martes, 13 de septiembre de 2011

hoy no es ayer

Vivimos tiempos volátiles. La volatilidad está en todo: en los mercados, en los valores bursátiles, en los valores eternos, en el valor mismo de las cosas de este mundo. Lo que hoy vale, mañana deja de valer. Lo que escribí (y perdí) ayer, hoy ya no tiene el mismo sentido. Todo fluye, sí, pero a una velocidad que supera con creces a los Red Bull de la Fórmula 1. En décimas de segundo te adelanta el porvenir o la memoria pierde una parte de lo que recordaba hace un par de vueltas con todo lujo de detalles. Hablaba en ese post perdido acerca de los malos días que tenemos. Y comparaba sus efectos con los producidos por un alimento en mal estado. Así pues, para esos malos días que llegan por sorpresa y nos dejan sumidos en el desánimo, abatidos, malhumorados, con una infinita desgana... yo sólo conozco una manera de convivir con ellos minimizando daños y perjuicios, y es mediante una dieta severa a base de silencio y horas de sueño. Porque, cuando uno está así, con esos días, el menor ruido es un estruendo en la cabeza. Y qué decir de esas apelaciones intolerables, tales como: '¡Tienes que animarte.' O bien, ¿Por qué no te animas?', O peor aun: '¡Venga, hombre, anímate!' Debería estar no sólo prohibido sino severamente penalizado en este y otros casos el uso del verbo 'animar(se)'. En situaciones así, al oír esa provocación intolerable, lo más sensato es armarse uno de valor y de paciencia. ¡Cuántas barbaridades no se habrán cometido tras un bienintencionado pero inoportuno, inoportunísimo, 'anímate, hombre'! Hay siempre tantos motivos para el desánimo... que, la verdad, mejor ni tocar el tema. La pregunta ahora es: ¿cuántos días en mal estado tenemos de media al año? El pesimista nos dirá que la pregunta está mal planteada; según él, debería ser: '¿cuántos días buenos tenemos: uno al mes, en el mejor de los casos?' A lo que el optimista lúcido (no el tontamente optimista) responderá: 'un buen día, aunque sólo sea uno al mes, bien merece pagar la entrada.' En fin, que los malos lunes, martes o domingos nos duran lo que una pesada digestión y una gastroenteritis; sin embargo, los buenos momentos son para siempre. Y además, nos hacen mejores, más generosos, más interesantes. ¡Aunque todo es tan volátil!

1 comentario:

  1. Tienes razón , cero de ánimos eh, pero sonríe un poco tu coeficiente de correlación con los mercados financieros que hablas, es un 1. Me gusta tu manera de quejarte porque the end...los buenos días son para siempre y qué actitudes tan positivas nos generan !!!

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