables beneficios que trae consigo, la lluvia es un elemento estético altamente cinematográfico. ¿Alguien se imagina, pongamos por caso, Blade runner sin la presencia constante de la lluvia? O el largo viaje en coche de Si no amaneciera. O la célebre escena final de Desayuno con diamantes, por poner sólo tres ejemplos. Una película romántica sin un largo beso apasionado bajo la lluvia... puede estar muy bien, no digo que no, pero le falta algo, quizá ese punto de arrebato y fatalidad y rostros empapados que tan maravillosamente bien le sienta al cine, y a veces a la vida. Yo creo que todos deberíamos tener nuestro 'top ten' particular de lugares o momentos bajo la lluvia. Puedo evocar aquí una tarde ya remota de invierno en una terraza frente al mar, en Zaráuz, en que empezó a llover de un modo muy propicio, muy elegante, con una lluvia como recién llegada de la belle epoque; recuerdo que esa tarde bebíamos coñac y yo llevaba una gabardina azul. Más lluvias: la lluvia por sorpresa a finales de septiembre, en cualquier bulevar con terrazas de mesas blancas, es una escena inconfundible de comedia romántica. Y hablando de lluvias, nadie puede negar que goza de gran prestigio la lluvia de abril en París, pero estoy seguro de que esa lluvia de primavera parisina se llevaría divinamente con las lluvias de otoño en Madrid, a ser posible tras los grandes ventanales de 'la pecera', en el Círculo de Bellas Artes. Y de ahí a la forma de llover en la canción de Armando Manzanero... no hay más que un paso: lo que se tarda en abrir un paraguas para dos. Claro que también están esos momentos que para ser 'sublimes sin interrupción' sólo les faltó un poco de lluvia, igual que les sucede a algunas canciones que, teniéndolo todo, les falta unas gotas de malicia o de whisky para ser geniales. No sé, quizá estaría bien que algunos lectores/as de este blog dejaran aquí sus lluvias preferidas. O las más románticas, las más lujosas, las más desesperadas...

1 comentario:

  1. Como se nota que no te gastas el tiempo y los euracos en peluqueria, sales relujada con tu pareja y ¡¡¡¡ZAS!!!! un chaparrón y los pelos arruinados, que desastre, que trajedia..............

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