jueves, 8 de septiembre de 2011

suspiros

 ¿De qué está hecho un suspiro? ¿Cuánto dura? ¿Qué hay antes y después de él? ¿Qué queda tras haber sucedido? Qué se nos va para siempre al suspirar? ¿Y adónde? ¿Qué nos deja? ¿Una lágrima tarda en rodar más o menos que un suspiro en extinguirse? ¿Tiene algo que ver con un parpadeo? ¿Y con un paréntesis? ¿Suspirar es admitir que aspiramos a algo inalcanzable? ¿Pueden juntarse varios suspiros y suspirar juntos por distintas causas? ¿A qué aspira 'el último suspiro': a la eternidad, a un instante, a otro suspiro por el que toda la vida ha estado suspirando? El DRAE dice que suspirar "va acompañado a veces de un gemido, el cual suele denotar pena, ansia o deseo"; pero si metemos en danza gemido, pena, ansia y deseo pueden aparecer insospechadas coreografías: el deseo lleva al ansia, el ansia al gemido, el gemido, tras extinguirse, a la pena. Pero también la pena, tras suspirar por lo perdido, puede devenir en un nuevo deseo que crece y crece, que se sube por las paredes del ansia hasta alcanzar la cumbre afilada del gemido. Lo que no puede decirse con palabras se dice con gemidos. Y cuando el gemido se hace añicos, y estos se desvanecen, surgen los suspiros. Si es cierto (y creo que lo es) que todo aquello que queda en suspenso se transforma en materia poética, ¿en qué se convierte lo que da lugar a un suspiro? ¿En un verso en blanco? ¿En una mera insinuación? ¿En una pluma de ave invisible que apenas llega a rozarte la nuca? Poco a poco nos vamos acercando al espacio aéreo de los ángeles. Quizá por ello, cuando decimos 'se me ha ido el santo al cielo', suspiramos. Ese cielo al que se nos va el santo... debe tener alguna relación con el deseo al que alude el DRAE, y quién sabe si con el ansia y el gemido. A ver si va a resultar que ese cielo tan frecuentado... es un paradero desconocido (ver el post de ayer) donde ángeles, arcángeles, diablos, espíritus libres y toda suerte de criaturas tentadoras se lo pasan en grande, entre gemidos, allí donde nadie nos ve, ni entra la policía, ni nadie ha visto nada, y todo queda en meras sospechas, en rumores sin consistencia que igual que surgen se desvanecen como pompas de jabón, como suspiros en el aire.

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