miércoles, 5 de octubre de 2011

arrebato

No había vuelto a ver Arrebato desde que se estrenó en 1980, en el desaparecido cine Azul de la Gran Vía madrileña. Anoche la pasaron en la 2. Empecé a verla con una mezcla de curiosidad, escepticismo y temor a que en cualquier momento se me viniera abajo. A los veinte minutos o media hora tuve claro que la iba a ver entera. Arrebato, de Iván Zulueta (siempre se dice así en este caso, como si el nombre del autor formara parte inseparable del título) se convirtió en seguida -lo sabe todo el mundo- en eso que suele llamarse 'una película de culto.' Con ella se agotaron los adjetivos, y también los tópicos: cinta maldita, narcótica, obsesiva, hipnótica, metafórica, desasosegante, autodestructiva, transgresora de todos los convencionalismos, etc, etc. Es decir, tenía todos los elementos a su favor para resultarnos hoy sencillamente insoportable. Pues bien, pese a mis temores, conecté con ella, me re-enganchó, y me dejé llevar por el arrebato... hasta el final. Lo que queda claro, treinta años después, es que esta película tiene una poética muy intensa, muy reconocible, incluso diría que muy romántica. Y hablando de poéticas, en algún momento la fuerza de las imágenes (los dibujos, el cómic a toda pantalla) me recordó, o me sugirió al menos, la atmósfera y el tono de algunos poemas de Leopoldo María Panero, quizá de Así se fundó Carnaby Street o cosa por el estilo. Pero la materia de que está hecha Arrebato es la pasión. O así lo creo. Desde el primer plano hasta la última secuencia, lo que alienta y mantiene la película viva, muy viva, es la pura pasión, la furia casi, incluso por momentos la rabia. Toda esa energía, ese derroche que a menudo queda en nada, en este caso se transformó milagrosamente en película, en hora y tres cuartos de verdadero cine. Se trata de esa energía que crea y destruye a un tiempo, que necesita destruir para crear, y viceversa. Visto desde aquí, es fácil decirlo: Iván Zulueta (que no creo que fuera ningún genio, aunque tenía sus momentos geniales, sus arrebatos) se 'suicidó' para el cine haciendo esta película, pero la película que lo mató de por vida, sigue gozando de muy buena mala salud. Polvo será, mas polvo envenenado. Amén.

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