lunes, 5 de septiembre de 2011

publicitarios

Los 'publicitarios' siempre hemos vivido la realidad bastante alegremente, y a menudo con una actitud frívola casi encantadora. Ello tenía que ver, creo yo, con la inocencia, incluso con la ignorancia muchas veces, y con ese desenfado juvenil en el que las cosas serias (léase solemnes) están de antemano saludablemente condenadas al fracaso. En mis primeros años como copy, mediados los 80, trabajar en publicidad era una fiesta y un ligoteo casi continuo: estaba bien visto y mejor pagado. Nadie discutía que una buena campaña publicitaria (buena = 'creativa') todo lo solucionaba y lo justificaba todo. Y ese ambiente general, en que regía el posmoderno 'todo vale', actuaba en favor de aquella manera de vivir esta profesión como si nunca  fuese a acabar la fiesta. Pero lo cierto es que la cosa funcionaba. Ha funcionado durante décadas. Sin embargo, ahora, cuando dejo que la publicidad (TV, radio, prensa, internet, etc) me llueva y me cale, empiezo a tener la sensación de que toda esa alegría pretendidamente contagiosa de la publi... pues como que ha perdido la inocencia. No sé. Quizá ahora nos cuesta más creernos ese mundo feliz. Por supuesto que esa felicidad no es más que una convención, un lenguaje, un código aceptado por todos; es decir, unos y otros "hacemos como si" nos creyéramos ese mundo creado por y para las marcas. En otras palabras, entramos al juego, damos por buena la representación. Y hasta ahora ha sido así. Pero llevamos unos años en que esa representación convive mal con los telediarios. Y ya empiezan a ser demasiados telediarios erosionando el optimismo, la inocencia, extendiendo un difuso malestar. Las noticias nos indisponen cada día un poco más. La realidad no es precisamente una invitación a la alegría, a los idílicos momentos que nos prometen (y a veces nos consiguen) las marcas. Lees en el periódico los titulares de varias páginas consecutivas (a cual peor) y, tras esa antología para el desaliento, ¿con qué ánimo recibes, al pasar la hoja, un anuncio bellísimo de Prada? De seguir esto así, va a llegar el momento en que ningún anunciante quiera que su spot aparezca tras el telediario. Salvo las aseguradoras, claro. En fin, aun a riesgo de quedarme sin un solo lector, voy a tener que continuar mañana con el tema. A ver si consigo dar con la fórmula que de una vez por todas solucione esta crisis tan antipática, tan desagradable, que ya no tiene ni puta gracia.

2 comentarios:

  1. Fíjate, creo que en esta crisis la publicidad es necesaria, así de este modo; sin pensar en la financiación , en los presupuestos de las empresas , sólo en la actividad en sí misma.Nada de frivolidad con la coyuntura que vivimos y que nos tengamos que acostumbrar a que sea más duradera; pero qué momentos de disfrute, de sonrisa, complicidad, de inyección de ilusión, nos da un anuncio ( original, cercano, de diseño ) en la marquesina de un autobús, en un panel de cristal en la calle, en el metro, en la TV y ah uno de Prada, de Loewe en las páginas de una revista .Más publicidad, que nos hace despertar inquietudes, descubrir nuevas sensaciones, ganas de nuevos planes , nuevos gustos, un gap en la rutina....sí publicidad!

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